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UNA LECCIÓN DE PUEBLO

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Ayuntamiento de Cieza (Murcia)

Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

En mi ciudad o pueblo, según la denominación antigua, el partido político falangista que pervive desde la muerte del dictador, tiene un reconocimiento positivo que quizá parezca algo extraño en otros lugares, donde decir que se es falangista poco menos que significa exclusión social. Personalmente tengo que decir que aquí, dentro de las controversias propias de la realidad democrática, gozamos del respeto de todos. Falange Auténtica, en este caso, es un partido más en el universo político. Claro que FA,- y no quiero hacer propaganda-, ha actuado siempre, siempre, de acuerdo con las normas democráticas, en donde se olvidó desde el principio, cualquier gesto fuera de lugar, además de enfocar nuestra acción política de cara a los trabajadores y obreros del pueblo. A diferencia de otras formaciones con caretas de nuevos, pero que en el fondo son elitistas, y ahí pierden partidos como Podemos -que parece una casta de titulitis universitarias-, nuestros afiliados y camaradas ocupan en una gran mayoría oficios humildes y sencillos: albañiles, repartidores, chóferes, jornaleros, un par de maestros de escuela, algún licenciado, varios camareros, es decir gente del pueblo, pero en todo momento fieles a un mensaje de convivencia, de paz, de trato leal y legal, que han permitido a pesar de tantas perversas campañas sufridas por “lo falangista”.

Uno, yo, pienso que hacer política normal, quitando todas aquellas adherencias que sin ser nuestras, condicionaban la presencia de Falange en la vida democrática, era la única forma de que nuestra filosofía, nuestro mensaje, tuviera la aceptación general en un país muy diferente de la España de la década trágica de los treinta. Un viejo militante de FA local, emigrante en Alemania que puso un bar luego de veinte años trabajando lejos de su casa y de su familia, me decía con emoción contenida que ni siquiera la torpeza de la falange oficial, había podido desviarle de su vocación falangista. Y eso nos animaba a continuar por el camino emprendido y a mí me dio una lección de fidelidad, mi viejo camarada solo pedía una cosa, la de estar en política como lo veníamos haciendo, siendo tan natural como los demás. Por eso, aquí no hemos tenido acoso, desprecios, ataques, sino un demostrado espíritu de convivencia, más allá de algún despistado que más por lo que pasaba en otros lugares que por lo que vivíamos aquí, pudiera salir de parva.

Treinta y tantos años de vida política desde la homologación con todos, desde la actuación exenta de desplantes, de descalificaciones, de protagonismos estériles, de medias tintas a la hora de proclamar nuestra convicción democrática han hecho que el nombre de Falange sea admitido con absoluta normalidad, lo que indica -se quiera o no-, que si se trabaja en este modo, si no se cae en provocaciones absurdas (y esto sin abdicar de la doctrina), los falangistas tendremos nuestro espacio, en esta sociedad que aun, por culpa de extravagancias accidentales, son negadas en parte del país. Es verdad que no gozamos de buena prensa en muchos sitios, pero habrá que preguntarse si no es  a causa de una mala interpretación de lo que es y cómo tiene que ser Falange. Desechar viejos tic, emplear un lenguaje distinto, estar en la sociedad parece necesario. Hoy aquí en nuestro pueblo, como antes en Ardales o en Hoyo, han hecho evidente esta lección desde el pueblo. Por eso, estar presentes en las próximas elecciones municipales, con una lista de 25 candidatos no será un problema en Cieza.

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1 COMENTARIO

  1. Ese es el camino y la acertada, verdadera y auténtica acción política. Alguna experiencia tengo al respecto y referida a la gran empresa; aunque de ello, transcurridos los años, sólo quede el respeto, la admiración y una cierta empatía general con las ideas pregonadas. No es poco y me conformo después de la tremenda incomprensión que hubo que sufrir en el pasado. A todos aquellos que ofrecían paraísos se les han caído de la manos. No existían ni existen. A nosotros no se nos ha caído la conciencia. Mantengamos en alto nuestra moral y nuestra ética. Podrían venir tiempos mejores; peores, imposible.

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