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Entrevista a Jorge Garrido, presidente del sindicato Unión Nacional de Trabajadores

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Juantxo García: Jorge, empecemos estos minutos que nos concedes adentrándonos en lo misterioso, por una de las zonas de sombra más siniestras que se ciernen sobre nuestro país… A tu juicio, ¿cuál o cuáles pueden ser las razones por las que el sindicalismo “oficial”, el amarillismo al servicio del Sistema, después de un auténtico torrente de corrupción y saqueo, un torrente que, por cierto, se ha prolongado durante décadas y décadas, parece, si no remontar el vuelo, sí al menos mantenerse a flote como un corcho sobre el agua?

Jorge Garrido San Román: En mi opinión hay varias razones que explican que los sindicatos oficiales del Régimen, pese a su evidente y justificado desprestigio, mantengan su hegemonía.

En primer lugar, la legislación sindical en España se pactó y diseñó durante la Transición a medida de estas organizaciones, de forma que se garantizara su predominio y que fuera muy difícil que surgiera una alternativa sindical capaz de relegarlas de su papel de control social de los trabajadores desde el Sistema. Así esas organizaciones gozan de privilegios en la negociación colectiva incluso por encima de los órganos democráticos (comités de empresa y delegados de personal), ellas son las únicas que pueden convocar elecciones sindicales en cualquier empresa (aunque no tengan representación en ella), sólo ellas pueden negociar convenios colectivos en cualquier sector (aunque no tengan ninguna representación en él) y un largo etcétera de “trucos legales” que les garantizan la hegemonía de la representatividad sindical.

Estas organizaciones tienen el privilegio legal de controlar todo el proceso sindical y electoral, y eso dificulta enormemente que los sindicatos pequeños puedan competir con ellas en igualdad de condiciones. ¿Se imaginan que en el ámbito político PP y PSOE no sólo pudieran convocar elecciones cuando y donde quisieran, sino que no existieran las Juntas Electorales y esos dos partidos controlaran todo el proceso sin una Junta Electoral u otro órgano imparcial que les supervise? Pues eso pasa en el ámbito sindical, donde no existe ninguna “Junta Electoral” de la Administración que supervise “in situ” las elecciones sindicales, que quedan en manos de personas que desconocen el proceso electoral (los trabajadores designados para la Mesa Electoral) y que se limitan a hacer lo que los “liberados” de CCOO y UGT les dicen que tienen que hacer. Las elecciones sindicales en España son una estafa gigantesca diseñada para garantizar el oligopolio de CCOO y UGT, una farsa colosal más propia de países subdesarrollados que de un país serio. Es una vergüenza.

En segundo lugar, aunque muy relacionado con lo anterior, los sindicatos oficialistas acaparan subvenciones millonarias, de común acuerdo con la Patronal y el Gobierno manejan el dinero de los trabajadores destinado a formación para repartírselo mediante empresas fantasma que organizan los cursos, hacen los libros o contratan profesores que son todos de esas organizaciones, se les conceden miles de “liberados”, sindicalistas que son eximidos de tener que trabajar y que mientras cobran su sueldo de las empresas o de la Administración Pública trabajan a tiempo completo para su organización sindical, etc. Es otra forma de garantizar su hegemonía y que sea casi imposible competir con ellos.

En tercer lugar, como todo lo anteriormente expuesto les da un poder económico enorme y unos recursos humanos inmensos, pueden permitirse acudir a todas las empresas, manipular las elecciones sindicales y disponer de una legión de abogados laboralistas más dedicados a excluir a los pequeños sindicatos que a defender a los trabajadores. En UNT hemos sufrido desde siempre este acoso, especialmente de CCOO y UGT, y nos hemos encontrado con que esas organizaciones nos han puesto siempre más problemas legales para trabajar que las propias empresas, pues no toleran perder la más mínima representación sindical, con la consiguiente pérdida de subvenciones, y para ello actúan siempre de la misma manera: reclamaciones legales, difamaciones, amenazas contra los trabajadores que nos apoyan, presiones a nuestros candidatos electorales, para lo que no dudan en muchas ocasiones en hablar con los empresarios para amenazar con despedir a nuestros candidatos, etc. ¡Son tantos los métodos rastreros que utilizan contra nosotros! Pero claro, en UNT estamos acostumbrados a ello y sabemos cómo enfrentarnos a estas situaciones mafiosas… porque sí, son una verdadera mafia…

