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Ser y Estar de José Antonio Primo de Rivera

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Por Enrique de Aguinaga

l. José Antonio es

2. José Antonio es arquetipo

3. José Antonio es tabú.

4. José Antonio es conciliación

5. José Antonio está en Plataforma 2003

l. José Antonio es

José Antonio efectivamente existe por el simple hecho de que a los setenta y cinco años de su muerte, después de tantas aceleraciones históricas, a pesar de tantas proscripciones, un anciano escriba y vea en letra impresa este artículo.

Entre las losas con que se ha querido sepultar al José Antonio inmanente, asoman las hierbas de pervivencia, goteo obstinado que no cesa: la referencia, la reunión, la evocación, el blog, el minifundio intelectual, la conferencia perdida, la tesis doctoral sorprendente y, principalmente, la bibliografía.

Podría, como otras veces, hacer un recuento de la abundante bibliografía próxima (como de tantas otras señales) pero, hecha la encomienda, me limito al último libro de que tengo noticia: Testimonios de José Antonio, inicialmente publicado en Buenos Aires en 1947. Se trata de Testimonios de José Antonio, de Enrique Pavón Peryera, con prologo de José Luis Jerez Riesco, ediciones Nueva Republica, Barcelona, 2012.

Sumo a la excepción España. Una historia única, publicada en 2008, con ediciones sucesivas. El autor Stanley G. Payne, por descontado, prestigioso historiador e hispanista de la Universidad de Wisconsin, se propone una síntesis de toda la historia de España desde los visigodos hasta Rodríguez Zapatero y, en un libro de cuatrocientas paginas, dedica monográficamente a José Antonio una veintena y un capitulo entero titulado José Antonio, la presencia del ausente.

Payne hizo su aparición entre nosotros, en 1965, con su tesis doctoral, que en Ruedo Ibérico tituló Falange. Historia del fascismo español. Allí escribe:

En 1960 mientras las nuevas corrientes católicas y socialistas se prestan a disputarse el porvenir político del País, la mayoría de los españoles apenas si recordaran que en un tiempo existió una cosa llamada Falange.

En realidad la Falange con su jefe desaparecido y sus demás mandos sumidos           en la mayor confusión, hubiese pasado completamente desapercibida si Franco y los militares no hubiesen encontrado en ella un útil instrumento del cual servirse.

De aquella ardorosa pasión de otros tiempos, en 1945 no quedaban más que nostálgicos rescoldos.

Confirmación de existencia es que, cuarenta y tantos años después de escrito lo anterior, Payne escriba en su nuevo libro:

Casi todos los testimonios coinciden en señalar que José Antonio era una persona inteligente educada encantadora y totalmente seductora. Era el diputado más conocido de las acaloradas Cortes republicanas, ninguno otro caía tan bien incluso a sus adversarios políticos y eso en el caso de una persona ideológicamente dedicada al antiparlamentarismo. Antes de la llegada de Felipe González, fue el primer líder político conocido por su nombre de pila (p. 311).

El atractivo de su figura no ha desaparecido en absoluto. José Antonio sigue siendo un símbolo de la unidad y el nacionalismo español, una alternativa utópica truncada cuando acababa de florecer, un credo potencial que no puede falsearse porque nunca llegó a desarrollarse ni aplicarse del todo. Sigue teniendo admiradores y seguidores. En este sentido su prematura muerte es casi tan importante como su vida (p. 326).

2. José Antonio es arquetipo

Thomas Carlyle, un pensador británico del siglo XIX, nace en 1795 y muere en 1881. Diserta en una serie de seis conferencias, que se imprimen en 1840 con el titulo de Sobre héroes, culto al héroe y lo heroico en la historia. Para Carlyle los héroes son los grandes hombres, de los que deduce el culto al héroe.

Culto al héroe, en Carlyle, no es sumisión sino asombro ante la verdad que ellos rebelan, entusiasmo y gozo por la liberación, salvación y guía que ellos, por medio de aquella verdad, procuran. Los hombres que siguen al héroe forman con él una constelación (yo diría una comunión), un todo armonioso humano, acaso el conjunto más sublime y verdaderamente fraternal que pueda anhelarse entre los hombres.

