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Desmontando mitos: El asesinato de Lorca y los falangistas

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Federico García Lorca y José Antonio Primo de Rivera
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Por Mercedes Valdivia

Coincidiendo con el fusilamiento de Lorca, he decidido escribir este artículo con el objetivo de desmontar el mito que nos han vendido durante décadas, afirmando que a Federico García Lorca lo asesinaron los falangistas por ser de izquierdas y homosexual.

No voy a contar nada de su extraordinaria obra, ni de su vida, ya que la inmensa mayoría la conocemos con detalle. Me centraré en el asesinato de esta gran persona, con los distintos puntos de vista que me parecen más relevantes.

Se han escrito ríos de tinta sobre este maravilloso poeta y dramaturgo de la Generación del 27, Federico García Lorca (Fuente Vaqueros 5 de junio de 1898 – Viznar 19 de agosto de 1936).

En la página de la Fundación José Antonio Primo de Rivera (www.fundacionjoseantonio.es) he encontrado unas declaraciones que hace el historiador Miguel Caballero Pérez, tremendamente esclarecedoras en el vídeo “Mitos al descubierto. Los intelectuales y la Guerra Civil”. Dice lo siguiente:

A Lorca no le interesaba para nada la política, era un tema que obviaba. Era un ferviente republicano, pero se hizo y se sigue haciendo una apropiación indebida por parte de la izquierda de la figura de Lorca porque jamás militó en ningún partido político, ni de izquierdas ni de derechas. Sus amistades eran muy amplias, desde Falange hasta los partidos de izquierdas; es decir que Lorca para nada era político, ni le interesaba la política.

El 14 de julio de 1936 llegó a casa de sus padres en Granada, donde también vivían los hermanos Rosales. El mayor, José, era fundador de Falange y Jefe Provincial; mientras que Luis Rosales era también falangista y poeta como Lorca. Conocido suyo desde 1930.

El 9 de agosto, irrumpió un grupo de gente armada, que eran sus propios primos Miguel y Horacio Roldán. Durante el registro fue maltratado el padre de García Lorca; es en este momento cuando los padres deciden que se esconda en casa de los hermanos falangistas Rosales con la idea que allí iba a estar seguro. Nadie se iba a atrever a ir a esa casa a detener a Lorca, algo erróneo porque aquel 16 de agosto del 36 se presenta Ruiz Alonso, Juan Luis Trescastro y Federico Martín Lago con la idea de detener a Lorca. Quien lleva el protagonismo es Ruiz Alonso, que no conocía las rencillas personales que mantenía la familia Roldán y deseosos de quitarles poder y prestigio a los hermanos falangistas Rosales. Estamos hablando de un crimen, de una vendetta en familia, pero quien sabía lo que había detrás era Juan Luis Trescastro. En su asesinato confluyen los deseos de venganza de los Roldan hacia sus parientes: la familia de García Lorca.

La Casa de Bernarda Alba era una venganza literaria que hace el propio García Lorca a la familia Roldán con el arma que mejor manejaba: la pluma, el cual era producto de setenta y cinco años de rencillas personales, económicas y de política local que mantuvieron ambas familias.

Ruiz Alonso y Javier Trescastros eran de Acción Popular, tratando siempre de ganarse los favores del Gobernador Civil e iniciaron unos enfrentamientos, siendo víctima de los mismos Lorca, porque este partido trató de dejar en evidencia a Falange, ya que en la casa de los significados falangistas (del fundador de falange José de Rosales), se alojaba un rojo.

Los Roldan eran íntimos amigos del teniente coronel de la Guardia Civil, que además tenía ganas a Lorca desde la aparición del Romancero Gitano, que era muy crítico con ese cuerpo. El documental finaliza con un resumen de Luis E. Togores (Instituto CEU de Estudios Históricos), diciendo lo siguiente:

En la actualidad sabemos con exactitud porqué fue asesinado Lorca en el verano de 1936. No fue asesinado por ser un poeta de izquierdas, ni por ser homosexual, lo fue por motivos de una vieja disputa familiar que se prolongaba por más de medio siglo.

Los García Lorca estaban enfrentados con sus primos los Roldán y los Alba, por temas económicos, familiares y de poder. La Guerra Civil fue el escenario perfecto para ocultar un asesinato que nada tenía que ver con lo que se estaba dilucidando en los campos de batalla de España.

He encontrado diversas versiones escritas este mismo mes y que a continuación transcribo.

