Según informa la agencia estatal Xinhua, la detonación tuvo lugar a las 6:24 de la tarde en la zona de espera a la salida de las llegadas internacionales. Las imágenes difundidas por los medios chinos muestran a un equipo de médicos atendiendo a un herido en medio del humo que provocó la explosión, que causó el miedo entre los pasajeros que se encontraban en ese momento en el aeropuerto pero no llegó a retrasar ningún vuelo.
La televisión estatal CCTV ha identificado al autor de la explosión como Ji Zhongxing, nacido en 1979 en la provincia oriental de Shandong, pero no ha dado detalles sobre sus motivos.
A la espera de que la Policía determine las causas de la explosión, los primeros indicios apuntan a que podría tratarse de un atentado. Por lo general, estos ataques suelen ser obra de agraviados por alguna injusticia social que escogen tan mortífera manera de descargar su rabia. Es el caso, por ejemplo, del incendio provocado el pasado mes de junio en un autobús de Xiamen, en la provincia de Fujian, que costó la vida a 47 personas. Tal y como informaron después los medios chinos, el autor del incendio, que se inmoló en el autobús, protestaba así contra las autoridades por haber perdido su pensión.
En 2008, poco antes de los Juegos Olímpicos de Pekín, dos autobuses estallaron en la ciudad sureña de Kunming y otro más lo hizo en Shanghái, dejando en total cinco muertos. En enero de 2005, un minero de la región musulmana de Xinjiang se inmoló con dinamita en otro autobús lleno de pasajeros, matando a diez personas. El motivo: llamar la atención por no haber conseguido una indemnización tras perder los dedos de una mano en un accidente laboral.
La Policía ha reforzado la seguridad en el aeropuerto de Pekín, que vuelve a recuperar la normalidad tras el susto que ha provocado esta explosión.