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Una confederación de movimientos comunales de los pueblos hispánicos

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Por José Ignacio Moreno Gómez para elmunicipio.es

Conservo varios números de la revista Nuevo Índice. Dicha revista, al igual que lo fuera su antecesora, la revista Índice, estuvo dirigida por  uno de esos escritores e intelectuales catalogados, con toda la confusión que el término entraña, como falangistas liberales. Aunque algunos desdeñen su labor, lo cierto es que Índice nunca anduvo próxima a la oficialidad franquista. Tampoco Nuevo Índice se acercaba a ningún grupo nostálgico del Régimen; más bien todo lo contrario. En sus páginas escribieron hombres y mujeres de la talla de Leopoldo Azancot, Ramón Barce, José Bergamín, Aquilino Duque, José Hierro, Heleno Saña y un largo etcétera de figuras de perfiles muy diversos. El espíritu de la revista, al menos el de su director, Juan Fernández Figueroa, apuntaba a una izquierda nacional o a un neo-falangismo a la izquierda. En sus páginas se hicieron diversas menciones a la importancia del legado político e intelectual de José Antonio Primo de Rivera y a la necesidad de utilizarlo en la construcción de un nuevo futuro para España. En el número trece del año 1983 de Nuevo Índice, encontramos una entrevista al que había sido pocos años atrás Jefe Nacional de FE de las JONS Auténtica, Pedro Conde Soladana. En dicha entrevista  relataba Pedro Conde como  el proyecto de la Falange auténtica se había vuelto inviable: <<era como un producto viejo que no tenía venta>>. Y añadía: <<más que por las líneas maestras de su pensamiento, por la etiqueta externa de sus formas, que tan vil y cínicamente se habían usado>>. Más adelante, seguía: << Las ideas de José Antonio, el de 1936, desembocan en una corriente de pensamiento socialista universal; de matiz cristiano; convergen con otras corrientes modernas en un movimiento personalista y socialista que ha de traer en el futuro un hombre nuevo, una nueva cultura, una distinta economía, otra forma de democracia más perfecta>>.

Fue por aquella época cuando alguien que había formado parte de la FE de las JONS Auténtica me comentó que, tras la disolución de ésta,  había existido el proyecto de crear un “Movimiento Comunal de los Pueblos Hispánicos” (o Ibéricos, que no recuerdo bien). Es curioso, pues nunca más volví a oír hablar de  tal Movimiento. No sé si  sería una invención de este camarada.

Años antes, en 1968, Narciso Perales había manifestado que << las formas no constituyen las sustancias. Y lo que importa siempre es la sustancia. Fijaos bien porque lo que podemos y tenemos que salvar es la sustancia, no la forma. La forma está perdida>>.

También ahora, el veteranísimo Ceferino Maestú nos viene a decir: <<Yo creo que tratar de limpiar a la Falange de todo lo que la han echado encima los gobernantes de Franco, y convencer al pueblo de lo que somos en verdad, será perder el tiempo. El nombre es lo de menos. José Antonio pretendió crear un Movimiento Sindicalista, luego la Falange, y luego la FE de las JONS. En este momento, José Antonio buscaría, con las mismas ideas, otra denominación>>.

El caso es que el experimento de cambiar las formas ya existió con el FSR que, falto de referencias falangistas, acabó rompiendo con el propio Perales y se convirtió en el Partido Sindicalista, integrado en la C.U.T. y luego, ya solo sus restos, en Izquierda Unida.  Se pierde una parte de la sustancia y acaba por perderse la sustancia completa.

Y es que, de aquello que nos parece que es mera forma y mero símbolo, emanan siempre fuerzas  poderosas que, en modo alguno, podemos obviar. Los signos, pese a su aparente superficialidad, como lazos potentes  nos unen con el pasado y nos conectan con las raíces, así como con rincones recónditos de nuestra historia; de una historia que, lejos de olvidarse, debe ser críticamente asumida ya que lo del borrón y cuenta nueva, en los movimientos sociales, difícilmente resulta válido.

