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Barcelona y Tarragona 12 y 13-O

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Crónica para elmunicipio.es de nuestro colaborador Jesús María García.

Barcelona:

22.30h Madrid, Plaza san Juan de la Cruz. El autobús sale puntual a las 22.30 con una treintena de personas algo más de la mitad que el año pasado. Parece ser que las Beatificaciones del domingo han dispersado las concurrencia en lugar de fomentar viajes conjuntos.

En las butacas del autobús,  que llenan profesores de Universidad jubilados, Abogados, Economistas, Ingenieros, con un rango de edad bastante amplio,  hay buen ambiente sobre un fondo de resignación y malos augurios sobre el futuro inmediato de la región a rescatar. Frente a la locura de los  dirigentes  nacionalistas, nada se espera de la capacidad de reacción de Rajoy, algo más en el animoso Ribera al que se le considera un predicador en el desierto de una prédica poco consistente  que insiste  en basar la unidad de España en la inconsistente Constitución.

10.00h Barcelona,  a LAS 10.30h ya hay banderas españolas y catalanas bajando el paseo de Gracia desde la esquina con Aragón hacia la Plaza Cataluña, tramo en el que una bandera de  España gigante adosada a otra catalana es batida por unos cuantos voluntarios. Cuando finalmente se llega a la plaza el buen clima meteorológico y de ánimo es indudable. Hay niños sobre las lamas de ventilación del metro aprovechando el aire para hacer ondear sus banderas. Familias con niños que han desafiado las amenazas de los de siempre, abuelos que vienen juntos, grupos de jovencillos. Se ve que nuestros niños son mas alegres, nuestras chicas más guapas, mucho mas guapas, nuestros abuelos, menos abuelos y que en la gente el mensaje positivo, “mejor unidos” “Cataluña es España” queda mucho mejor en la foto que la fealdad del mensaje diferenciador y cargado de odio de las convocatorias nacionalistas. Unos discursos flojos que de tan medidos telonean un himno de España que cierra como un trueno la manifestación.

Barcelona-12Octubre

13.00h Se dispersa la manifestación con lo que las terrazas de los alrededores se llenan de banderas de España creando una imagen de aparente normalidad, aparente por desgracia.

Tarragona: los complejos.

11.00h Un cartel pequeño tamaño advierte a los llegados a la estación de autobuses de la línea especial que posibilita llegar al complejo en el que se va a celebrar la ceremonia, una antigua Universidad Laboral fundada en el régimen de Franco cuya arquitectura cuadrada y sin concesiones pero con dignidad de obra perdurable dejaba pocas dudas sobre el inspirador de la obra.

En el acceso al recinto, los miembros de seguridad se afanan en quitar todo aquello que recuerde a una bandera a los asistentes. Entre las banderas incautadas una enseña del vaticano, traída por un provocador sin escrúpulos. Este hecho, no por anunciado, resultó menos ridículo, humillante y estúpido puesto que las banderas introducidas en el fondo de las mochilas fueron desplegadas al final de la ceremonia cuando la vigilancia fue disminuyendo.

Desde la entrada hasta la explanada, voluntarios colocados cada cuatro metros sonríen tratando de compensar, sin éxito, el golpe moral que supone tener que esconder la bandera de España en un lugar que justo el día anterior se decía a gritos que era España.

Ya en la explanada un sacerdote, delgado con flequillo y gafas metálicas de aspecto postconciliar da la bienvenida con una plática  llena de lugares comunes insistiendo en el hecho de que los mártires a beatificar murieron perdonando al enemigo, remachando que eran hombres de paz que no se identificaban con ningún bando. Tal conjunto de memeces fue sólo interrumpida por cantos a la guitarra de canciones extendidas después del concilio.

Plática y canciones dan paso a los testimonios de los mártires conmovedores en extremo sólo superados en emoción por la carta en que uno de los milicianos, del siglo  XX ,se entiende, reconoce que no puede de apartar de su cabeza la mirada de uno de los mártires mientras recibía el disparo que acaba con su vida.  En la despedida de uno de los mártires, cuyo testimonio había sido escrito en catalán , y que fue leído en catalán,  se habla del amor a España que el recién beatificado sentía. Una pena que la bandera que tanto amaba el ahora beato, no haya podido ser ondeada en un día tan señalado.

