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Concha Espina y su poema a José Antonio

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CONCHA ESPINA / GABRIELA MISTRAL
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Por José María García de Tuñón para elmunicipio.es

Señora de la verdad y una de las mejores escritoras españolas del pasado siglo, nació en Santander el 15 de abril de 1869, y en esta ciudad pasó sus primeros quince años con sus  hermanos -hacía el número siete de diez que eran-, y sus padres, Víctor Rodríguez Espina, natural de Oviedo, y Ascensión García Tagle, natural de Madrid, que la educaron con mucho esmero. Era una niña seria  y sus inclinaciones literarias se despertaron muy pronto. Escribe versos a los 12 años, dedicados a la Virgen, firmando con el seudónimo de Ana Coe Snichp. Aparecen publicados en el periódico santanderino El Atlántico. Sin embargo, el ambiente burgués en que vivía no era muy propicio para la literatura. En su familia no había antecedentes de escritores, ni tan siquiera en su casa había una biblioteca, salvo algunos libros con temas religiosos. La única persona que alentaba sus aptitudes literarias era su madre, mujer de un gran talento natural, pero que muere cuando más la necesitaba su hija que contaba sólo 22 años de edad.

Fiel a las ideas que tuvo siempre, dedica un poema a José Antonio «ídolo de la saludable juventud de España, copia ingente de valentía, patriotismo y desinterés, condenado sin culpa ni causa, por un simulacro de tribunal, lo más vil de esa plebe que por vicio y calumnia suele llamarse “pueblo”», dice en su libro «Retaguardia».. El poema, tan poco conocido, llevaba por titulo, «Como un mártir primitivo»:

Cayó en la arena inflamado

como un mártir primitivo,

de azul camisa bordada

y es un muerto siempre vivo

con la mano levantada.

 

Gallardete de señales

abierta la extendió al viento

de los sueños imperiales

que de una flor daba ciento

en la mies de los rosales.

 

Semilla de precursores,

en José Antonio madura

la estirpe de los mejores,

dardo prendido en la altura,

ramo de yugo y flores.

 

Así el héroe su cosecha

en España centuplica;

su pregón es una endecha

y una campana repica

al vuelo de cada flecha.

El 14 de abril de 1931 se proclama en España la II República, la República que algunos parece que añoran ahora. Concha Espina se entusiasma con ella; pero no tardará en mostrarse reticente frente a los acontecimientos, que le cuesta admitir frente a la mayoría de aquellos políticos de los que se siente cada vez más alejada espiritual e intelectualmente. Seguirá escribiendo y viviendo sin cambiar en lo esencial su modo de pensar y su modo de actuar. Defiende dos ideales que parecen haber guiado su vida: la religión católica y la hispanidad. En 1933 publica una colección de poemas que tituló, «Entre la noche y el mar»».

Durante ese periodo tan nefasto para España y la mayoría de los españoles, sigue escribiendo, por ejemplo «La flor de ayer», pero ya tenía perdida toda la fe en ella. En estos años, Gabriela Maurer, esposa de su hijo Luis, trae al mundo un niño que fue bautizado con el nombre de José Antonio, «ahijado de José Antonio». Cuando comienza la guerra, sus hijos Luis y Víctor se incorporan a las filas nacionales. Ella se encuentra en Mazcuerras donde, un mes después, recibe la noticia de la muerte del alcalde republicano de Cabezón de la Sal, Ramón de la Serna, su marido, de quien llevaba separada desde 1934. En agosto de 1937 las tropas nacionales entran en Mazcuerras con sus hijos Luis y Víctor a la cabeza. Terminada la guerra, su hijo Luis recupera, de la casa de su madre en Madrid, la imagen de la Virgen de la Inmaculada a la que la escritora tenía mucha devoción. La encontró en una carbonera con las manos cortadas. El disgusto que llevó la escritora fue grande, pero una llamada telefónica al general Millán Astray la dejó muy calmada, sobre todo cuando al día siguiente recibe esta carta del mutilado general:

Insigne y gloriosa Concha Espina:

Muchas gracias mi tan querida como admirada escritora, por haberte acordado de mí al encontrar a tu Virgen del siglo XVI. Mutilada de Guerra por Dios y por la Patria en la liberación de España. Bien has encaminado tus pasos, pues es a mí a quien cabe el honor de ser el encargado de velar por nuestros gloriosos Caballeros Mutilados de Guerra. Y ya son Caballeros Mutilados en esta guerra las tallas del Santísimo Cristo de la Parroquia del Sagrario de Málaga y el de la Parroquia de Maravillas de esta Capital. Y ahora uniremos a esas imágenes cercenadas por las hachas y los tiros de los rojos ateos, la Inmaculada del siglo XVI por la que tú sientes tanta ternura y veneración, y ante la que, en el nombre de todos los Mutilados, te suplico con todo mi cariño que nos representes y seas tú la que condecores con ese Distintivo que la ofrendamos, y la des el culto y los honores que le corresponden a esa imagen, en su nueva y gloriosa categoría de «Mutilada de Guerra por la Patria».

Con el cariño y admiración que todos los españoles sentimos por nuestra Concha Espina, te besa las manos, tuyo. Millán Astray

Poco antes de morir, el 19 de mayo de 1955, le preguntaron: «¿Cuál es a su juicio, el sentido de la vida?». Ella contestó: «Cumplir la voluntad de Dios, con humildad y paciencia, puesto que tenemos fe en su otra vida interminable».

Hoy, los restos de la que fue genial autora, reposan en el cementerio de la Almudena de Madrid.

                                                                  JOSÉ Mª GARCÍA DE TUÑÓN AZA

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4 COMENTARIOS

  1. Buenisimo articulo en recuerdo a la gran escritora Concha Espina en cuyo homenaje existe una importante calle en la capital de España , gran escritora como cito anteriormente, que ha dejado una extensa obra ademas de una mujer admirable y de solidos principios que merece un recuerdo .

  2. Que gran mujer, ademas de escritora notable, la que nos describe Garcia de Tuñon y que leccion nos da poco antes de morir al referirse al sentido de la vida. Me he emocionado al leer los versos que dedica a Jose Antonio y sobre todo cuando nos relata la injusticia de su asesinato

  3. Había leído a Concha Espina hace muchos años, y ahora, al leer el artículo de García de Tuñón Aza, me detengo en ese poema dedicado a José Antonio, que pocos conocen o conocemos, pero que da muestra de la categoría literaria y humana, de esta magnífica escritora que el columnista de elmunicipio.es, nos ha regalado una vez más. El conocimiento que tiene sobre la HISTORIA NACIONAL ES Verdaderamente asombroso. Hechos de esta naturaleza, como la que testimonia Concha Espina y publica José María, nos hace recobrar la fe en nuestra gente.

  4. Olvidada Concha Espina por la intelectualidad actual y recordada con toda generosidad y acierto por García de Tuñón, autor de este oportuno artículo.
    Una vez más mi enhorabuena sincera.

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