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RUFINO SEGURA UN CIEZANO INOLVIDABLE

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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

Pongamos que hablo de Rufino Segura Arnándis. Ya sé que la memoria es frágil y los reconocimientos débiles en demasiadas ocasiones con las gestas y con las personas. Es acaso un efecto colateral de esta sociedad de las prisas y el internet. Pero ocurre, sin embargo, que todavía persisten valores como el agradecimiento y la noble tarea de recordar a quienes, de una forma u otra, han contribuido con su ejemplo, y también con su hacer, con su inteligencia, o con sus virtudes de dedicación completa y directa al pueblo, merecen para siempre un lugar de honor en nuestro corazón y, desde luego, en nuestras instituciones.

Hablo de Rufino Segura. Resulta que todo esto se da en este hombre nacido en esta ciudad, que la tenemos por humanista y amable depositada de homenajes a nuestros mejores ciudadanos; y ahora, en estos días de una primavera incierta en tantas cosas, se nos ha muerto un ciezano de los que, de tarde en tarde, aunque no haya vestido nunca las ropas de la fama oficial, representa al menos para muchos de nosotros, para mí, la imagen serena, docta y comprometida de alguien nacido para el servicio a los demás, a su país. A España.

Abrigado por un intenso amor a España, hablo de Rufino, modelo de auténtica reconciliación de la historia – procedente de un origen familiar humilde y contrario-, pronto aprendió desde su infancia, el espíritu de trabajo, el afán de superación, la voluntad de lo imposible, esas condiciones que le impulsaron a encontrar su verdadero lugar en el tiempo y en el espacio que le rodeaba. Desde su precaria situación de niño sin pan, de su adolescencia limitada por la escasez, abrió caminos para su formación humana y profesional logrando puestos de alta responsabilidad en la sociedad. Comprometido con la nueva España que intuía en el Frente de Juventudes, estudió en la mítica Academia Nacional José Antonio donde se empapó de la ilusión falangista, y se hizo grande en sueños y realidades.

Tuvo tiempo para ser Maestro de Primera Enseñanza, y dar clases de Formación el viejo caserón de Isabel la Católica, y de allí a la Dirección de la Universidad Laboral de Gijón (aquellos revolucionarios centros de estudios para hijos de trabajadores que inventó el falangista Girón), y luego fue rector en la de Córdoba; pero era mucho más Rufino Segura Arnándis: Se doctoró en Leyes y cursó la Carrera de Graduado Social, ejerció como abogado y como Graduado Social. Su brillante carrera profesional le llevó a ocupar las Delegaciones Provinciales de la Juventud en Albacete y en Murcia, en las que dejó impronta de su capacidad y, sobre todo, lealtad al ideal Joseantoniano del que nunca renunciaría. Fue también profesor en la Escuela de Practicas Jurídicas en la ciudad de los califas.

Así que hablemos de Rufino Segura, de toponimia vascuence y alma ciezana. Y recordemos también al poeta que fue, que yo-, como sempiterno aficionado-, conservo algunos de sus poemas, o de sus cartas de amigo, que forman parte de mi idiosincrasia. Hablemos de un hombre que marcó con su continua lección de lealtad y fraternidad, a tantos jóvenes que veíamos en él, un imán que atraía siempre hacia una aventura de paz y de convivencia. La hermosa aventura de España. Y démosle, aunque sea simbólicamente, el homenaje que esta ciudad le debe a un hombre de su valía y de su testimonio. Yo, se lo daré siempre.

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