As.com / Despedida del Madrid de la gira americana con buen sabor de boca. Otra victoria en el saco y una resurección, la de Kaká. Ancelotti pone al equipo en la senda correcta y, ante lo visto, también reactiva a las células menos activas del vestuario. Y para acumular buenas noticias, la tarde en Saint Louis fue grande para Casemiro, el jugador revelación de la pretemporada.
Ancelotti desistió de usar a Kaká como jugador probeta y acertó. Lo colocó en su sitio, de media punta, donde recibe sin agobios, gira y encara. Y Kaká apareció con aquellas maneras que tanto gustaron en el Milán: zancada larga, movilidad de lado a lado, pase seguro y entrada al área.
Efectivamente, el Madrid reposó el ataque en el ‘8’ y respondió con soltura. De tal manera que este Inter desfigurado no encontró forma de impedir el 1-0, en llegada desde segunda línea de Kaká: bajó el balón con el pecho en el área, disparó con el pie, rechazó Handanovic y el segundo remate, de cabeza, fue a la red. Gol de parto largo, pero de efecto vitamínico para el alicaído jugador.
Estaba encarrilado el partido en el descrito minuto diez. Era un Madrid más directo sin Isco ni Özil, aunque no menos vistoso. El Inter, con un feo cerrojazo de tres centrales y Palacios allí arriba, aislado gladiador que Ramos y Nacho fumigaron. Peleó en la primera parte; tuvo una ocasión que tiró alta en la segunda. Muy meritorio lo suyo.
Casemiro. En el laboratorio de pruebas de Saint Louis se leyó, por demás, lo que apunta la pretemporada. Entre lo mejor, la imparable puesta en valor de Casemiro. Autoridad absoluta en el centro del campo, con mucho terreno de presencia, largo recorrido y sobriedad. Fantástico su juego, culminado con dos toques de orfebrería: un pase elevado a Morata en la frontal, que el chaval disparó precipitadamente fuera, y una asistencia cruzada al hueco para que Cristiano prolongara de chutazo a gol. 2-0 en el 37’.
Morata y Cristiano. El joven ariete moría por marcar. La ansiedad le traicionó en las que tuvo. Peleó, se pegó con los italianos, se fajó y lo dio todo. Pronto le llegará el gol. Y el portugués, a medio gas, algo empachado de partidos, pero siempre chispeante. No precisó sobre excitarse como lo hizo ante Mou para dejar su sello y hacer su diana de turno. Al descanso se quedó en la caseta. Ya bastaba.
Ancelotti dio paso a la segunda hornada. Tiempo para Jesé, después Mateos, más tarde Casado… Y en este escenario Kaká siguió con sus tirabuzones, ya más espaciados, y Di María con esa entrega por la que cuesta pensar que quizás deba hacer las maletas. El Inter se vino arriba perdiendo timidez, y de pronto se encontró con un autogol de cabeza de Álvarez, forzado por Casemiro, en saque de córner. Otra vez Casemiro estaba donde se cocía la acción. No fue suyo el tanto, pero achuchó.
Los italianos crecieron con las sustituciones, y el Madrid aceptó la propuesta de jugar al correcalles. Diego López encontró el momento para lucirse en dos ocasiones, metido el equipo blanco en cierta prisa por llegar al final y volverse para casa.