El 26 de agosto de este año, en el periódico La Región, escribía un artículo en la sección de opinión José Luis Penedo, del que copio el siguiente texto:

En La Región del pasado día 18 del presente mes, en el espacio “Efemérides” aparece esta noticia retrospectiva: 1936.- El poeta Federico García Lorca es fusilado sin juicio junto a varias personas más en la noche del 18 al 19 cerca de Granada en el camino que va de Víznar a Alfacar un mes después de comenzar la Guerra Civil.

Otro diario gallego también recuerda la triste noticia que en extracto dice así: “Con una orden de arresto del Gobierno Civil, un grupo formado por diputados y jefes falangistas locales se dirigieron al domicilio de los Rosales Camacho, antiguos falangistas amigos de García Lorca, donde permaneció hasta su detención. Una vez efectuada se condujo a García Lorca a los calabozos del Gobierno Civil. Días después salió un coche junto a otro arrestado a las inmediaciones de Fuente Grande donde fue pasado por las armas”.

El 19 de agosto de 2016, escribe Antonio Puente un artículo llamado “Lorca: el poeta de la muerte, que no tuvo su muerte” del que merece especial atención el siguiente párrafo:

…También, que, atípicamente, fue conducido dos días antes a las dependencias del Gobierno Civil (y no al campamento improvisado junto al campo de ejecución, como el resto); y que si allí, en la víspera, ni Manuel de Falla ni Luis Rosales ni, sobre todo, el hermano de este, el influyente líder de Falange de la JONS —en cuya casa se había refugiado— consiguieron disuadir al gobernador, J. Valdés Guzmán. Fue, tal vez, porque había que tomar —o ya estaba medio cumplida— la orden del alto mando de Sevilla, Queipo de Llano: “Que le den café, mucho café”, y no era cosa de devolverles una piltrafa, un moribundo ampliamente torturado… De modo que “¡rojo y marica!”, solo eso por sentencia de muerte, entre rencillas y envidias familiares, cebadas por donde más resonara: el heterodoxo escritor de fama, crítico con cualquier forma de poder y propiciatorio autor de “dramas rurales”… ¿Rojo Federico? Alberti siempre alucinaba, contrito, en este punto. La única adscripción política que se le conocía era la defensa a ultranza de un erotismo libertario. Amigo íntimo de gentes de ideología muy diversa —lo era, por ejemplo, de José Antonio Primo de Rivera—, cuando en una de sus últimas entrevistas le preguntaron por su identidad política, Lorca respondió con su habitual desparpajo: “Soy católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico”.

La Fundación Federico García Lorca, en el apartado “Biografía”, relata su asesinato de la siguiente forma:

La tarde del 16 de agosto de 1936, Lorca fue detenido en casa de los Rosales por Ramón Ruiz Alonso, un ex diputado de la CEDA, derechista fanático, que sentía un profundo odio por Fernando de los Ríos y por el poeta mismo. Según Ian Gibson, biógrafo de Federico, se sabe que esta detención “fue una operación de envergadura. Se rodeó de guardias y policías la manzana donde estaba ubicada la casa de los Rosales, y hasta se apostaron hombres armados en los tejados colindantes para impedir que por aquella vía tan inverosímil pudiera escaparse la víctima [Federico García Lorca, vol. II, p. 469]

Lorca fue trasladado al Gobierno Civil de Granada, donde quedó bajo la custodia del gobernador, el comandante José Valdés Guzmán. Entre los cargos contra el poeta –según una supuesta denuncia, hoy perdida y firmada por Ruiz Alonso– figuraban el “ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual [Federico García Lorca, vol. II, p. 476]. Fueron infructuosos los varios intentos de salvar al poeta por parte de los Rosales y, más tarde, por Manuel de Falla. Según Gibson, “hay indicios de que, antes de dar la orden de matar a Lorca, Valdés se puso en contacto con el general Queipo de Llano, jefe supremo de los sublevados de Andalucía”.

Sea como fuere, el poeta fue llevado al pueblo de Víznar junto con otros detenidos. Después de pasar la noche en una cárcel improvisada, lo trasladaron en un camión hasta un lugar en la carretera entre Víznar y Alfacar, donde lo fusilaron antes del amanecer.

Aunque no se ha podido fijar con certeza la fecha de su muerte, Gibson supone que ocurrió en la madrugada del 18 de agosto de 1936. En documentos oficiales expedidos en Granada puede leerse que Federico García Lorca “falleció en el mes de agosto de 1936 a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra”.

En ningún otro sitio, por mucho empeño que le he puesto, he encontrado que el asesinato de Federico García Lorca fue producto de una venganza familiar, como he descrito más arriba.

Artículo de Mercedes Valdivia en el diario XYZ

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