Inicio Cultura e Historia “Antes del asesinato de Calvo Sotelo había muy pocos militares dispuestos a...

“Antes del asesinato de Calvo Sotelo había muy pocos militares dispuestos a rebelarse”

3

StanleyGPayne
Colabora con el periódico digital El Municipio con un donativo para seguir informando con un periodismo combativo en libertad
Pincha en el boton Donar. Muchas gracias por tu ayuda y colaboración.

No es otro libro de la Guerra Civil, advierten los editores. No puede serlo. Stanley G. Payne ha explorado el conflicto, sus consecuencias y sus orígenes en una veintena de libros sobre la Historia de España y Europa contemporánea. Sus juicios sobre la Guerra Civil nunca resultan indiferentes. El célebre hispanista aborda en «El camino al 18 de julio» (Espasa) los meses finales de una república que se descompuso legalmente más rápido que ningún otro estado en tiempos de paz. Como si se tratara de un juego por desenmascarar al asesino y el lugar del crimen, la Historia se pregunta: ¿Quién asesinó a la Segunda República?

–Usted ha recordado que los años veinte en España fueron prósperos y los treinta se esperaban prometedores. ¿Qué pasó aquí?

–Debían serlo. El presidente de la República, Alcalá-Zamora, dijo a comienzos de 1934 que en España estaban superando la recesión y que, con los avances de la Segunda República, podrían ser pronto uno de los países más agradables para vivir. Luego sucedió otra cosa. El surgimiento del proceso revolucionario y la réplica contrarrevolucionaria malograron esas previsiones. El comienzo de la República fue prometedor y trajo estabilidad, pero más tarde se vivió un proceso revolucionario que dio lugar a numerosos conflictos.

–¿Cuáles eran los problemas sistémicos de esta república?

-Era una democracia que en la práctica era poco democrática. Había alguna resistencia conservadora, pero el problema no era ese. Las tres insurrecciones anarquistas, la gran insurrección socialista, en 1934, y las constantes manipulaciones, en los años 1934 y 1935, del Presidente de la República no permitieron que funcionara normalmente un gobierno parlamentario. Él quería mantener a raya y fragmentar a ciertos grupos políticos. Fue un obstáculo para la democracia y dio lugar a una situación perversa a partir del 34.

–¿Por qué fracasó la convivencia democrática en la Segunda República?

–Fracasó por la resistencia del presidente a permitir la continuación del gobierno parlamentario a finales del año 1935. Había un gobierno mayoritario y estable que fue vetado por el presidente, dando lugar al surgimiento del Frente Popular y a la política tan extraña de la etapa de Azaña, con muchos abusos y actos arbitrarios. Era un gobierno débil que dejó hacer a los aliados revolucionarios toda clase de abusos y actos ilegales. La situación degeneró hasta terminar en el 18 de julio.

–Usted señala como una de las anomalías en España el que los grupos socialistas se radicalizaron en esos años en vez de aproximarse a la socialdemocracia.

–En el resto de los países occidentales el socialismo tendió al reformismo. El PSOE empezó como reformista, pero cambió al darse cuenta de que la derecha era más fuerte de lo que habían calculado inicialmente. Se radicalizaron algunos sectores.

–¿Hasta qué punto estaban radicalizados estos grupos políticos?

–La insurrección revolucionaria de 1934 fue, según muchos autores, la primera batalla de la Guerra Civil. Eso habla de hasta dónde estaban radicalizados. Aunque no creo que sea cierto. En realidad el año 35 fue bastante tranquilo, pero sí fue evidente que los sucesos de Asturias provocaron la gran polarización de la sociedad. Fue una especie de golpe de Estado que fracasó estrepitosamente. Cambiaron de táctica a partir de entonces, no así de estrategia. Las Juventudes Socialistas y la UGT se mantuvieron en los planes revolucionarios.

–Se muestra muy crítico con el papel jugado por Alcalá Zamora

–Fue un gran liberal, un gran jurista que buscaba centrar la república pero no sabía cómo hacerlo. Estaba obsesionado con dominar el centro y mantener a la derecha a raya. Eso en democracia no se puede hacer. Si la derecha acepta las leyes, como hizo la CEDA, hay que tratarla con justicia. La CEDA contaba con los apoyos parlamentarios necesarios para gobernar dos años más, pero la intromisión del presidente truncó esa posibilidad. Alcalá Zamora amaba la República y, sin embargo, fue un instrumento de destrucción para ella.

–A partir de la primavera de 1936 comienzan una serie de medidas ilegales de expropiación, de confiscación de colegios privados, etc. ¿Es este el punto de no retorno?

«El gran partido de la derecha no tenía una sección paramilitar. Era un partido civilista y católico»

–No, todavía hubo posibilidad de dar marcha atrás. La última fecha en la que esto fue posible tuvo lugar el día 13 de julio, tras el magnicidio de Calvo Sotelo. Ese fue el límite. El gobierno debía cambiar y reformarse, pero no quiso hacerlo porque la verdad es que era consciente de lo que hacía. Gente como Santiago Carrillo o Indalecio Prieto reconocen en distintos textos que el Gobierno de Azaña buscaba una rebelión en el Ejército, que sería débil, confusa y fácilmente aplastable. El acabar con esta rebelión dejaría al gobierno en una posición mucha más fuerte, tanto con la derecha como con la extrema izquierda. No en vano, la situación les estalló en la cara.

–¿El magnicidio fue el catalizador social que provocó la insurrección?