No todos los sindicalistas de esas organizaciones son iguales, por supuesto, y es justo reconocer que hay algunos honrados, pero en cuanto organizaciones, en cuanto estructuras, puedo decir sin exagerar que, tal y como se puede deducir de los numerosos procedimientos judiciales abiertos en su contra, y que no son sino la punta del iceberg, CCOO y UGT se han convertido en organizaciones mafiosas y delictivas, y eso unido a que están sólidamente asentadas y que los trabajadores necesitan acudir a alguien cuando tienen problemas, hace que sea tremendamente difícil desplazarlas, aunque afortunadamente en los últimos años se están dando importantes pasos en esa dirección.

Pero, Jorge, tanto CCOO como UGT insisten que, a pesar del chaparrón, siguen siendo “representativos”…

—Y legalmente es verdad, aunque socialmente eso ya no es así. Todos los mecanismos que he descrito anteriormente, y otros muchos que sería largo explicar, consiguen que su hegemonía se mantenga desde el punto de vista legal, pero los trabajadores cada vez están más descontentos con esas organizaciones falsamente sindicales y van sintiendo más desapego a ellas. Sólo hace falta que una alternativa sindical real y honrada como UNT haga acto de presencia en una empresa para que CCOO y UGT pierdan peso, y eso lo vemos a diario en las empresas en las que vamos entrando. La gente al principio desconfía de un sindicato nuevo para ellos y nos toca contrarrestar las campañas de presión y difamación que esas organizaciones emprenden contra nosotros, pero al final la realidad se impone y los trabajadores ponen a cada uno en el sitio que merece. Pero claro, con las miles de empresas que hay en España, la tarea es ingente… No es nada fácil para un sindicato modesto como UNT estar en todos los sitios que nos gustaría, así que vamos poco a poco, en la medida de nuestra creciente pero aún modesta capacidad. Tenemos mucho trabajo por delante, pero dentro de unos años veremos como la hegemonía de los sindicatos oficiales del Régimen se tambaleará y otros más honrados y alternativos ocuparemos su lugar. Con tiempo y trabajo eso sucederá. Sólo hay que perseverar.

Las promesas preelectorales que ya se han adueñado de este caluroso verano, dirigidas fundamentalmente a los trabajadores y más en un momento de duro castigo a las clases más desfavorecidas del país, me retrotraen a épocas pasadas. Lo que ocurre es que los resultados que se manejan parece que van a hacer saltar por los aires el bipartidismo y de que las viejas maquinarias del PP y del PSOE parecen tener recambios a la vista. ¿Cuáles son tus elucubraciones al respecto?

—Desde el punto de vista sindical todo eso que describes no creo que vaya a tener demasiada incidencia.

Todo seguirá en la misma línea: progresivo retroceso de derechos laborales seguido de períodos estables, sin novedades. Pero en ningún caso se recuperan los derechos laborales perdidos porque las organizaciones sindicales oficiales del Régimen prefieren mantener su situación actual y no ser combativas, pues tendrían mucho más que perder que ganar. Obviamente tienen que hacer un poco el “paripé” para no ponerse en evidencia con tanta claridad, pero en el fondo prefieren que las cosas no cambien. Están cómodos así.

Los partidos políticos actuales, tanto la vieja “casta” como la nueva que se presenta falsamente como algo distinto, todos forman parte del Sistema. Sólo algunos aparentan ser contrarios al actual Régimen, pero no al Sistema que todos unánimemente aceptan y defienden, por lo que en lo esencial nada va a cambiar, aunque desapareciera el bipartidismo… lo que aún está por ver.

¿Es “Podemos” el “cambio medular” que mucha gente desesperada —o ilusionada, según se mire— espera o, por contra, acabará quedándose en, como algunos sospechamos, un Syriza con peineta y bata de cola?

—“Podemos” es una gran estafa que va a decepcionar a millones de personas: detrás de su palabrería sólo se esconde más de lo mismo. Son “casta” exactamente igual que la que ellos denuncian, sólo que en este caso son “casta universitaria”, de esa que practica la “endogamia universitaria” que consiste en manejar dinero público para dar becas, cursos pagados y contratos de profesorado a sus amigos, etc. Yo he conocido la universidad lo suficiente como para saber de lo que hablo. No cuestionan el Sistema, nada de salir de la Eurozona, del Fondo Monetario Internacional, de la Organización Mundial de Comercio o de cualquiera de las demás organizaciones mundialistas que están destruyendo el mundo del trabajo acabando con nuestra soberanía nacional). Sólo cuestionan en parte el Régimen (la Constitución, la Monarquía, etc., pero sin plantear alternativa alguna al Sistema, y así es como explica que Syriza en Grecia claudicara de forma vergonzosa ante las exigencias de los usureros internacionales de la UE y el FMI como lo hizo… ¡Si es que no tienen ninguna alternativa real a nada! Sólo tienen palabrería con la que juegan con la desesperación o ilusión de la gente, como muy acertadamente mencionabas.

Ya en su día desde “Podemos” hicieron algunos gestos curiosos hacia los poderes financieros, como las famosas declaraciones en enero de 2015 del Secretario Municipal de “Podemos” en Madrid, Jesús Montero, y nada menos que Ana Patricia Botín les dedicó unas calurosas palabras en noviembre de 2014. Y eso por no hablar de su famoso programa económico denominado “Hay alternativas”, cuya primera propuesta es nada menos que la “constitución de un Gobierno mundial” (sic.). ¡Ni que se lo hubieran escrito en una reunión del Club Bilderberg! ¿Y estos puede pensar alguien que sean realmente alternativa a algo? ¡Pero si en lo esencial son lo mismo! Sólo en las cuestiones morales son claramente más radicales, pero en lo demás son lo mismo, y quien se empeñe en ver en ellos más de lo que hay se engaña.

A mí, personalmente, Ciudadanos me parece el Partido Popular después de un severísimo “lifting”, el juguete preferido de las empresas del “Ibex” como he llegado a leer…

—Sin duda, y en materia laboral me parece tan peligroso o más que el PP, porque con eso de que es una novedad no tiene problema ni complejo alguno en plantear aberraciones liberales como la del “contrato laboral único”, que es una barbaridad que desde UNT hemos denunciado varias veces detallada y razonadamente, ya que supondría romper los principios de causalidad de los contratos y de relación de trabajo, aceptando que todos los contratos sean exactamente iguales –aunque los trabajos realizados y su naturaleza no lo sean–, lo cual es una ocurrencia que tendría consecuencias muy negativas.

Volvamos al ámbito del sindicalismo o, según se mire, lo que queda de él. Decía Ernst Jünger, poco más o menos, que la gran jugada de ajedrez del burgués consiste en hacerle apetecer al trabajador su mundo, el mundo del burgués. O, para decirlo de otra manera, parece que la sociedad occidental ha acabado por dividirse en dos grandes clases sociales: el burgués rico y el burgués pobre. ¿Ha muerto el sindicalismo por inanición… por falta de “clientela”?

—Yo creo que el sindicalismo no ha muerto, sino que se encuentra enfermo, en estado comatoso si se prefiere, y ello porque ha sido controlado por el Sistema por dos vías principalmente: por la que acertadamente mencionas citando a Jünger, haciendo del trabajador un “pequeño burgués”, al menos como ilusión, quien en esto sigue a los marxistas clásicos, y por otro lado comprando a los dirigentes sindicales, a los que se ofrece un futuro asegurado practicando un “sindicalismo de baja intensidad” con el que por un lado justificarse y por otro mantener controlados a los trabajadores, alejándolos de tentaciones sindicalistas revolucionarias contrarias al Sistema.

Pero no, el sindicalismo ni ha muerto ni morirá mientras persista la relación bilateral del trabajo que permite que unos hombres puedan abusar y explotar a otros en el mundo laboral, y por ello existan sindicalistas honrados dispuestos a denunciarlo y a ofrecer alternativas. El sindicalismo seguirá siendo necesario hasta que seamos capaces de construir un Sistema con un régimen laboral en que eso no sea posible, lo cual es obvio que no va a pasar a corto ni a medio plazo.

Esta desafección de los trabajadores a los sindicatos no es, empero, un fenómeno que deba sorprendernos. En los años ochenta, en los sindicatos italianos, ya había dirigentes que empezaban a llamar la atención sobre la caída en picado de los sindicatos “militantes” que, por cierto, en la vecina Francia tuvo un carácter vertiginoso.

—Cierto. Lo que pasa es que los falsos sindicatos oficialistas no son ya organizaciones militantes, sino estructuras de poder burocratizadas que se sustentan cada vez más sobre su poder institucional, conseguido y mantenido gracias a sus privilegios legales, su connivencia con el Sistema y sus prácticas mafiosas.

En Unión Nacional de Trabajadores, sindicato minoritario del que eres su presidente, habláis de “nuevo sindicalismo”. Sin embargo, ese “nuevo sindicalismo” me recuerda, por el contrario, al sindicalismo de viejo cuño o, para ser exactos, a lo que pudiéramos llamar “sindicalismo auténtico”; esto es, sindicalismo de férrea defensa del trabajador frente a cualquier otro tipo de especulaciones…

—Sí, en lo que de auténtico se refiere sí, pero no es del “viejo cuño”. Por un lado es tan auténtico como dices, ya que apostamos por un sindicalismo revolucionario y militante en el Sistema actual para cambiarlo, pero nuestro sindicalismo es nuevo en la medida en que rechazamos el viejo sindicalismo clasista de cuño marxista. Aspiramos a algo muy distinto: no queremos agudizar la lucha de clases sobre la base del odio para que una clase triunfe sobre otra, sino que queremos implantar un Sistema sindicalista unitario e integrador en el mundo del trabajo sobre la base de la Justicia Social, en el que el empresario cumpla su función y el obrero la suya (ambos, empresarios y obreros, son igualmente trabajadores), sin necesidad de capitalistas interpuestos (muchas veces los mismos empresarios lo son) como sucede ahora, con empresas de propiedad sindicalista. Es verdad que siempre ha habido y habrá clases, eso es de ley natural), pero estas deben existir únicamente en función de los méritos y capacidades de cada uno, no porque alguien posea un instrumento técnico de dominación (el capital) sobre el trabajador. Eso es inadmisible.

El poder político sistémico y, dentro de este, sitúo al empresarial, sostiene la opinión —o mejor diríamos estrategia— de que el sindicalismo está contaminado de “sectarismo” y de “radicalismo”. A mí esto me sorprende sobremanera, porque el sindicalismo mayoritario, amarillo, excepción hecha de momentos muy puntuales, es dócil como un corderito. Por otra parte, la salvaje voracidad con la que los neoliberales se han lanzado a la yugular del Estado del bienestar, esto sí, se me antoja, no sólo sectario y radical, sino letal…

—Hoy en día la mayor parte de los empresarios son al mismo tiempo capitalistas, así que es lógico que hablen en esos términos. Pero no nos engañemos: es pura palabrería. Lo mismo hacen los sindicalistas amaestrados, principalmente de CCOO y UGT, que en sus actos y manifestaciones no dejan de utilizar palabras gruesas y frases incendiarias mientras practican al mismo tiempo un “sindicalismo” sumiso y orientado al control social de los trabajadores para que no se salgan del Sistema. Patronales y “sindicatos” del Régimen dicen muchas cosas de cara a la galería, pero hacen lo que saben que tienen que hacer para contentar a sus amos, por lo que sus palabras en realidad son sólo puro teatro.

Vivimos en un Sistema liberal-capitalista frente al que ni siquiera se presentan alternativas de entidad, por lo que no necesita ampliar políticas sociales para autojustificarse.

¿Qué supondrá para los trabajadores españoles los pactos que, en la trastienda, están concinándose entre Bruselas y Washington y que genéricamente conocemos como “ttips”?

—Hoy caminamos hacia la profundización del oligopolio mundial, y por ello se tiende a crear estructuras supranacionales de todo tipo, no sólo económicas, y tratados que homogenicen las políticas económicas y sociales a nivel mundial, según los dictados de la élite dirigente, que obviamente se deciden en determinados despachos y que siempre perjudican a los trabajadores, rebajando sus derechos, sus garantías laborales y su fuerza social, y es por ello que la única amenaza real que se presenta a los verdaderos amos del mundo es la de quienes reclamamos la recuperación de la soberanía nacional. Esta es la primera clave para identificar a quienes verdaderamente luchan contra el Sistema: reivindicamos la recuperación de la soberanía nacional con todas sus consecuencias.

Quienes aceptan la pérdida de soberanía en favor de las estructuras creadas por las élites capitalistas mundiales están inhabilitados para presentarse como alternativa a nada.

Tú, Jorge, sostienes la tesis —yo te lo he escuchado más de una vez— que la degradación del sindicalismo evacuado por las figuras ya míticas de Marcelino Camacho y Nicolás Redondo no es un fenómeno ulterior, sino que nace justamente con los llamados Pactos de la Moncloa, en fecha tan lejana como octubre de 1977…

—Sí, es un fenómeno que se ha ido agudizando con el tiempo, pero tiene su origen en la Transición. El actual modelo sindical español nació viciado y no es ajeno a los Pactos de la Moncloa de 1977, por más que oficialmente sólo los firmaran los partidos políticos. El modelo sindical del régimen anterior tenía muchos defectos y necesitaba una profunda revisión, pero también tenía virtudes que no fueron tenidas en cuenta, por lo que CCOO y UGT presionaron para legislar un modelo que a fin de cuentas no hacía sino trasladar el sistema de partidos políticos al mundo sindical: división de los sindicatos, no de la Patronal, y de los trabajadores, un Estatuto de los Trabajadores que fue un tremendo paso atrás en derechos laborales, una Ley Orgánica de Libertad Sindical hecha a su medida para consolidad su oligopolio sindical, etc.

La Transición fue, desde el punto de vista laboral, una inmensa estafa a los trabajadores en la que CCOO y UGT fueron algo más que cómplices necesarios: fueron coautores. Si los trabajadores estamos como estamos hoy en día, si hemos perdido tantos derechos y garantías, es fundamentalmente gracias a ellos y su labor destructiva desde la Transición hasta hoy. Se cosecha lo que se siembra.

En junio pasado, los presidentes de CEOE y Cepyme, Juan Rosell y Antonio Garamendi, y los secretarios generales de CCOO y UGT, Toxo y Méndez, firmaron el que dice ser tercer acuerdo para el empleo y la negociación colectiva. ¿Cuál es tu opinión? ¿Cuál es la postura de UNT?

—Desde UNT nos opusimos a dicho acuerdo al entender que era un verdadero timo, ya que partiendo de la premisa de la recuperación económica, se pactaban subidas salariales de hasta el 1% para 2015 y hasta el 1,5% en 2016 que, además de míseras (tras una pérdida de alrededor del 25% de poder adquisitivo), ni siquiera son obligatorias para todas las empresas y pueden no aplicarse en esos porcentajes.

Este acuerdo es nuevamente negativo para los trabajadores y se enmarca en la práctica habitual de CCOO y UGT, con pactos que históricamente no sólo han supuesto recortes de los salarios de los trabajadores, sino que han abaratado el despido, precarizado la contratación y retrasado la edad de jubilación, entre otras muchas cosas. Vamos, que ellos siguen en su línea habitual.

¿Financiación propia o financiación a cargo del Estado? ¿Cuál es la idea que tenéis en UNT sobre esta cuestión, a mi juicio absolutamente medular?

—Cuando se habla de “sindicalismo independiente” unos se refieren a organizaciones sin ideología, otros lo consideran un eufemismo referido a los “sindicatos amarillos” o falsos sindicatos, y nosotros nos referimos a independencia real: independencia económica y organizativa. Un sindicato que depende de financiación ajena, empresarial o estatal, no hay gran diferencia, no es independiente, pues inevitablemente “quien paga manda”.

UNT se financia única y exclusivamente de las cuotas de sus afiliados, y por tanto sólo a ellos se debe. No admitimos subvenciones ni financiaciones ajenas, y ello es la mejor garantía de nuestra absoluta independencia.

¿Qué opina la UNT sobre los “liberados” de los “comités” a los que la mayoría de trabajadores perciben —percibimos— como gente amorrada al pilón, como diría el castizo, casi siempre con la lengua muy larga y que, a las primeras de cambio, sitúan su pellejo por encima de cualquier compromiso?

—En UNT no admitimos liberados porque no es bueno que un representante sindical deje de trabajar y se dedique sólo al sindicalismo, pues eso al final lo aleja de los trabajadores y lo termina convirtiendo en “casta”.

Evidentemente, nuestros representantes sindicales utilizan las horas sindicales a que legalmente tienen derecho porque el sindicalismo requiere dedicación y hay que atender a los trabajadores también en su trabajo, y si sólo se hiciera sindicalismo en los ratos libres, faltaría tiempo para hacer las cosas bien. Pero una cosa es utilizar las horas sindicales legales y otra muy diferente la práctica de la “acumulación de horas sindicales” en una o varias personas para “liberarlas” del trabajo totalmente. Nos parece una práctica errónea que termina resultando muy negativa siempre.

Además, muchos de los “liberados” lo son excediendo la legalidad, por concesión graciosa de empresas y administraciones públicas, lo cual es de todo punto inadmisible, ya que supone la pérdida de la independencia de dichos “liberados”, quienes con tal de mantener su privilegio en muchas ocasiones son capaces de aceptar lo inaceptable en perjuicio de sus compañeros.

Por otro lado se constata claramente la perversión de esa práctica de los “liberados” en hechos tan lamentables como el de utilizar su tiempo muchas veces para asuntos personales o para entorpecer la labor de otras organizaciones sindicales, en lugar de para defender y asesorar a los trabajadores.

Como es lógico, todo lo anteriormente dicho se refiere a los representantes sindicales, pues es normal que en las organizaciones sindicales haya personal contratado por el propio Sindicato para labores administrativas, jurídicas, etc., y ese personal sí que se tiene que dedicar en exclusiva a esa labor para atender correctamente sus funciones. Pero obviamente no se trata de “liberados”, sino de cosas diferentes.

Se está hablando últimamente de “reinventar” el sindicalismo y yo no sé si UNT es una de esas reinvenciones al uso… Otra cosa, bien distinta, es que UNT sea, hoy por hoy, un sindicato minoritario y al que el poder quiere, en su lógica, minoritario…

—Quienes hablan de la necesidad de “reinventar” el sindicalismo es porque o no saben lo que es el sindicalismo, o sólo conocen el sindicalismo fracasado del Régimen. Está claro que el “sindicalismo” de CCOO y UGT necesita un cambio total, pero en UNT no practicamos ese falso sindicalismo. Nosotros somos diferentes.