Sigue Carlyle. En el mundo nunca se ha realizado nada que valga y que perdure sin la dirección y guía del gran individuo, ya se considere producción o productor de la sociedad. Cuando el héroe no está físicamente, en todo gran movimiento, en toda gran realización, allí estará él, en alma, con sus ideas, moviendo desde lejos, desde el pasado, a los de aquí y de hoy, edificando, poniendo las cosas en orden y justicia.

Carlyle exclama ¡La historia del mundo no es sino la biografía de los grandes hombres! La esencia de nuestro ser, el misterio en nosotros que se llama a si mismo yo, es un halito del cielo: El Ser supremo se revela al hombre. No hay más que un templo en el Universo y es el Cuerpo del hombre  dice Carlyle citando al poeta Novalis y sugiriendo la idea del Espíritu Santo (1 Cor. 6,19).

Inclinarse ante el Hombre es como reverenciar esta revelación en la Carne, afirma Carlyle. Si el culto, aunque sea a una estrella, tiene un significado, ¡cuánto mayor lo lo contendrá el culto al Héroe!

Partiendo de la idea de Divinidad. Carlyle establece cinco rangos de héroes: Profeta, Poeta, Sacerdote, Literato y Rey, que naturalmente no se deben entender al pie de la letra. Rey es Jefe de Hombres. Representa en resumen todas las figuras del heroísmo (Sacerdote, Maestro). Todo cuanto imaginemos de dignidad se configura en este para mandar sobre nosotros para decimos en cada día lo que debemos hacer. Se llama Rex (regulador), Roi, King, Kooning, esto es, el Hombre Capaz.

¿Por qué pienso en José Antonio Primo de Rivera? ¿Por qué vengo pensando en José Antonio desde hace setenta años? Una primera respuesta ha quedado escrita en el capitulo Pedradas a la Luna del libro Aquí hubo una guerra (Plataforma 2003, Madrid, 2010).

Para mi, José Antonio existe como arquetipo, como superación del fracaso, por encima del fascimo-antifascismo, que es una antigualla; por encima del franquismo-antifranquismo, que es otra antigualla, por encima de las cien falanges que son la babel de nuestro purgatorio, sin que me molesten, en cuanto formas de vida, formas de vida: rosas y yerbas, cardos y espinas, brisas y ventoleras, por todos los caminos.

José Antonio es paradigma de un modo de ser. José Antonio es paradigma de renuncia, de innovación, de actitud religiosa y de hombría, en suma. Como una oración, repito la frase que descubrí en un Eugenio Montes menos conocido, en un artículo publicado en el diario Arriba, en 1945, cuando según el primer Payne, solo quedan nostálgicos rescoldos.

Está terminando la Guerra Mundial, estamos en crisis y no sabemos ciertamente para donde mirar. El artículo de Montes, inteligencia de la Falange, se titula Nunca José Antonio será ceniza y en él deja esta lección anticipada:

Los puntos, los programas, las situaciones pasan. Nunca José Antonio, cifra ardiente de una ensoñada España, será ceniza, porque ha trascendido

a una arquetípica actitud ante lo humano.

Lo leo, lo releo. ¿Puntos? ¿Programas? ¿Situaciones?

3. José Antonio es tabú.

José Antonio está prohibido, está proscrito, esta tergiversado. No se puede hablar de José Antonio, al menos con conocimiento ecuánime. Frecuentemente, en libros actuales y solventes, en el índice onomástico, se le confunde con su padre, Miguel, nombrado simplemente Primo de Rivera. José Antonio es hoy el gran desconocido, si no es agraviado porque, en el caso de que se le conceda existencia histórica, aparece como peligroso pistolero fascista o como golpista del franquismo. José Antonio es tabú, a izquierda y derecha.

Cristina López Schlichting, a quien, con ocasión del centenario, le propuse un sencillo recordatorio radiofónico, me escribe:

Habrá que esperar cincuenta años para que la gente deje de odiarse a causa de la republica y de la guerra civil […] José Antonio es víctima de la utilización ideológica, primero, de Franco y, ahora, de los falsos demócratas .