–El magnicidio movilizó a mucha gente. Antes de eso había muy pocos militares dispuesto a rebelarse. Ni siquiera Emilio Mola tenía grandes ganas de hacerlo. Todavía 24 horas después del asesinato intentó entrar en contacto con Azaña a través del presidente de la Comisión de Guerra de las cortes. Hizo un último intento el día 13 de julio. Tras eso empezó la insurrección militar que no pudo ser golpe de Estado. Azaña se dio cuenta entonces de que había cometido un gran error; y la noche del 18 de julio intentó una política de conciliación. Lo hizo cuatro o cinco días más tarde de que aquello se pudiera parar.

–¿Cuál era el ideario político de Calvo Sotelo?

–Creía que los problemas de España solo se podían solucionar a través de un estado más autoritario. No era fascista, pero buscaba un sistema corporativo sin elecciones directas. Era monárquico, aunque sabía que era muy difícil restaurar la monarquía. Era así un general sin tropas que miraba hacia el Ejército, si bien no entraba en los planes de la posible rebelión militar. Por eso precisamente estaba en su casa cuando fue asesinado, porque la situación era confusa y nadie sabía lo que iba a pasar.

–¿Hubo también una radicalización de la derecha como reacción al Frente Popular?

–La reacción de los grupos de derecha a las decisiones arbitrarias fue de consternación total. Cuando un gobierno es tan sectario, se pierde el diálogo y se suceden las confrontaciones en las Cortes. La cuestión clave es que el gran partido de derecha no tenía una sección paramilitar. Era un partido civilista y católico. Por su parte, el resto de partidos de derecha eran muy pequeños. Los carlistas y los falangistas eran muy pocos, aunque ellos sí tenían grupos paramilitares. Los monárquicos eran pocos y fracasaron en sus intentos de armarse en el extranjero. Sí debía de haber una respuesta vigorosa de la derecha debía ser por parte del Ejército, donde la inmensa mayoría de los oficiales no quería rebelarse aunque no estuvieran nada contentos con la situación. Mola calculaba a finales de junio en solo el 15% de los militares se unirían a una posible rebelión.

De ahí la importancia del magnicidio. No por el hecho en sí, sino por el modus operandi. El que participara la policía del Estado con milicianos revolucionarios traumatizó a gran parte de la sociedad española. Sintieron que no había ningún tipo de seguridad.

–¿Si el gobierno hubiera perseguido a los asesinos de Calvo Sotelo se hubiera podido evitar el conflicto?

–El Gobierno no persiguió a los asesinos porque pensaba que sería fácil aplastar la rebelión militar. Como mucho duraría tres o cuatro días. Azaña calculaba que al apagar con éxito la débil rebelión podría no tener que dejar paso a los revolucionarios. Era un cálculo muy complicado con el riesgo de quedarse entre dos fuegos. No buscaba ningún proceso revolucionario, al contrario. Pero eso es precisamente lo que ocurrió. Tuvo que entregar el poder a los revolucionarios para que lucharan contra los militares.

–Francisco Franco fue uno de esos militares que cambió de postura con la muerte de Calvo Sotelo.

Franco decidió unirse en cuanto supo del magnicidio, cuando solo un día antes había enviado mensajes diciendo que no podía comprometerse

–Antes del asesinato de Calvo Sotelo, Franco había evitado comprometerse porque creía que un levantamiento militar sería contraproducente y el Ejército no podrían actuar con una sola voz. Solo un día antes había enviado mensajes diciendo que era indeseable esta medida. No obstante, al conocer el magnicidio decidió unirse. Franco identificó en el asesinato el desastre nacional que había señalado como única línea que le podía llevar a participar en la insurrección.

–¿Encuentra alguna similitud entre el proceso de descomposición de la Segunda República y el deterioro de la democracia en España en la actualidad?

–No muchas. Hay que preguntarse si lo que pasa en España es una crisis del sistema o más bien de la estructura de los partidos, que no es lo mismo. Yo creo que la inmensa mayoría de españoles no quieren otro sistema, que está funcionando a pesar de la incertidumbre política, lo que quieren es reformar el actual. Quieren un sistema más honrado y menos corrupto. No estamos en una crisis del sistema todavía.

Colabora con el periódico digital El Municipio con un donativo para seguir informando con un periodismo combativo en libertad
Pincha en el boton Donar. Muchas gracias por tu ayuda y colaboración.

3 COMENTARIOS

  1. Quien quiera saber del pasado y presente de España tiene que leer a este gran hispanista, sensato y objetivo; admirador, yo diría que enamorado, de nuestra Historia, por la grandeza y peculiar personalidad de nuestra Patria.

  2. Qué un extranjero quiera y comprenda más a España que miles de borregos nacidos en ella, es como para descifrar un enigma. Bueno, no es para tanto: tales borregos son analfabetos. Eso lo explica todo. Por eso la educación, entre otras competencias, no se puede dejar en manos de borregos coronados y sin coronar con mando en plaza. No se puede dejar en las manos de políticos que son aún más borregos que sus votantes.

  3. Para que todo empiece a funcionar mínimamente bien debemos tener al menos una cosa clara principalmente,sin Nación,sin patria,no hay nada,ni como decía Ledesma “a quien le vas a pedir cuentas,obrero,si no es a tu patria”.
    Superando una bobalicona ingenuidad perdida ya con la experiencia y el tiempo,desmantelar España como país sería caer al abismo totalmente sin posible recuperación.Ya no tanto por la importancia que se le pueda dar a una Nación ,sino porque quien quiere desmantelar España no tiene sin embargo intención de desmantelar “su patria o sus patrias”,que no es uno el enemigo sino varios.Mas allá de cualquier planteamiento espiritual o filosófico,metafísico,nos interesa cada vez con mayor urgencia un pais fuertemente cohesionado,y dentro de ello un proyecto atractivo y en el que la gente confluya.
    De tal forma que la gente vea claramente quien es en estos momentos la verdad española.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí