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La división falangista ¿personalismo o cuestión doctrinal?

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La división falangista ¿personalismo o cuestión doctrinal?

Por M. Márquez

Y volvemos a tocar el ya más que manido y trasnochado tema de la unidad de los falangistas. Manido y trasnochado porque visto lo visto poco más puede dar de si, tras varias décadas tratando una y otra vez lo mismo. Pero aún así el anhelo de unidad seguirá a la orden del día mientras existan varios movimientos políticos que se declaren auténticos herederos de la primitiva Falange. Varios son los motivos que algunos ven como evidentes para sostener la imposibilidad de la unidad de los falangistas. Personalismos, diferencias doctrinales, incompatibilidad de estilo o sencillamente todas las causas a la vez hacen que el movimiento nacional-sindicalista se encuentre fragmentado.


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Pero lo más triste de todo, es que pese a la existencia de unos cuatro o cinco partidos políticos autodenominados falangistas, bien diferenciados entre si, la gran mayoría de los falangistas se encuentran fuera de las Falanges, militando en otros proyectos o retirados en los cuarteles de invierno esperando la unidad que nunca llegará.

Culpar a los líderes de las Falanges como máximos responsables de la división en nuestras filas puede ser tan cierto como tendencioso. Muchos ven claro que nuestros jefes nacionales prefieren “ser cabeza de ratón a cola de león”, y de ser así, dichos líderes se convertirían en el principal obstáculo de cara a la unidad, un lastre que sin duda habría que erradicar. Pero la realidad es que estos dirigentes son los que más se parten el pecho día tras día por la Falange y su causa. Dirigentes falangistas que continúan al pie del cañón, conscientes de que su cargo no les traerá nunca el poder, ni dinero, ni fama. Sino todo lo contrario.

Lo que nos lleva a pensar que el verdadero problema de la división falangista radica en la cuestión puramente doctrinal, en la imposibilidad de “mezclar churras con merinas”, como también muchos ven claro. Pero la realidad es que solo hay que leer los programas políticos de estas organizaciones para darse cuenta de que no existen apenas diferencia. Al menos no existe ninguna diferencia de consistencia que impida que los falangistas podamos llegar a entendernos.

Todos creemos en la unidad de España, y creemos que dicha unidad es algo más que una mera división geográfica o administrativa.

Todos creemos en la dignidad humana, y creemos que la libertad del hombre es más profunda que la concepción individualista y materialista de la vida que nos trae el liberalismo.

Todos creemos en la justicia social como máximo exponente de la grandeza de la Patria, y creemos en la auténtica Revolución contra el capitalismo, no en los cantos de sirena que nos trae el comunismo para luego explotar y expoliar al pueblo trabajador.

Y todos creemos en la vida, en la en la auténtica democracia organizada en la Familia, el Municipio y el Sindicato, creemos en la cultura, en la solidaridad, en la juventud, en la libertad, en el sacrificio, en los valores eternos. Y Creemos en José Antonio.

¿Donde está el problema entonces? Los máximos responsables de la desunión de los falangistas, como no podía ser de otra forma son los propios falangistas. Basta con echar un ojo a los distintos foros para darse cuenta cuales son las principales discrepancias insalvables entre falangistas: Franco, Franco y Franco. Y en menor medida, la cuestión de la imagen, las camisas, los yugos y las flechas. La eterna discusión sobre cual es la mejor estrategia para llegar a los españoles.

Ciertamente estos debates no son nuevo, y se remontan a la misma fundación de FE y JONS, y se intensifican para siempre tras el Decreto de Unificación (1937) que definitivamente parten a los falangistas entre “auténticos” y “colaboracionistas“. Y a día de hoy, parece que algunos no han salido de ahí.

Yo me atrevo desde aquí a lanzar mi reconocimiento a todos ellos, como patrimonio de la Falange. En pleno siglo XXI debemos ya de valorar el pasado desde la perspectiva histórica, sin sectarismo.

Honor para todos los falangistas de primera hora que se opusieron al decreto de unificación con los carlistas impuesto por Franco, luchando por aquello que creían justo. Y honor para todos los falangistas de primera hora, que decidieron colaborar con el régimen, siendo precisamente estos camisas viejas de Falange los que han traído para España los mayores logros sociales, alcanzando para el pueblo las más altas cotas de justicia social que se recuerde.


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Renegar de unos como de otros, es renegar de la Falange, de su idea. Lucharon por España como mejor lo creían, con sus aciertos y con sus errores. No somos nosotros ahora los más indicados para seguir valorando y criticando a aquellos falangistas. Es hora de que comprendamos al falangista que piensa de una forma, y al que piensa de la otra. Pero por supuesto siempre con respeto, y entendiendo que estos temas históricos y superfluos no llevan a nada, ni interesan a ningún español deseoso de Pan y Justicia. Sin duda tener claro este aspecto sería el primer paso a conseguir la efectiva unidad de los falangistas: preocuparse más del presente para luchar por nuestro futuro, y no vivir en las estériles discusiones pasadas a las que estamos acostumbrado. Solo así conseguiremos avanzar.

Y sobre el tema del estilo, la imagen, camisas, yugos y flechas, la otra gran cuestión de controversia en nuestras filas, daría para otro artículo largo y tendido. Ya está bien por hoy. Simplemente os pido una reflexión, ¿a quién conviene que sigamos enfrentados entre nosotros? ¿a quién conviene que sigamos en la marginalidad?. Cada día que pasa es terreno que cedemos al enemigo. El sistema lo tiene claro: Divide y vencerás.

Artículo de M. Márquez publicado en Disidencia Digital

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3 COMENTARIOS

  1. Tanto más patética e infértil esa desunión falangista, en tanto en cuanto el futuro pasa de manera inesquivable por el FRENTE SOCIAL Y NACIONAL.

  2. Hoy la política es marketing, y un producto, electoral como es este caso, si quiere ser potencialmente atractivo y vendible, debe resultar nuevo, moderno o actual. Hogar Social Madrid y VOX se han distanciado estéticamente del folklore del sector histórico (falanges, la españa en marcha), y son los únicos que han despuntado minimamente

  3. Estatutos prevaricados para mantenerse unos «listillos» en la direccion, dictadura y falta de democracia sindical directa interna. Este es el problema de las falanges desde 1935 hasta nuestros dias. Solo el municipio practica la libertad de expresion. No es asi en ningun otro medio Nacional-Sindicalista.

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