Ante mi insistencia, Cristina me explica por escrito:

José Antonio es objeto de tal tabú que siendo como soy el blanco más perseguido (como parte de COPE) no me atrevo a tratarlo.

¿A quien se censura de este modo implacable? ¿De quien se trata?

Se trata de un joven esclarecido y gallardo, universitario enamorado del Derecho, que se perfila como autentica gloria del Foro español, según la autoridad jurídica y adversaria de Bergamín (1927); que entra en política noblemente, en defensa de su padre (1931); que, en política, actúa plenamente, como titular de un partido, solo año y medio (desde octubre de 1934, elegido Jefe de la Falange por tres años, hasta su encarcelamiento en marzo de 1936); que, a pesar de tal brevedad, ha originado más bibliografía que cualquiera de sus coetáneos ilustres y que muchos de ellos juntos; que ha dejado mil setecientas paginas de cristalino pensamiento y de nítida prosa, ahí presentes para su estudio; que ha movilizado a tres generaciones de idealistas; que arrostra el cautiverio y la muerte estoicamente, ejemplarmente, cristianamente; que para quienes le analizan y conocen honestamente adviene en arquetipo; que, en fin, hace exclamar al filosofo francés Gustave Thibon ¡Qué alma más limpia!

La censura es, ciertamente, implacable e irracional. He aquí unas muestras que he vivido:

En el Instituto de Estudios Políticos (1976), en un inquisitorial auto de fe, se destruye el depósito de la admirable edición de sus Obras Completas.

En 1999, en la Universidad de Salamanca (en la Salamanca de Unamuno, que conversa con José Antonio y le califica de cerebro privilegiado, tal vez el más prometedor de la Europa contemporánea), se prohíbe y persigue un curso promovido por una asociación de estudiantes, que, previo pago, cubrió una matricula de cuatrocientos para asistir a las disertaciones sobre José Antonio, entre dos mundos. La evolución de un pensamiento.

Como catedrático emérito, diré, no sin rubor, que la conferencia que prohibió el rector de la Universidad de Salamanca, profesor Berdugo, pude darla finalmente en la Universidad de Trieste, a requerimiento del profesor Spagnesi, director del Departamento de Ciencia Política. Me consta que la noticia se envió desde la delegación de la Agencia Efe en Roma; pero, vaya por Dios, no pudo entrar en los circuitos nacionales.

En 1997, con una audacia que todavía no me la acabo de creer, se presenta en el Ateneo de Madrid el libro Sobre José Antonio, siendo presidente del Ateneo, Paulino García Partida, de Izquierda Republicana. Fue un acto clamoroso, insólito y de marcado estilo falangista. Los más viejos ateneístas no recordaban otra semejante ni el salón tan abarrotado. Al día siguiente, ni una palabra de la Prensa, de la Radio o de la Televisión.

Durante cuatro años, sucesivamente, la Universidad Complutense, en sus oceánicos cursos de verano, ha negado un ciclo mínimo dedicado a José Antonio, desde un punto de vista académico, a cargo de catedráticos de la propia Universidad y siendo yo mismo, proponente, catedrático complutense.

Tras aquella nueva censura, por carta, ofrezco el curso al Rector de la Universidad Carlos III, Gregorio Peces-Barba, que cortésmente me da la callada por respuesta.

El Servicio Filatélico, que la concede a Mortadelo y Filemón, deniega una emisión, solicitada en tiempo y forma, con motivo del centenario de José Antonio (2003), a semejanza de las emisiones de Indalecio Prieto, Victoria Kent o Pablo Iglesias.

Debidamente requerido, el Colegio de Abogados de Madrid, al que José Antonio perteneció (mi oficio de abogado, tan profundamente querido dice en su testamento), no accede al menor recordatorio.

La Real Academia de Doctores rechaza una petición académica para señalar el centenario con una conferencia sobre José Antonio a la vista del Derecho y la Universidad.

Con absoluto desconocimiento de su contenido, el Grupo Socialista del Ayuntamiento de Madrid, mediante un comunicado oficial, exige la prohibición de una conferencia titulada escuetamente José Antonio Primo de Rivera en el ciclo Madrileños del siglo XX organizado autónomamente por el Instituto de Estudios Madrileños en el Centro Mesonero Romanos.

Televisión Española retira de la programación el video del centenario de José Antonio (23 de abril de 2003) realizado con guión de Adriano Gómez Molina y el sello de Victoria Prego en la producción. El director general de RTVE se llama José Antonio y José Maria, el presidente del gobierno. ¿Quién dio la orden? Lo he preguntado una y otra vez sin resultado.

El miembro del Consejo de Administración de RTVE, Sacaluga, exige públicamente la prohibición de la sesión dedicada al centenario de José Antonio en el programa Negro sobre Blanco de Sánchez Dragó. La sesión se emite, de madrugada; pero el programa acaba suprimido.

Raramente (en dos ocasiones, recurriendo personalmente a Jesús de Polanco), los periódicos publican mis cartas sobre José Antonio, que escribo sólo para el restablecimiento de verdades vulneradas.

En 1998, el Secretario General de la Delegación del Gobierno en Asturias, José María Pérez Rodríguez, del Partido Popular, es destituido fulminantemente por calificar a José Antonio, ante un reducido auditorio, como español admirable y ejemplar, injustamente olvidado.

Después de haber permanecido cincuenta años, se retira vindicativamente de la galería del Ateneo de Madrid el retrato de José Antonio, siendo presidente Carlos París (2000).

Un renombrado catedrático de Historia renuncia a su participación en un encuentro intelectual sobre José Antonio y se justifica literalmente, por escrito: Mi participación tendría consecuencias muy negativas para mí en lo profesional y en lo personal (2003).

Enrique Quesada solicita mi dirección para su tesis doctoral, José Antonio, la derecha y el fascismo; pero la malicia de la Facultad de Historia de la Universidad Complutense, Sección Moderna y Contemporánea, actúa de modo que el doctorando tenga que renunciar a su intención.

Todo lo anterior y más hace decir al historiador Luis Suárez: José Antonio es el gran ninguneado y hace falta valor cívico para citarle en público.

En la edición de 1980 de En busca de José Antonio, de Gibson, la editorial Planeta presenta a José Antonio como una de las figuras de nuestra reciente historia más interesante y menos estudiada; su vida y su obra permanecen aún bajo la hojarasca. Y la editorial Aguilar, en el 2008, como una figura todavía hoy poco conocida. Antonio Gibello titula su libro José Antonio; ese desconocido con la calificación que utilizará Arnaud Imatz: ce méconnu.

4. José Antonio es conciliación.

Para nuestra reciente y presente historia, se habla de reconciliación y de condena. Más de condena que de reconciliación, cuestión estimativa. Lo perturbador es que se habla de condena y reconciliación, a la vez, que es como sorber y soplar al mismo tiempo.

Tenemos un problema dialéctico, cuestión previa: reconciliación o conciliación? No cabe reconciliar lo que nunca estuvo conciliado.

José María García Escudero, autor de Historia política de las dos Españas (1975), escribe Los españoles de la conciliación, en 1987, libro inteligente, como suyo, pero que me desazonó porque, a mi juicio, no situaba en él debidamente a José Antonio, que, evidentemente, por la fecha, ya estaba diluido en la condición de tabú.

José Antonio, lo que propone es una conciliación de lo que nunca estuvo conciliado y propone de un modo deslumbrante la síntesis de izquierda y derecha. Ni en la derecha ni en la izquierda está el remedio. La victoria de una de las dos implica la derrota y humillación de la otra. No puede haber vida nacional en una Patria escindida en dos mitades irreconciliables: la de los vencidos rencorosos de su derrota y la de los vencedores embriagados con su triunfo … Todo está en José Antonio.

Pero aparte de la proclamación de ideas, hay un hecho histórico: los intentos de José Antonio para que cesen las hostilidades desbordadas a partir de julio de 1936. Iniciada la guerra civil, encarcelado, José Antonio propone formalmente el cese de hostilidades ofreciéndose como mediador y planteando un gobierno de pacificación.

Ahí están su carta de 9 de agosto de 1936 al presidente de las Cortes, Martínez Barrio; su entrevista con Martín Echeverría, subsecretario de Agricultura y secretario de la Junta Defensa de Levante; y los borradores que deja en la cárcel sobre la situación. Este es un hecho histórico en que luce radiante el José Antonio de la conciliación y que bien merece un estudio a fondo con las máximas precisiones. Ya va siendo hora, antes de que se empañe definitivamente la Historia.