Pero cuando, todavía hoy, incluso con más impudicia que ayer – aunque con menos medios-,  grupos de descerebrados disfrutan  enlodando los signos externos con acciones y actitudes contradictorias con la esencia de la Falange joseantoniana, y que vienen a reforzar la caricatura que nuestros compatriotas se han hecho de nosotros,  uno no puede dejar de pensar que, tal vez mereciera la pena intentar lo que Pedro Conde, Narciso Perales y Ceferino Maestú proponen.   

Se trataría  de disponerse a realizar ahora lo esencial del proyecto que arranca del José Antonio de 1936 (básicamente identificable con el José Antonio de 1933) extrapolándolo  a nuestros días  en sus aspectos mudables y combinando  las formas antiguas, completamente desfascistizadas, con otras formas nuevas.  La forma de realizar esto, como ya han sugerido otros camaradas, podría ser la que siguió el Partido Comunista respecto a Izquierda Unida: constituir una federación o una confederación de partidos, movimientos y personas bajo un nombre que sugiriese a los ajenos al  mundo azul lo que  nuestro nombre ya no es capaz de sugerir y que, al mismo tiempo, no levantase las barreras de enorme confusión que el mal uso y el abuso de nuestros símbolos ha provocado.  De acicate y como marco referencial de esta confederación habrían de estar los  distintos grupos falangistas, los que se identificasen con dicho proyecto, y que conservarían sus nombres, sus símbolos y su organización autónoma. Habrían de estar también todas las individualidades personales que se muevan en estas o parecidas coordenadas de pensamiento. Haría falta que otros grupos políticos, personalistas y defensores de una economía solidaria, también con sus nombres diferenciados y sus aportaciones peculiares, unieran sus fuerzas al proyecto. Haría falta, por último, la colaboración y coordinación con los grupos afines que existen al otro lado del Atlántico.

¿Y cuáles serían las líneas maestras del movimiento? Pues no serían en absoluto diferentes a aquellas líneas maestras trazadas por José Antonio en 1936, quien fundamentaba la solución a la crisis política en una salida  de tipo religioso: la solución habrá de consistir en una re-ligación; religación que, al modo que la entiende Zubiri, no atañe solamente al hombre al margen de las cosas, sino junto a  ellas: <<recobrar la armonía del hombre y su contorno en vista de un fin trascendente… que no es  otro que el sentido cristiano de la existencia>>. Habría, según él, que desterrar radicalmente cualquier modelo que viniera a representar una idolatría: la idolatría de la patria; la idolatría del Estado; la idolatría del progreso indefinido y del bienestar material; la idolatría de la lucha de clases,  como motor de cambio;  la idolatría de la revolución; y, ¿cómo no?, la idolatría de los recuentos de votos por encima de todo argumento jurídico, histórico o lógico.

¿Existen referentes actuales y ajenos al falangismo con los que se pueda enlazar para encontrar dicha salida?

Pues existe el Personalismo cristiano, que  afirma:

–        El valor incondicional de la persona humana como realidad fundante y fundamental , de acuerdo con la visión cristiana.

–       La lucha que debe hacerse desde las instituciones del Estado para que nadie sea víctima o instrumento de los demás,  así como  el compromiso para liberar a los individuos y a los grupos  de cualquier condicionamiento alienante, posibilitando que cada cual disponga de los medios adecuados para su desarrollo personal .

¿A que la melodía nos suena familiar?

Existe la llamada Economía Solidaria que representa un esfuerzo para la reconstrucción de la sociedad sobre la base de algo que ha existido desde las primeras sociedades humanas:  la comunidad ,  a la que la sociedad capitalista y su Estado centralizador llevaron a un proceso de desintegración y descomposición. Esta organización económica personalista y comunal implica:

–       La supremacía del trabajo sobre el capital, para reencontrar  el origen y la función de la economía y el desarrollo humano,  y rescatar al trabajo y a su dignidad de la esclavitud ejercida por el capital.

