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El Expolio de El Greco enriquece las salas del Prado

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La finalización del acondicionamiento de la sacristía de la Catedral de Toledo ha permitido la exhibición en el Museo del Prado de ‘El Expolio de Cristo’ tras su restauración, convirtiendo la sala donde se muestra, rodeado de otras pinturas de El Greco, en una de las más espectaculares del museo. Así lo ha valorado Leticia Ruiz, jefe del departamento de Conservación de Pintura Española (1500-1700), para quien la trayectoria creativa «espectacular y desconcertante» del pintor cretense sólo es comparable con la de Picasso.

Poco antes del pasado verano, ‘El Expolio’ llegó al Prado para su investigación y posterior restauración en los talleres del museo, con motivo de la celebración el próximo año del cuarto centenario de la muerte del artista, organizado por la Fundación El Greco 2014. Con motivo de este aniversario se están llevando a cabo obras de acondicionamiento en la sacristía de la Catedral, por lo que hasta que estas intervenciones no finalicen, lo que previsiblemente será en diciembre, la obra permanecerá en la sala 9B del Prado junto a ‘La coronación de la Virgen’, ‘La Resurrección de Cristo’, ‘La Anunciación’, ‘La Crucifixión’, ‘Pentecostés’ y cerca de ‘La Trinidad’.

Tras un estudio previo, la obra fue trasladada al Prado para su documentación técnica y restauración. «Y ahora estamos encantados de poder ver esta obra magnífica y estupendamente conservada», que ha recuperado «toda su fuerza y esplendor artístico. Sigue siendo igual de impresionante que cuando la pintó El Greco, resaltando su fantasía y habilidad creadora», en opinión del director adjunto del Prado, Gabriele Finaldi.

Según el restaurador Rafael Alonso, por cuyas manos han pasado ya numerosas pinturas del pintor cretense, la obra se encontraba en un estado de conservación «excepcional». El montaje del lienzo que realizó El Greco ha ayudado a preservar la obra de inclemencias. Además, el hecho de que siempre se haya mantenido en el mismo ambiente ha hecho innecesarias intervenciones que hubieran perjudicado el relieve y la calidad de las pinturas originales.

Estudio y limpieza

«El Greco utilizaba, por su gran calidad y dimensiones, una tela que se usaba para hacer manteles», ha recordado Rafael Alonso, cuya intervención ha consistido básicamente en la reintegración y consolidación cromática de levantamientos y pequeñas pérdidas en el borde inferior. Tras estos trabajos, se llevó a cabo una limpieza que ha permitido recuperar el equilibrio de las luces y las sombras, «mejorando las relaciones espaciales y cromáticas y, con ello, la visión global de la composición».

«Al cabo de los siglos, los barnices se habían alterado y eso hacía que la pintura tuviese aspecto plano; los colores estaban amortiguados por una pátina que ensuciaba el cuadro», comentó el restaurador, que valoró el trabajo como «delicado», ya que la limpieza de una obra «es lo más difícil». Según se fueron bajando el nivel de los barnices, «se veía cómo la luz lateral iba definiendo los planos de la composición», ha destacado Rafael Alonso, quien comentó que la exhibición de la pintura junto a la reflectografía infrarroja y la radiografía de la pintura permiten apreciar que el pintor no tuvo arrepentimientos.

«No realizó cambios sustanciales en la composición inicial, lo que indica que concibió una idea general que fue cuidadosamente trabajada de antemano», ha señalado el restaurador, quien destacó el juego de luces y color utilizado «con gran maestría» por el artista.

Por su parte, para Leticia Ruiz ‘El Expolio’ supuso la primera oportunidad que tuvo El Greco de hacer algo grande tras su llegada a España, y supuso un punto de inflexión en su trayectoria. Cuando el artista llegó a nuestro país, era «un pintor maduro», de gran complejidad formativa, que decidió irse de Venecia a Roma y posteriormente a España, donde se vinculó con El Escorial y con Toledo. «Allí tuvo oportunidad de demostrar que era un pintor que dominaba la técnica veneciana y el óleo sobre lienzo. Recuperó la riqueza y suntuosidad del color veneciano con una idea de composición que se vincula con el mundo bizantino del que procedía», advirtió.

El deán de la Catedral de Toledo, Juan Sánchez, ha recordado en su intervención que, inicialmente, el Cabildo no quería que el cuadro saliera de la sacristía, pero, aseguró, se dieron cuenta de que el Prado «era el único que podía restaurar la obra».

EL MUNDO

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