Nueva Revista (número 133, junio de 2011) ha publicado un numero monográfico con el tema de II Republica. Historia y mito. Cierra este número La última alternativa, capitulo que escribe Rafael Borras, camarada de otro tiempo, que, a mi juicio, hace necesario el estudio propuesto.

Para Borras todo el merito de los intentos de acabar con la Guerra Civil es atribuible a Martínez Barrio. Y así escribe.

Los intentos de mediación de Diego Martínez Barrio para evitar el estallido de la tragedia me parece que, desde la acera de enfrente, solo fueron correspondidos por José Antonio Primo de Rivera, líder del partido Falange Española. Detenido en Madrid en marzo de 1936, a primeros de junio fue trasladado a la prisión provincial de Alicante, donde le sorprendió el inicio de la contienda. Allí, probablemente en el mes de agosto, redactó la lista de un posible Gobierno más que curioso, con el que, de una manera ilusa, pretendía poner fin al drama que enfrentaba hermanos contra hermanos.

Presidencia y Guerra: Diego Martínez Barrio. Estado: Felipe Sánchez Román. Justicia: Melquíades Álvarez. Marina: Miguel Maura. Gobernación: Manuel Porte/a Valladares. Agricultura: Mariano Ruiz Funes. Hacienda: Juan Ventosa Calvell. Instrucción Pública: José Ortega y Gasset. Obras Públicas: lndalecio Prieto. Industria y Comercio: Agustln Viñuales. Comunicaciones, Trabajo y Sanidad: Gregorio Marañon.

El hecho de que el líder falangista encabezara aquel utópico Gobierno con el nombre de Diego Martínez Barrio, miembro del Comité Revolucionario que en 1931 se constituyó en el Gobierno provisional de la II Republica, y masón notorio, no deja de ser significativo, pues de entre toda la clase política del momento parecía la cabeza mas templada; el resto del gabinete lo integraban republicanos y socialistas moderados, amen de algún nacionalista catalán, pero ni un solo miembro de la CEDA -el partido acaudillado por José María Gil Robles- ni por supuesto de los partidos monárquicos.

Años después, en 1996, Miguel Primo de Rivera certificó la autenticidad del documento al incluirlo en los Papeles póstumos de su tío José Antonio …

Nada de la carta de José Antonio a Martínez Barrio; nada del esquema Propuesta de solución política; nada del Guión para un manifiesto político; nada de los doce puntos de Mi ofrecimiento. Así no se escribe la historia

A mayor abundamiento, José Antonio, tiene el gesto estelar, tan documentado como poco conocido, de abrazar fraternalmente al presidente del tribunal que le acaba de condenar a muerte. Lo he relatado en un articulo titulado El abrazo, que considero momento estelar, en recuerdo del Stefan Zweig de mi juventud y sus Momentos estelares de la Humanidad.

Condenado a muerte, al cabo de un proceso obsesivo y de interrogatorios implacables, con el cabello rapado, vistiendo un mono raído, calzado con alpargatas, sin afeitar, negado el uso de la toga… José Antonio, que lleva tres días de tortura mental, a las tres de la mañana, después de la tensa reunión del jurado, que dura cuatro horas , arrostra toda esa situación, patéticamente narrada en la crónica de El día de Alicante, principio de la desgracia de su autor, y se sublima en su grandeza.

Leída la sentencia de muerte, inmediatamente José Antonio avanza hacia el estrado, abraza al presidente del tribunal, Eduardo Iglesias del Portal, con el cual había tenido relación en el foro en Madrid, el uno como abogado el otro como fiscal, y le pide perdón por lo que habrá sufrido por su culpa. El abrazo de José Antonio es el inmenso monumento a la conciliación de España.

Terminada la guerra, Iglesias del Portal, que, por matrimonio, se había instalado en Aguilar de la Frontera (Cordoba), se separa de la familia y se destierra en México. El 30 de enero de 1955, sus hijas (Maria, Teresa y Dolores), escriben a Miguel Primo de Rivera, entonces Embajador de España en Londres, para que interceda a favor de la repatriación de su padre, aduciendo la amistad que le unía con José Antonio y recordándole el abrazo le dió en su presencia, al conocer la sentencia de muerte.

