Los ciudadanos que durante su infancia y adolescencia padecieron dificultades económicas tienen más posibilidades de verse en situaciones de pobreza durante su etapa adulta que el resto de la población.
T.I / Así lo revela una investigación coordinada por las universidades de Oviedo y Castilla-La Mancha a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida en 2011, presentada en el XXII Congreso de Economía Pública celebrado en Santander.
Según sus resultados, los encuestados que de niños o adolescentes tuvieron problemas económicos manifiestan un 24% de posibilidades de caer en la pobreza, lo que supone 10 puntos más que la media española.
De esta diferencia, cinco puntos se deben exclusivamente a los padecimientos durante la adolescencia. El estudio se centra en las preguntas retrospectivas de la Encuesta de Condiciones de Vida, que revelan datos sobre si los encuestados sufrieron problemas económicos en su familia de origen, así como el nivel educativo y la situación laboral vivida por sus padres en los años de adolescencia.
NIVEL EDUCATIVO
Para Ángeles Davia y Nuria Legazpe, investigadoras de la Universidad de Castilla-La Mancha, sí es observable que “las personas adultas que vivieron problemas económicos en la infancia y adolescencia tienden durante su vida adulta a tener más problemas económicos que el resto”.
Sin embargo, también se aprecia que “aquellos capaces de superar el nivel educativo de sus padres se protegen mejor de este riesgo”, señaló Davia.
De ahí que “las familias que a pesar de su nivel educativo o de renta logran que sus hijos se eduquen, contribuyen a que estos tengan menos riesgo de pobreza en el futuro”.
Este estudio se dio a conocer ante los 150 expertos en Hacienda pública asistentes al encuentro, junto a otro trabajo sobre el ‘Coste/beneficio de una renta básica’.
ELEVADO COSTE
Dirigido por el profesor Juan Gimeno Ullastres, catedrático de Economía Aplicada de la UNED, este trabajo concluye la viabilidad de una ‘renta básica universal’ con una cuantía cercana a los 400 euros mensuales por ciudadano.
La medida costaría en bruto 163.000 millones de euros, de los que el 60% se autofinanciarían con el “arbitraje de medidas” que permitan recuperar en torno al 40% de su coste a través del IRPF.
Según Gimeno Ullastres, la “mayor dificultad” para una renta básica universal es su “elevado coste”, aunque la fuente primaria de financiación es “viable” por la absorción de otras partidas que en la actualidad se destinan a políticas sociales.
Otra investigación en el mismo sentido, presentada por Amadeo Fuenmayor, de la Universidad de Zaragoza, plantea como alternativa a la renta básica un «impuesto negativo de la renta».
En este trabajo, los autores sitúan como punto de partida un mínimo de 8.551 euros exento de IRPF. Por debajo de ese nivel los ciudadanos tendrían derecho a hacer la declaración de la renta negativa y percibir así una compensación a unos ingresos tan bajos.
