ABC / «Me equivoqué. Lo lamento, pero así fue. Me equivoqué al mantener la confianza en alguien que ahora sabemos que no la merecía». El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha asumido de esta forma su error al confiar en una persona, Luis Bárcenas, que le decepcionó irremediablemente cuando se supo que tenía cuentas millonarias en Suiza sin declarar.
Rajoy ha comparecido en el Senado (el Congreso está en obras) para dar explicaciones sobre el caso Bárcenas y para hacer un balance de la situación política y económica, aunque el debate ha estado centrado en el chantaje fallido del extesorero del PP. El presidente del Gobierno quería, como ha explicado, salir al paso de los equívocos o malentendidos que se hayan podido producir, ofrecer su opinión y facilitar toda la información a su alcance. Pero también evitar la erosión de la imagen de España en el exterior que podía producirse si, según dijo, el PSOE hubiera presentado una moción de censura.
Mientras tanto, el PSOE ya había sentenciado y condenado a Rajoy. Le ha exigido la dimisión, como ya había anunciado, sin escuchar un solo argumento del presidente. Pero Rajoy ha aclarado en su segundo turno que no va a dimitir porque no es culpable ni va a convocar elecciones anticipadas. De hecho, se ha definido a sí mismo como recto y honrado.
Rajoy ha admitido que creyó en la inocencia de Bárcenas. «Era una persona de confianza en el partido», ha señalado. Y el carecía de razones, ha añadido, para dudar de su inocencia. Creyó en él hasta que llegaron datos que confirmaban la existencia de cuentas millonarias en Suiza, no declaradas a la Hacienda Pública. Un hecho que revelaba, según Rajoy, una manifiesta deslealtad hacia el partido y un hecho ilegal.
« ¿Me engañó? Sí», ha subrayado Rajoy, quien ha acusado al extesorero de mentir, esconder la verdad y fantasear. De hecho, el presidente del Gobierno ha reconocido que en el partido se han pagado remuneraciones complementarias por razón de cargo, anticipos o suplidos a justificar por gastos inherentes al desempeño del cargo, pero todo en blanco y se ha incluido, ha dicho, en la única contabilidad del partido.
Rajoy ha trufado su discurso de citas de Rubalcaba de la legislatura pasada, cuando defendía la presunción de inocencia y que se pidiera responsabilidad política por hechos comprobados. «Fin de la cita», apostillaba al terminar cada cita, una coletilla que después han utilizado todos los portavoces y ha triunfado en las redes sociales.
El presidente del Gobierno, en un discurso que ha durado casi una hora, ha criticado duramente a quienes aplauden y jalean las marrullerías de papeles y fotocopias, los que transforman cada insinuación en acusaciones vehementes, dan por bueno todo lo que se publica e ignoran lo que se desmiente, y también a quienes no esperan a conocer la verdad, porque tal vez, ha apuntado, no les gusta esa verdad o porque no tienen tiempo político para conocerla.
«He reconocido un error, mi error, y he respondido con el rechazo a todas las acusaciones vertidas por el señor Bárcenas y que están sub iudice. Se ha causado un daño grave a la imagen de España que trataremos de corregir y de superar, manteniendo con firmeza el rumbo del Gobierno y dejando trabajar a la justicia», ha terminado Rajoy.
Los SMS, en la intervención
La intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba ha empezado floja, pero el jefe de la oposición endureció el debate cuando hizo un relato pormenorizado del caso Gurtel y de las acusaciones de Bárcenas, incluida la publicación de unos SMS que reflejaban contactos entre el extesorero y Rajoy incluso después de conocerse que tenía cuentas en Suiza.
«Son SMS de un socio a otro socio en apuros», ha acusado Rubalcaba, en el momento más crítico de su discurso. A su juicio, Rajoy no dijo la verdad a los españoles cuando dijo que todo era falso, «porque la contabilidad B era cierta». Según el secretario general del PSOE, los SMS demuestran que la verdad de esta historia es lo que parece ser.
Rubalcaba ha dado por buenas todas las acusaciones de Bárcenas, así como los papeles que se han publicado, pese a la distintas versiones que tienen y que demuestran incongruencias en los datos, como ha publicado ABC. El jefe de la oposición se ha agarrado a los hechos, pero a los hechos que mejor se adaptan a su teoría de la corrupción, y los da por buenos.
Como estaba previsto y anunciado, Rubalcaba ha exigido a Rajoy se dimita y se marche, porque está haciendo daño a España, según ha advertido. Eso si, ha señalado que no renuncia a presentar una moción de censura en el futuro, si bien Rajoy le ha recordado que a él personalmente no le importaría en absoluto porque le permitiría conocer el programa desconocido de ese candidato.
Otros grupos
La subida del portavoz de CiU, Josep Antoni Durán Lleida, a la tribuna ha aportado unos minutos de calma y tranquilidad. Sus acusaciones, al lado de las del PSOE o IU, son como pellizcos sin maldad. Durán prefiere creer a Rajoy, pero le ha advertido que si al final se demuestra que ha mentido deberá asumir sin falta responsabilidades.
Con Izquierda Plural llegó la brocha gorda y la bronca. No por Cayo Lara, farragoso y aburrido, sino por Coscubiela, que ha llamado a Rajoy «político corrupto», se ha negado a retirarlo cuando el presidente del Congreso le ha reprendido, y ha conseguido que un diputado del PP le llamara a él «imbécil», y otro «canalla».
La portavoz de UPyD, Rosa Díez, ha tenido días más brillantes. «Queremos que usted díga la verdad a los españoles y asuma su responsabilidad», ha insistido una y otra vez. Dejaba claro que la versión que acababa de dar Rajoy no es para ella «la verdad». Y además de exigir otra «verdad» más en consonancia con sus argumentos, ha puesto al presidente del Gobierno tareas, con una lista de preguntas para que respondiera sin falta.
«A usted le ha traído aquí la prensa europea y los cuatros bancos de inversión que criticaron su ausencia», ha sentenciado el portavoz del PNV, Aitor Esteban, que se ha quejado de la fecha del debate, porque según él media España está haciendo la maleta.