Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es
¿Ustedes lo esperaban? Yo tampoco y, sin embargo, alguien ha afirmado que es el mejor de los expresidentes. Toda una manera de seguir honrando al más tonto de los políticos de la Historia de España por quienes, recalcitrantes, no se apean del burro. Es la sospechosa inquina a cualquier otro que no sea de su cuerda. Creo que estos alabanciosos lo decían porque estaba callado; pues ahí tienen el tiempo que ha tardado en volver a las andadas: sus bobadas.
Retorna el sandio; otra vez el hombre hueco; regresa el increíblemente tonto, al que le nacían brotes verdes allí donde la espalda pierde su pulcro nombre; el papamoscas de nubes; el suplantador de Alicia en el país de las maravillas; el champiñón de la liga; el récordman de la estulticia; el que aliaba civilizaciones como el que lía un pitillo; el que la lio contra España; el asombro del planeta; el “sembrao” de simplicidades; el que se encontró con lo que creía un juguete y era nada menos que el gobierno de España.
Parecerá cruel, incluso irrespetuoso; pero quien ha hecho tanto daño a una nación en la que no creía y presuntamente gobernaba no puede tener ninguna clemencia. Es demasiado el daño. Es poco, muy poco, el castigo de aplicarle los epítetos más ofensivos de la gramática cuando lo que debería caer sobre él son los implacables artículos de un Código Penal que defina el delito de alta traición.
Ser Presidente del Gobierno de una nación de cuyo concepto dejó dicho que era discutido y discutible, debería tener una sentencia condenatoria a la que a los años de cárcel se les deberían añadir un día más sin definición de salida de aquélla. Es el mismo que afirmó que todo lo que viniera de Cataluña, esa hermosa y personalísima tierra de España, gobernada hoy por un avispero de corruptos con ínfulas de políticos estadistas, cueva de Alí Babá, en la que se guarecen familias, sagas, dedicadas al saqueo del dinero público, lo firmaría; aunque fuera la secesión. ¡Qué lumbrera! ¡Qué desastre!
Este es el tipo al que los corifeos, pelotas, lacayos, oportunistas y demás ralea llevaban en andas de Presidente, cuando hace unos años le dediqué un artículo, “El hombre hueco”, en el que para entonces, y no hacía falta ser adivino, denunciaba su conducta infantiloide y desvariada como la que ha quedado definida por los calificativos anteriores. Hoy reniegan de él muchos de aquellos suyos que lo incensaban. Ya se lo anuncié al propio en aquellas líneas. Pero ¿cómo iba a hacerme caso este “avisao”?
Cuando cayó del gobierno tan estrepitosamente, me prometí cumplir con el consejo de no hacer madera del árbol caído. No ha podido ser. El quídam no coopera. El individuo además de tonto es un provocador. No es que sea un árbol caído, es un madero con ojos. ¿Cómo le iban a salir brotes verdes a un madero?
Ahora nos amenaza con un libro. Iba a decir que sería curioso leer lo que escribe y cómo. No se les ocurra comprarlo. Estoy seguro que si alguno acabara de leerlo se arrepentiría de haberse gastado veinte o treinta euros y tenerlo que tirar; lo más acertado es que la mayoría, sin terminarlo, lo estamparía contra la papelera. Y qué culpa tiene ésta. Alguien que ha usado de su santa paciencia para embuchárselo, ¡santo Job!, también ha tenido la delicadeza de advertírnoslo por radio y televisión. El que avisa no es traidor, es que además vela por nuestra deteriorada economía, que no está en estas fechas para debilitarla con la compra de los turrones mentales que fábrica este chalán.
Qué se calle de una vez. Al final, como siga exponiéndose a sí mismo como un santo en la urna, haremos lo que dice el castizo: “Leña al mono que está vivo y se ha puesto el traje de seda”.
¿Crudeza en las palabras? Más crueles son las lágrimas que nos está haciendo caer por nuestra Patria, España.
Pedro Conde Soladana
No,por Dios,otra vez no.