Inicio Cultura e Historia De cómo hace tres siglos llegaron los Borbones a España

De cómo hace tres siglos llegaron los Borbones a España

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Tratado_de_Utrecht
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Neocolonialismo cultural puro y duro. Esta exposición financiada por la UE, presenta la Guerra de Sucesión Española y los tratados de paz que la cerraron como una ejemplar resolución de conflictos, omitiendo que sus méritos consistieron en desbancar a la potencia hegemónica hasta entonces, repartir sus despojos entre las potencias emergentes Francia e Inglaterra, y hacer pagar caro a España uno de los errores estratégicos más importante de su historia, cambiar la dinastía Hausburgo por los Borbones, abandonar el vínculo germano y caer en la dependencia de Francia. 

La exposición ‘300 años de la paz de Utrech. La Guerra de Sucesión Española y los tratados de Madrid, Utrecht, Rastatt y Baden (1713-1715)’ que presenta la Fundación Carlos de Amberes, la más antigua de su clase (privada sin ánimo de lucro) que existe en Europa, es un proyecto financiado por la Comisión Europea. Tras pasar por Utrecht y Madrid llegará al Wehrgeschichtliches Museum de Rastatt, Alemania en marzo-junio de 2014, y al Historisches Museum de Baden, Suiza en septiembre de 2014-marzo de 2015. Sobre un núcleo inicial de quince piezas artísticas, cada sede montará su propia versión sobre los antecedentes, la evolución del conflicto y la negociación que le puso término en esta serie de más de veinte tratados internacionales. Por eso la versión española nos parece acomplejada y decepcionante; o mejor dicho, no hay versión española

Hace 300 años, el fallecimiento de Carlos II sin descendencia provocó un conflicto de dimensiones internacionales por su trono. La Guerra de Sucesión española (1701-1715), el disputado cambio dinástico entre los Austrias y los Borbones, fue un conflicto interno cuya herencia no puede ser más actual: el secesionismo catalanista que pretende un Estado independiente. Hubiera sido ocasión de establecer hechos y verdades sobre lo ocurrido entonces, pero la exposición pasa de largo sobre la supresión de las constituciones y fueros tradicionales en la Corona de Aragón al crearse el nuevo Reino de España, como también lo hace sobre la pérdida de Gibraltar (y Menorca) -no de menor actualidad permanente-, y otras nefastas consecuencias que supuso el exilio forzoso de los partidarios del aspirante al trono perdedor, el archiduque Carlos.

Sin duda que también fue un decisivo conflicto internacional, que tuvo una amplia dimensión europea y estuvo sujeto a vaivenes políticos y diplomáticos de los contendientes en el reparto de territorios no sólo europeos sino con consecuencias globales en el norte de África y América. Y que por esa razón es considerada como un hito relevante en la historia y la cultura de Europa. Es lo que se subrayará probablemente en Centroeuropa pero no es lo que teníamos que subrayar aquí.

La firma de la Paz de Utrecht y una veintena de tratados anexos puso fin a una de las mayores conflagraciones europeas de la Edad moderna a costa de dividir la gigantesca herencia de Carlos II, sobre la que planeaban todos los buitres europeos. Si bien puede aceptarse que aquellos tratados constituyeran ‘una aportación esencial en el proceso de cooperación y gestión diplomática de los conflictos’ entre las potencias europeas que perdura hasta nuestros días, desde luego que desde la nación que pagó el festín no puede verse con la misma óptica. Surgió un equilibrio continental, -bien inestable, no nos engañemos-, se aceptó finalmente la diversidad confesional que había en el continente, pero aquí y ahora hubiera merecido reflexiones propias. Y es que aunque algunos se empeñen en fustigar un supuesto nacionalismo español boyante, lo cierto es que no hay un país en Europa y quizás en el mundo menos nacionalista que España. Y desatinos como esta exposición madrileña lo constatan.

Ha sido comisariada por Bernardo J. García García, coordinador del Centro de Estudios de la Fundación desde 1998, y Profesor Asociado del Departamento de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, un especialista en el tema al que hubiéramos solicitado de poder hacerlo, un hueco mayor a la reflexión sobre aquel trascendental momento de nuestra historia, sobre las razones y consecuencias del cambio de dinastía, sobre el verdadero acontecer de la decadencia que se inicia, e incluso algo de historia ficción, siempre tan entretenida: ¿Hubiera sido mejor el otro pretendiente, cómo le habría ido a España en alianza germánica, qué hubieran supuesto unas relaciones más distantes con su prepotente vecino del otro lado de los Pirineos? Y sin duda que hubiéramos agradecido alguna aportación referente a una de las mayores misterios de nuestra historia, el testamento de Carlos II que da origen a todo eso de lo que estamos hablando.

La muestra cuenta con 74 obras pertenecientes a veinte instituciones de Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Países Bajos, Suiza y España (entre ellas Patrimonio Nacional, Museo del Prado, Biblioteca Nacional, Archivo Histórico de Simancas, etc.). Presta especial atención al uso de la propaganda y la retórica de las imágenes durante el conflicto y las paces reuniendo tapices, retratos, pinturas y grabados alegóricos, imágenes propagandísticas, planos y lienzos de batallas, y medallas conmemorativas. Nada que objetar -todo lo contrario- a la selección de piezas artísticas. Todo que objetar a la falta de contextualización, a desaprovechar la ocasión para enseñar distrayendo un poco de historia a los visitantes, que mucha falta hace.

Tiene tres secciones. En la primera, titulada ‘Vísperas de sucesión. La conservación de la Monarquía de Carlos II frente a las ambiciones del Rey Sol (1659-1700) se reflejan los precedentes de la guerra. El tratado de los Pirineos (1659) redefinió la frontera con Francia y dio lugar a una nueva alianza dinástica con la boda de Luis XIV y la infanta María Teresa (1660), en un contexto sucesorio muy comprometido para los Austrias españoles. La Guerra de Devolución (1667-1668) fue promovida por el rey francés para reclamar una compensación por la dote de su esposa aprovechando taimadamente que la muerte de Felipe IV (1665) había dejado el poder en manos de un rey niño, Carlos, y de su madre, Mariana de Austria, como regente. Ya en 1668, se negoció en secreto un primer reparto de la herencia española entre Luis XIV y Leopoldo I, que se había casado con la infanta Margarita (1666).

Tras la Paz de Aquisgrán (1668) el Rey Sol acometió la invasión de Holanda (1672-1678). Para hacerle frente, Carlos II se sumó a la Cuádruple Alianza (el emperador, Brandemburgo y Holanda) en un viraje diplomático sin precedentes. Estaba en juego la supervivencia de los Países Bajos. La Paz de Nimega (1678) supuso la pérdida del Franco Condado. Se ponía en práctica la política de equilibrio favorecida por Guillermo III, que se convertiría en soberano de Gran Bretaña tras la Revolución Gloriosa (1688). La Guerra de la Liga de Augsburgo (1688-1697) fue la última gran guerra con Luis XIV antes del conflicto sucesorio. En este contexto, se concertó el segundo matrimonio de Carlos con Mariana de Neoburgo (1690). La Paz de Rijswijk (1697) supondría la devolución de las ciudades ocupadas en Cataluña, Luxemburgo, Flandes y Namur, porque estaba en juego mucho más, la sucesión a la herencia española. Francia, Gran Bretaña y la República holandesa negociaron en secreto dos nuevos tratados de reparto (La Haya, 1698 y Londres, 1700), considerando primero una sucesión en favor de José Fernando de Baviera, pero que moriría en 1699, y después una partición entre Francia y el archiduque Carlos.

Se inicia con un retrato alegórico de Carlos II niño enmarcado en la rama española de la Casa de Austria, y finaliza con otro de Carlos II vistiendo la armadura con el Toisón de Oro que perteneció a Felipe II, el de Juan Carreño de Miranda, sin duda una de las imágenes más distinguidas de nuestro denostado monarca. Destacan también el gran tapiz (503 x 700 cm.) que representa el asedio de Douai, y el retrato de Luis XIV por Hyacinthe Rigaud.

La segunda sección se centra en La Guerra de Sucesión (1701-1710). En las primeras fases entre 1701 y 1708 la contienda se desarrolló en el norte de Italia, en los Países Bajos, en las costas españolas (Cádiz, Vigo, Gibraltar, Málaga), en la frontera de Portugal y en el área del Alto Rin y el Danubio. En esos años se suceden las derrotas de los ejércitos borbónicos: Blenheim (1704), Ramillies y Turín (1706), Nápoles (1707) y Oudenaarde (1708). La cruenta batalla de Malplaquet (1709), de resultado bastante incierto, frenó el avance aliado.