UNT practica un sindicalismo independiente, no subvencionado y sin “liberados”, y eso obviamente es una desventaja competitiva frente a quienes sí aceptan subvenciones ajenas, cuentan con miles de “liberados” a su servicio y con propaganda diaria en los medios de comunicación del Régimen. Pero lo que perdemos en medios materiales lo ganamos en independencia y honradez, y eso no tiene precio.

Desde que UNT se reorganizó en 2008 ha ido incrementando, año a año, su afiliación y representatividad, por lo que consideramos que estamos en el camino correcto. Ello no nos hace olvidar que el camino que nos queda por recorrer es muy largo, por supuesto, pero dentro de la modestia de nuestros medios notamos, año a año, nuestro avance.

UNT se ha definido, desde su misma fundación, como una organización obrera que bebe de las fuentes del nacionalsindicalismo primigenio. ¿Qué puede aportar a los trabajadores el nacionalsindicalismo en un momento, como el actual, en el que los asalariados están siendo pisoteados, cuyos derechos están siendo triturados, que lo público está siendo saldado, y en el que el capitalismo está saliendo a flote a costa de acumular riqueza y democratizar austeridad y, al fin y a la postre, miseria?

—El Nacionalsindicalismo puede aportar nada menos que lo que los trabajadores necesitan: una alternativa total y real. Eso nadie más lo puede ofrecer. Discursos, ilusiones y palabrería lo ofrecen muchos, pero detrás no tienen nada serio que ofrecer. El Nacionalsindicalismo ofrece no sólo la posibilidad de cambiar de Régimen, sino de construir un Sistema enteramente nuevo. ¡Nada menos!

Se acusa a UNT de ser una central sindical con poca proyección en el extranjero, como si las relaciones con otros sindicatos de fuera de nuestras fronteras fuese no sólo un problema muy menor, incluso prescindible. ¿Qué tienes que decir al respecto?

—Es cierto que nunca hemos hecho de nuestras relaciones internacionales una prioridad, lo cual se debe principalmente a la escasez de referencias sindicales en otros países claramente identificables con el sindicalismo de UNT.

Nuestras relaciones internacionales son escasas y se limitan a los sectores más revolucionarios de la CGT argentina y a pequeños sindicatos más o menos nacionalsindicalistas en algunos países de Hispanoamérica.

Estoy de acuerdo en que sería bueno incrementar nuestras relaciones internacionales.

Jorge, tenemos que acabar… ¿Me he dejado, según tú opinión, alguna cuestión en el tintero que quieras aclararme?

—Creo importante resaltar la importancia que para defender un verdadero sindicalismo tiene es defender la soberanía nacional, rechazando las políticas económicas y sociales mundialistas, lo que nos lleva inevitablemente a la necesidad de garantizar la integridad y grandeza de España como nación política y económicamente soberana, así como un sano patriotismo que también sea garantía de defensa de los trabajadores frente a la mundialización económica que los somete a intereses ajenos, y eso sólo lo puede defender un sindicato que crea en ello, como UNT. Por eso es imprescindible denunciar siempre el falso patriotismo de quienes utilizan como coartada la Patria y las amenazas que se ciernen sobre ella para no abordar el problema de la injusticia social. El patriotismo que no sea al mismo tiempo social es una estafa –para los españoles en general y para los trabajadores en particular– que debe ser desenmascarada y denunciada.

Que nadie nos venga con apelaciones aparentemente patrióticas con las que pretenden meternos de contrabando políticas neoliberales. Eso no es patriotismo. Ya estamos cansados de ese tipo de apelaciones por parte de quienes resumen su supuesto patriotismo en conceptos tan materialistas y poco patrióticos como los de “unidad de mercado”, “marca España”, “permanencia en la Eurozona” y similares. A otros con ese cuento.

Muchas gracias por tus palabras.

—Gracias a ti por tu interés y paciencia.

Información ofrecida por el sindicato Unión Nacional de Trabajadores (UNT).

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