Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Desde hace algún tiempo se viene poniendo en valor la expresión “es un estereotipo”, para referirse al político José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española y luego primer jefe de FE de las JONS. Esta forma de calificar a José Antonio, ha sido empleada por personas muy destacas en el mundo falangista, periodistas, presidentes de Asociaciones “Azules” intelectuales y antiguos cargos del Movimiento, gentes muy conocidas que se llaman joseantonianos y que dejaron de ser falangistas. Y desde entonces, lamentablemente, quizá, por otros muchos afiliados, responsables, o simplemente, simpatizantes e independientes; unos por pura empatía, y algunos como modo de devaluar el fondo ideológico del fundador. Personalmente yo rechazo absolutamente, esta significación a la figura de José Antonio, y así lo he expresado directamente tanto a unos como a otros, y a cuantos he podido, tanto porque creo que se le hace un flaco favor al líder falangista, como porque pienso que es una manera a largo plazo, de desplazar a José Antonio de su mensaje estrictamente político, relativizar su obra y situarlo, en una especie de limbo angelical, sin exigencias doctrinales, como sujeto de una serie de bondades personales que sirve de modelo popular por sus virtudes humanas, pero olvidando quizá a propósito su compromiso social y político. Para esto, ya tenemos pro hombres incluso con mucho más eco mundial entre los Gandhi, o el mismo Mandela.
José Antonio es para esos analistas, solo un estereotipo, que no es sino un resumen de actitudes honestas, de probada moralidad, de conducta ejemplar, y consciente de un protagonismo ante la sociedad que le ha visto aparecer. Correcto, trabajador, ético, en fin, un modelo para imitar humanamente, pero al mismo tiempo se hace olvido de su realidad política, se secuestra la exigencia de su doctrina nacional sindicalista o simplemente, se intenta esquivar la razón por la cual vivió y murió por una patria más justa y libre. Es un modo, yo entiendo que muy sibilino, aunque muchos lo digan de buena fe, para poder proclamarse como “joseantonianos” y no comprometerse con su filosofía y praxis doctrinal. Así que existen miles de joseantonianos sin por eso definirse como falangistas, algo que yo califico de contradicción in términis, porque no sé como pueden separar esa definición de Yo soy de José Antonio pero no soy falangista, confundiendo interesadamente afiliación y definición. Se puede ser falangista sin estar afiliado, pero no se puede ser joseantoniano sin ser falangista, Es decir, querer llevar a cabo la política del nacional sindicalismo. Para mí, en el fondo, lo que se trata es de relativizar hasta el máximo los programas transformadores de Falange, escudándose en que admiran al hombre modelo, al arquetipo, con lo cual aplacarán sus conciencias pero no la verdad. José Antonio no es reconocido por ser un “Doncel de Sigüenza”, por un “Don Quijote caballero medieval”, o un San Francisco de Asís, sino por ser un político que ofreció a España una teoría y una práctica política, todo lo demás son aguas de borrajas que, con su difusión, solo se consigue la desaparición de una ideologías y de un partido. A mi me da la sensación y por eso protesto, y denuncio – políticamente, a quienes se empeñan en reducir a José Antonio, a una mera admiración personal por su virtudes morales, sin tener en cuenta, su intención revolucionaria que, vuelvo a insistir, no es la revuelta callejera, sino el deseo profundo y constante de cambiar para mejorar.
Yo no creo en José Antonio como estereotipo, sino como creador de una teoría política, y fundador de un partido político que trajo a millones de españoles la ilusión de encontrar definitivamente la patria, el pan y la justicia. Con todo mi respeto a esos que pretenden canonizar a José Antonio, abandonar ese intento, que es a la postre, la huída.
Un partido como su propio nombre indica, es sólo una parte de un todo. Incluye a unos, los que están, pero siempre al precio de excluir a los que no son. Por lo tanto, nunca puede enarbolar una bandera común a todos los españoles. Nunca podrá proponer un quehacer común que ponga fin a la secular división de nuestra Patria en dos medias Españas. Por eso, José Antonio siempre negó que Falange Española fuera un partido y la calificó siempre como movimiento. Por eso, hoy, hay que recuperar a José Antonio como una figura capaz de unir a todos los españoles en una empresa de todos, con todos y para todos, patrimonio común de España. Más aún, patrimonio común de todo el mundo hispánico, y por eso y nada mas que por eso, nos declaramos joseantonianos.
No se donde habrá escuchado Lopez Pascual eso de «estereotipo» porque yo, nunca.
Se deberían propagar mas las teorías Joseantonianas, porque veo que mucha gente las desconoce y lo asocian a movimientos equivocados.
Bien. Pero sin olvidar:
1. Que Falange, más que una forma de pensar (ideología), es una forma de ser.
2. Que la justicia social a que aspira el pensamiento joseantoniano (falangista) no es un fin en sí mismo, sino un instrumento … para que los pueblos vuelvan a la supremacia de lo espiritual.
Por otra parte, más que estereotipo (reproducción o copia) JAPR ha sido y es considerado un prototipo (un ejemplo idealizado).
Sin ánimo de provocar debate y solo por justificarme uso la palabra eterotipo, quizá porque es la mas conocida a la hora de calificar el conjunto de virtudes de un hombre, hasta el punto de considerarlo un referente. Igual se da arquetipo,o prototipo la gente sencilla sabe lo que significa. Y de donde saco esta apreciación, pues de esos destacados personajes, no hace falta dar nombres, que consideran así a JA. Así, eso es posible como hombre pero no como político. Creo yo.
Ni «eterotipo» ni «esterotipo»: vienen en el Diccionario de la RAE señor lopez-pascual.