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Sexo con robots, un sector que ya factura más de 15.000 millones

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Mujer y robot
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Si ni nuestros móviles, ni ordenadores, ni coches, ni una infinita lista de cosas materiales son lo que eran, ¿por qué no iba a pasar lo mismo con nuestros hábitos? Y si hablamos de hábitos, hay que hablar de sexo.

El Mundo / Sí, el sexo también ha cambiado para todo aquel que lo quiera cambiar. Ahora han entrado en juego los robots. Ya en sus inicios, estos androides nacieron como complemento para facilitar la vida de los humanos. De esta manera, podemos encontrar desde robots de cocina o limpieza hasta algunos capaces de realizar trabajos como la atención al público. Entonces, ¿por qué no iban a complementar algo tan básico como el sexo?

Hablamos de la posibilidad de acostarse con un robot. Se trata de la robofilia, una alternativa sexual que con el tiempo va ganando realismo.

Puede sonar raro pero lo cierto es que, ahora, la robofilia es el sexo del que todo el mundo está hablando. Aquella práctica que nos inunda de curiosidad y que está cada vez más presente en nuestro día a día.¿

Qué perfil tienen las personas que practican sexo con robots? ¿Podríamos ser cualquiera de nosotros? La respuesta es no. No todas las personas sienten curiosidad por tener relaciones sexuales con un robot, por fortuna.

Sin embargo, tal y como cuenta a FCINCO Félix López Sánchez, psicólogo sexual y catedrático en psicología de la Universidad de Salamanca, no es nada raro encontrar personas que quieran tener sexo con autómatas. Una nueva era ha llegado. Bienvenidos al futuro sexual más presente.

¿Enfermedad mental o un hábito más?

Para conocer este nuevo tipo de sexo, es primordial diferenciar los comportamientos que puedan tener las personas que lo practican. Básicamente hay dos posibilidades desde el punto de vista psicológico: la parafilia y el hábito.

Hablamos de parafilia cuando alguien tiene un comportamiento sexual que practica por puro placer. Es muy sencillo identificar a los adeptos a la robofilia, pues este tipo de personas sólo se excitan con robots u objetos similares y, por el contrario, no lo hacen, ni pueden hacerlo, con personas. No obstante, según afirma nuestro especialista, «las personas parafílicas son muy pocas y, por ello, no saldría rentable lanzar un negocio relacionado con esto». Algo que no es igual si hablamos del hábito.

Se trata de un simple hábito cuando los practicantes son personas que tienen sexo con robots como una conducta sexual más entre todas las que alguien pueda llegar a tener. Su objetivo es disfrutar de tener relaciones con autómatas como una nueva experiencia, un nuevo juego o una forma más de consumo sexual.

Hablando de consumo… estas nuevas tecnologías sexuales están disparando la economía de su sector. La venta de robots sexuales ya supera los 15.000 millones de dólares. Y todo apunta a que no se quedará ahí. Los expertos en tecnología aseguran que los juguetes sexuales que actualmente conocemos solamente representan una mínima parte de toda la transformación que podremos encontrar en un futuro no muy lejano y que dará mucho dinero.

Similitudes entre humanos y robots. El poder de la mente

Si nos adentramos en la mente de aquellas personas que sólo tienen relaciones con androides por placer, debemos destacar los diversos pensamientos que se les plantean: el probar una nueva experiencia, fantasías sexuales, el librarse de compartir secretos íntimos con otras personas, el deseo de contar la experiencia vivida, el sentirse atraído por artilugios mecánicos o, sencillamente, la libertad en las relaciones sin tabúes.

¿Estas personas son conscientes de que son máquinas? Sí, lo son. Pero la mente cuenta con un gran poder, tanto que la imaginación de quienes tienen sexo con robots puede llegar a construir una imagen de «humanos» para ellos. Para otros, sin embargo, cumple una función similar a otros juguetes sexuales, pero en este caso mucho más elaborados y con más posibilidades de interacción en sus relaciones.

Los creadores de autómatas sexuales cuidan hasta el más mínimo detalle para que no les falte de nada.

Tienen pestañas, pelo natural y rasgos casi humanos. Su piel está hecha con material TPE (caucho termoplástico), el cual es muy parecido a la silicona médica y al tocarlo se asemeja a la piel humana. Sus órganos sexuales son capaces de reproducir la temperatura que tienen los órganos de las personas y cuentan con la flexibilidad suficiente para poder realizar la mayoría de posturas del Kamasutra.

Existen tanto del género femenino como del masculino, con medidas perfectas y con la ventaja de que no envejecen jamás. Y, claro está que, aunque no podamos viajar en el tiempo, a medida que pasen los años se asemejarán aún más al cuerpo humano, y habrá muchísima más gente que se anime a tener sexo con ellos. Pero, por perfectos que sean, los sentimientos seguirá siendo su asignatura pendiente.

La mente de los robots se basa en la inteligencia artificial, diseñada para realizar acciones que se consideran humanas, como Siri en nuestros móviles, por ejemplo. Estas máquinas cuentan con una mente mucho más inteligente si hablamos de análisis estadísticos y matemáticos. Pueden dar respuestas y simular tener esos sentimientos. Pero siempre se quedará en eso, en simulaciones. Porque, tal y como apostilla nuestro experto en psicología sexual, «¿qué silencios y soledades se pueden romper con uno de estos robots entre los brazos?».

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