–       El trabajo asociado como base fundamental de la organización de la empresa, la producción y la economía, con lo cual se sustituye el trabajo asalariado característico del capitalismo y causa principal de las disparidades sociales, de la injusta distribución de la riqueza, de la pobreza y de la exclusión social.

–       La propiedad social de los medios de producción por parte de los trabajadores que, como productores directos, son propietarios y gestores de la empresa, que es una  comunidad de trabajo, y deben ser ellos los beneficiarios plenos de los resultados económicos. Con lo cual se elimina la explotación del hombre por el hombre, del hombre por el Estado y la causa fundamental de la lucha de clases.

¿No son éstos nuestros principios de siempre?

Existen los movimientos por una Democracia Real, ligados a los de economía solidaria, que preconizan:

–       La autogestión como forma superior de participación de los trabajadores y sectores populares en la gestión de la empresa, la economía, y la conducción de la sociedad y el Estado, con el fin de eliminar la marginalidad y construir y consolidar una democracia más auténtica.

–       La supremacía del servicio, del bien social, de la equidad y la justicia, sobre el beneficio y la acumulación individual, el lucro y la plusvalía.

¿Nos siguen sonando los principios?

Existen los movimientos panamericanos, iberoamericanos y, a la postre, hispanistas, de los que habría de lograrse:

–       La búsqueda de un pensamiento de unidad (no unidad de pensamiento. Algo parecido,  pero en otras coordenadas, es lo que proponía el liberal Edmund Burke para afianzar la democracia británica) de todos los pueblos de España y de Iberoamérica en torno a una misión de afirmación universal de los valores hispánicos tradicionales, entre los que destacan la igualdad esencial del género humano y el valor de las comunidades más próximas a la persona, como alternativa frente al individualismo, al utilitarismo, al racismo y al materialismo de nuestra  cultura globalizada.

–       Un movimiento iberoamericano potente, compacto y solidario con los países empobrecidos,  con capacidad de influir internacionalmente.

La idea falangista contiene ya, desde sus orígenes todos estos principios; los combina y les da una cohesión que aisladamente no tienen. Pero hace falta conectar y atraerse a otros movimientos y a un mayor número de personas. El proyecto falangista es  sugestivo y actual, pero aparece a los ojos de la gente como un proyecto raído y desgastado, pese a los logros puntuales que consiguen tantos camaradas magníficos.  El proyecto ha de dejar de ser considerado como una reliquia poco vistosa y anquilosada por la herrumbre de los años perdidos. El proyecto es, sobre todo,  necesario, aunque, de momento,  no acabe de salir de la más oscura marginalidad. Y viene aquí a cuento la reflexión que hacía Adriana Inés Pena de como los partidos pequeños, sea cual sea su ideología, son presas de varias patologías de grupo: embriaguez por la retórica, planes grandiosos que nunca se llevan a cabo, luchas internas por nimiedades, fantasías, paranoia, extremismos…La raíz de estos comportamientos es, muy a menudo, la conciencia de la imposibilidad de llegar al poder.

De la Falange que murió en 1937 la Transición se encargó  de celebrar  sus exequias solemnes y el régimen actual, de cuando en cuando, nos muestra el certificado de defunción.

No sé si existió el proyecto de lanzar un Movimiento Comunal de los Pueblos Hispanicos. Podemos olvidarnos de este nombre e inventar otro mejor. Pero la  Falange capaz de hacer los cambios profundos que soñaba José Antonio , estoy convencido de que habrá que reinventarla.

