Inicio Opinión Invitada “Aquel día de Reyes (1947)”

“Aquel día de Reyes (1947)”

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Por Carlos León Roch para elmunicipio.es 

Día de Reyes, y día de la Pascua Militar, que conmemora la reconquista de Menorca a los ingleses…

El teniente de la Armada camina muy orgulloso, con su uniforme de gala, a la celebración en la Capitanía General del Departamento Marítimo de Cartagena. A su izquierda, como es protocolario, le acompaña el cadete del ET, su hijo, también en el preceptivo uniforme de gala. Fue uno de sus días más felices, entre aquellos días tan duros, tan austeros, de la posguerra, atenazada España por el bloqueo económico de los vencedores de la II GM.…

En la madrugada de ese día el teniente había colocado, cuidadosamente, los zapatos de la esposa, del apuesto cadete de la Academia General, los de sus otros dos hijos, y los suyos propios. Todos cuidadosamente abrillantados y correctamente alineados junto al entreabierto balcón.

Naturalmente, también se habían previsto las viandas para los Reyes Magos (unos polvorones), una copita de vino dulce y paja para los camellos…

Y en los zapatos -nada nuevos, pero si limpísimos- los Reyes Magos habían colocado sus regalos: unas medias “de cristal” (entonces valoradísimas) para la esposa; unas “libras”· de tabaco para los hermanos mayores (procedentes de Melilla) y varios preciosos y modernos juguetes para el pequeño ,de cuatro años, quince menor que el cadete…

Y, por último, estaban los pulcros zapatos negros, de reglamente, del teniente… En ellos, los Reyes Magos, tras mirarse con complicidad, solo dejaron unos papeles, con escritura a máquina. Se trataba de las facturas de los gastos que había tenido que abonar por la estancia y manutención del cadete en la Academia de Zaragoza, gastos que, aunque modestos, constituían un gran esfuerzo en aquellos durísimos años. Un gran esfuerzo gratificante.

Sin duda, la esposa y los hijos mayores fueron muy felices con los modestos regalos de los Reyes, pero el porte y la cara de satisfacción del teniente franqueado por el cadete, denota que no pudo haber para él una satisfacción mejor, un regalo mayor.

El pequeño de 4 años –yo- no pudo valorar eso hasta muchos años después.

Carlos león Roch

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