Incluye la escultura de Felipe V a caballo de Lorenzo Vaccaro, versión en pequeño formato de la que fue destruida en Nápoles por las tropas austriacas cuando se apoderaron de la ciudad en 1707, y un dibujo con la fachada del Alcázar, una de las últimas vistas antes de su incendio en 1734. También óleos de algunas de las grandes batallas de la Guerra de Sucesión, como las de Oudenaarde y Blenheim, y El descanso, de Watteau, que retrata la retirada de las tropas francesas tras la batalla de Malplaquet, célebre por la canción popular “Mambrú se fue a la guerra”, ya que tras esta batalla se dio por muerto al Duque de Marlborough.

Finalmente, en la tercera sección titulada ‘La balanza de las potencias’ llegamos al reparto final de la herencia española. Tras recuperar el control de la capital y obtener la victoria en Almansa (1707), las tropas borbónicas consiguieron rechazar con algunas dificultades iniciales la última ofensiva aliada al mando de Stanhope y Stahremberg en 1710 (Brihuega, Villaviciosa y Zaragoza). El frente peninsular se trasladó a Cataluña y allí el episodio más significativo fue el largo asedio de Barcelona (25 de julio de 1713 a 11 de septiembre de 1714). Para entonces la suerte del conflicto sucesorio ya había cambiado. Los tories en Gran Bretaña eran partidarios de acabar cuanto antes con la gravosa sangría de esta conflagración y consiguieron negociar con Luis XIV los Preliminares de Londres (1712), base de los tratados que empezaron a negociarse en Utrecht a partir de ese mismo año. La doctrina del equilibrio continental (balance of power) y la política multilateral para la resolución de los conflictos europeos fueron aportaciones significativas de las negociaciones que dieron lugar a la veintena de tratados de paz y acuerdos comerciales firmados en Utrecht, Rastatt y Baden desde 1713 hasta la paz de Viena de 1725. Estos principios del derecho público internacional se hallan en la base de la política exterior de la Unión Europea en la actualidad

Algunas piezas de esta sección son: un retrato al óleo de Felipe V, rey de España, por Miguel Jacinto Meléndez, y otro de El emperador Carlos VI (Patrimonio Nacional). Grabados retratando las últimas batallas del conflicto, a veces de forma alegórica (batallas de Villaviciosa, Zaragoza) y planos que muestran la disposición de los ejércitos (el largo asedio de Barcelona, la ciudadela de esta ciudad, Melilla con sus ataques, Mahón…), así como un óleo de Vanvittelli donde puede verse la Dársena de Nápoles con sus fortalezas, navíos y galeras, y otro del Ayuntamiento de Utrecht por Adriaen Honich, óleo que colgaba en la cámara del consejo del Ayuntamiento durante las conferencias de paz entre 1712 y 1713.

Se ha publicado un catálogo profusamente ilustrado y con artículos de especialistas relevantes en esa dimensión internacional del conflicto y en sus consecuencias -que no hemos podido consultar- y se han organizado talleres para niños en Navidad y otras actividades didácticas.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 6
Catálogo: n/v
Documentación a los medios: 8
Programa de mano: 8

Fundación Carlos de Amberes
300 AÑOS DE LA PAZ DE UTRECHT
En nombre de la paz. La Guerra de Sucesión Española y los tratados de Madrid, Utrecht, Rastatt y Baden (1713-1715)
Del 21 de diciembre 2013 a 23 de febrero 2014
Entrada general: 6 €
Calle Claudio Coello, 99. 28006. Madrid.
De martes a sábados de 11,00 a 20,30h.
Domingos, festivos (incluido el 6 de enero), 24 y 31 de diciembre, de 11,00 a 15,00h.
Todos los lunes, el 25 de diciembre y el 1 de enero, cerrado
Visitas guiadas. Imprescindible reserva en el tel. 91 007 55 04 o el correo electrónico info@arteenmente.es
Talleres infantiles en Navidad: Los días 23, 24, 26, 27, 30, 31 de diciembre, 2 3 7, 31 de enero, de 10,00 h. a 14,00 h. – los niños pueden quedar al cuidado de la Fundación de 9,00 h. a 15,00 h. (imprescindible inscripción previa en el tel. 91 435 22 01 o el correo electrónico fca@fcamberes.org).

Periodista Digital

José Catalán Deus 

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