Miguel Primo de Rivera no solo realiza las gestiones, sino que, en unión de su hermana Pilar, se persona como solicitante del indulto ante el Consejo de Ministros, que lo concede en la sesión de 27 de julio de 1956, presentado por el ministro de Gobernación, Blas Pérez González y bajo la presidencia de Francisco Franco. Que Pilar y Miguel soliciten y obtengan el indulto para el presidente del tribunal que condenó a muerte a su hermano es digna culminación del gran abrazo conciliador.

Iglesias del Portal, regresa a España, formaliza su jubilación con los derechos correspondientes y vive normalmente en Aguilar de la Frontera hasta su fallecimiento en 1969, a los ochenta y tres años de edad. Un episodio enturbia esta historia. José Luis Sáenz de Heredia proyecta la película de José Antonio y considera oportuno el testimonio protagonista del abrazo; pero las hijas, las mismas que solicitaron y obtuvieron la ayuda de Miguel, se interponen y lo impiden.

Por encima de todo y para siempre, José Antonio ha dejado la conciliación final de su admirable testamento

¡Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles … Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español tan rico en buenas calidades entrañables la Patria, el Pan y la Justicia.

5. José Antonio está en Plataforma 2003

Vuelta al principio.

José Antonio está en el aire, en su inmanencia, a veces imperceptible, en una brizna, en el porqué del nombre del socialista José Antonio Griñan, bautizado en 1948; en los 5.455 votos de Falange Española de las JONS, en las últimas elecciones locales; en una idea suelta; en una palabra sin dueño. Está categóricamente, por definición, en Plataforma 2003. Y en Plataforma 2003 tiene nombres y apellidos, abnegación y talento. Solo las Obras Completas, Edición del centenario, la gran hazaña, justificaría la existencia de la Plataforma como estancia de José Antonio. Añádase toda la empresa personal que día a día se derrama en heroísmo civil, como editorial y centro de estudios.

Lo dice Payne en la página 311 de su España. Una historia única:

La manifestación más espectacular de fervor a José Antonio es la difusión de actividades y nuevas publicaciones propiciadas por Plataforma 2003 una asociación fundada por admiradores de José Antonio para conmemorar su nacimiento, sufragada por ellos mismos.

Lo dice el artículo segundo de los Estatutos de Plataforma 2003:

Asociación Cívico Cultural para la restitución histórica de José Antonio Primo de Rivera (Vida pensamiento y obra) al patrimonio común desde la sociedad civil, sin afán proselitista alguno, más allá de cualquier tentación política al margen de toda contienda electoral siempre como alta tarea patriótica cívica y moral todo ello en el ámbito estrictamente cultural y mediante la investigación histórica, el estudio doctrinal, la aportación documental, la labor docente, la acción editorial y los encuentros de convivencia.

Insoslayablemente escribo, en nombre de todos, dos nombres: Jaime y Beatriz. En julio de 2009, en Puentedeume (Universidad de Verano de La Coruña) Jaime Suárez, solo ante el peligro, diserta sobre José Antonio y las dos Españas. En aquella conferencia, resume el horizonte de Plataforma 2003:

La restitución de la figura de José Antonio como patrimonio de todos los españoles, mas aun, si cabe, de todos los hispanos, mediante su estudio e investigación, no desde la apología ni desde la hagiografía, sino en la indagación insobornable de la verdad histórica, sea esta favorable o no, siempre con un riguroso análisis crítico y apoyo documental.

Y todo ello como una alta tarea moral más allá de cualquier operación de recuperación política y de su posible utilización partidista. Como adhesión al malogrado propósito de poner fin a las dos Españas mediante la síntesis de los valores nacionales de la derecha con los valores sociales de la izquierda. En una nación de todos para todos y con todos sin exclusivas ni exclusiones, con el compromiso irrenunciable de hacer efectiva realidad en nuestra historia presente y futura su última voluntad, que no hubiera nunca más sangre española vertida en discordias civiles.

Plataforma 2003

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