José Ignacio Moreno Gómez

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4 COMENTARIOS

  1. José Ignacio: He leído con verdadero interés y gusto tus reflexiones. Y esto es lo que hay que hacer, este es el desafío: pensamiento, pensamiento y pensamiento. Pensar, analizar, crear.
    Yo también conservo las revistas de Índice, incluida la que citas con mi entrevista.
    Sí que existió la intención de crear ese movimiento por parte de algún camarada. Tengo una tarjeta impresa, entre mis papeles con ese nombre. Cuando la encuentre, recordaremos el nombre de su promotor o uno de sus promotores.
    Un ¡ARRIBA ESPAÑA! y un ¡VIVA Y ARRIBA A LOS VALORES HISPÁNICOS!. Valores extendidos por las tierras mares y océanos de la Tierra donde habitan nuestros hermanos hispanos.

  2. Magnífico el artículo de José Ignacio Moreno, al que doy mi más cordial enhorabuena. Creo que ha expuesto de manera clara y rigurosa, la realidad de nuestro momento. Todas las exigencias que José Ignacio promueve, coincide al cien por cien, con lo que vengo exponiendo desde hace muchos años, y que llegué a plasmar en mi libro Falange futuro. Incluso la estrategia a seguir para rescatar a la Falange, a través de esa comunidad, coalición, al estilo de IU, donde se conservarñia nuestra personalidad, junto a otras formaciones con mensaje común. ¿Puede hacerse? Yo pienso que sí, solo hay que encontrar hombres o mujeres de buena voluntad, que entienddan y crean en este proyecto, que como dice José Ignacio viene de lejos. Personalmente oí a Narciso, hablar de los Pueblos de España y su Federación, algo que nos entusiasmaba. Hagamos las cosas bien, pensemos en que podemos rescatar nuestros principios, y caminemos todos juntos al servicio de España.

  3. José Ignacio, coincido contigo en la propuesta que haces en este magnifico articulo. Una vez más una iniciativa válida y posible se expone con claridad para que las organizaciones azules la recojan, la materialicen y hagan una convocatoria a todos. Es tan sencillo como que la actual FE-JONS y la denominada FA, lideren la confederación, fijen unos mínimos comunes a todos y convoquen al resto de asociaciones y personas que sientan que se puede ofrecer a la sociedad española una solución falangista joseantoniana creíble y valida. El objetivo seria presentar candidaturas en todas las provincias en la generales de fin de año. Nadie pierde su organización, juntos se es mas fuerte y eficaces, se pueden sumar personas independientes. Unidad Comunal Hispánica .U.C.H. podría ser otro nombre, aunque lo importante es la voluntad personal y política de hacerlo. Estamos quemando ideas y tiempo sin despegar o mejor retrocediendo, sin arriesgar con formulas novedosas para los falangistas como esta que nos ofrece Jose Ignacio Moreno.

  4. Uno de los mejores artículos que he leído en este diario, que, ya de por si, es un placer leer.

    Yo, como independentista, estaría dispuesto a participar en esa empresa, en ese, por decirlo de alguna manera, no multinacional sino supranacional, es decir, que todas las naciones hispánicas, incluida la propia España, conservaran e incluso alcanzaran la independencia si es que aún no la tienen, pero que se tuviera una empresa común, como la tiene la lusofonía, la francofonía, o la commonwealth, y unos valores comunes. Y una lengua Franca, el Español, sin que este tenga que tener un papel superior en los sitios donde no es la lengua nativa, pero como lengua común de esa empresa, organización, y de todos nuestros actos juntos.

    Me considero un Falangista sin Falange porqué yo no soy nadie para decir que debe hacer el partido, pero este artículo me ha ayudado mucho en explicar mi idea y mi admiración por vuestro movimiento. Porqué España-somos todos- Porqué España, es la península ibérica y al principio era un término puramente geográfico sin ninguna filiación política, ya que como dijo Camoens:

    «Hablar de Portugues, Castellanos, Vascos, Catalanes, como naciones, porqué Españoles lo somos todos-ya que la Península que habitamos es la misma y su nombre, sin filiación política-es España»

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