Sobre el altar una gran tela con una  imagen de un anfiteatro romano  transportaba a los asistentes a las persecuciones de los emperadores Valeriano y Galerio poniendo en relación  dicho hostigamiento con el del siglo XX, ambos unidos por la maldad humana vencida por el espíritu de perdón de  los mártires de entonces y ahora. Ese mensaje, sutilmente introducido en la cabeza de los peregrinos, fue remachado con la referencia al martirio de San Fructuoso y su primitiva comunidad de Cristianos tarraconenses. La diferencia entre ambas persecuciones se podría encontrar tal vez, en que en el estrado no había, que se sepa, ninguna autoridad política  reivindicando la memoria histórica para los romanos perseguidores  y si en cambio  para los cómplices o colaboradores necesarios de los martirios de la Guerra civil, perdón siglo XX.

La homilía del cardenal Amato fue perdiendo fuelle a medida que párrafo a párrafo abandonaba un duro diagnóstico sobre la República para centrarse en el brillo de los mártires que se elevaba sobre unas ideologías dañinas y deshumanizadoras extendidas en los años 30 del siglo XX sin aclarar cuáles ni quién las sostenía.

Beatificación-Mártires-Siglo-XXI-España

Y así se cerraba el acto con palabras de Rouco y otros que  insistían en el mismo valor de los mártires y su ejemplo de perdón. Aplausos con poca fuerza y pocas fotos de los participantes en comparación con el día anterior. Pareciera que sin la bandera de España, guardada en la mochila por mor de los complejos, hay poco que inmortalizar y pocas ganas para una sonrisa de foto.

15.00h El autobús vuelve a Madrid. Los comentarios más extendidos en las butacas recuerdan lo flojo de los discursos, lo ridícula de la prohibición de las banderas y una sensación de resignación e humillación general.

Leer la prensa al día siguiente hacía más honda la tristeza. En el ABC la noticia aparece en portada. En el interior se destaca “ el baño de beatitud sin consignas ni pancartas” algo evidente si se prohíbe su entrada en el recinto, una antigua Universidad laboral, sin mencionar el hecho de que fue construido en la época del antecesor a Régimen,  remachando que se podían ver  “ apenas un par de banderas y una senyera” . se lamenta la cronista de los peros del  PSC y ERC al acto.

El País, lleva  a portada la noticia destacando que “ 522 mártires de la Guerra civil” – ellos si citan Guerra Civil y no siglo XX – que murieron “ víctimas de la ‘persecución’ religiosa” El entrecomillado de persecución es toda una declaración. Los escribas Pérez y Encuentra, lamentan “ la ausencia de referencias a los crímenes franquistas en el mensaje del Papa” y destacan que la Conferencia episcopal por boca de Martínez Camino ha evitado utilizar la expresión “mártires de la Guerra Civil” con el argumento que no combatieron en la misma.  Si se aplicara tan brillante argumento a los muertos en los bombardeos a población civil de Guernica, o Tetuán , población que tampoco combatió, las cifras de muertos en nuestra contienda sería sensiblemente rebajadas quizá no todo lo que la historiografía actual sugiere, pero si algo, digo yo.

El Mundo, en crónica de J Oms no lo lleva a portada pero acierta al señalar que fue un acto en el que “se prohibieron las pancartas y hubo pocas concesiones al catalán”. En faldón de opinión que firma José Manuel Vidal discute la homilía de Amato  motejando al prelado como alguien  de “la vieja guardia”  aportando al argumentario “ que una comisión de expertos está examinando las cuentas de la congregación para la Causa de los Santos”   examen que el plumilla no aclara, total para qué. Y sigue calificando de tesis históricamente aventurada la homilía de Amato que , según Vidal, “trataba de demostrar que los mártires no fueron asesinados por motivos políticos y que en cambio el sistema político de aquella época, los años 30,  había programado el exterminio de la Iglesia católica de España.” Pues no seré yo quien saque del lío a Amato porque él sólo se metió al recular oportunamente no vaya a ser la suya una bandera demasiado discutida. Tampoco creo que el aventurado periodista lo haga.

Jesús María García para elmunicipio.es

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