Una joven francesa, que fue miembro del grupo radical Femen, ha explicado el funcionamiento interno de la organización en una entrevista.
Además la joven, que oculta su verdadero nombre, ha denunciado que el grupo Femen realiza prácticas propias de las sectas destructivas.
La entrevista es de Juan Manuel Bellver y estas han sido las respuestas de la joven ex-miembro de Femen:
¿Por qué quiere denunciar todo esto en un libro?
Es un gesto militante. No admito que una asociación que lucha por la igualdad reprima de esa manera a sus activistas. Por eso me puse a recopilar testimonios de otras que han vivido la misma situación y lo han dejado. Escribo para advertir a quien quiera ingresar en Femen cómo funcionan las cosas.
¿Qué la hizo unirse a Femen?
Me gustaba su visión combativa del feminismo y las causas en las que se implicaban. Cuando se lo conté a los míos, me dijeron que estaba loca. Pero yo me sentía bien, siempre he sabido lo que hacía y por qué. Al ingresar en Femen, lo primero que me advirtieron es que podía ser peligroso. Por supuesto, recibes amenazas constantes en internet, que dicen cosas como: «Os vamos a reventar, putas». Pero el verdadero peligro está en que un grupo de fascistas te reconozca por la calle y te haga algo.
¿Cómo fue el día que realizó su primer happening, medio desnuda en plena calle?
Pensé que tenía suerte de participar en algo tan fuerte. Hay mujeres que practican topless o que se desnudan para la publicidad o la pornografía. El cuerpo de la mujer es utilizado cotidianamente para vender sujetadores o coches de lujo y nadie dice nada. En este caso, estamos recurriendo a nuestra propia desnudez para defender ideas.
¿La vida de una Femen es compatible con trabajo y familia?
Como cualquier compromiso, exige dedicación. Se da por hecho que dedicas a la organización todo el tiempo que puedes. Si quieres integrarte, tienes que estar disponible. Si no acudes regularmente a las convocatorias, dudan y dejan de llamarte. Te empiezan a hacer el vacío.
¿Son tan duros los entrenamientos como se dice?
No son sólo físicos, sino también psicológicos para aprender a controlarte, a esquivar los golpes y a no responder jamás a una agresión.
¿Le han pegado alguna vez?
Siempre se reciben golpes, pero casi nunca proceden de la policía, que suele limitarse a neutralizarnos y llevarnos a comisaría. La violencia viene de gente que se halla en sitios donde realizamos las acciones.
Ahora que se ha ido, ¿hay cosas de las que está arrepentida?
No sólo me enorgullezco de las acciones en las que he intervenido, sino que asumo como propias otras en las que no he participado. En las dos únicas entrevistas que Alice ha concedido anteriormente -al diario Le Figaro y a la emisora France Info- se dice que formaba parte del comando que se manifestó en febrero de 2013 en la catedral de Notre Dame, para festejar la renuncia del papa Benedicto XVI. Un dato que ella ni niega ni confirma. Ahora nueve integrantes del colectivo tendrán que responder ante el Tribunal Correccional de París por «degradación de un monumento protegido» y «alterar el orden en un lugar de culto». Según ha declarado Inna Shevchenko, reivindicando «el derecho a la blasfemia», dicho juicio es «una caza de brujas». Para Alice, lo más curioso es que «de todos los happenings que hemos realizado, el único que ha provocado un proceso judicial es este de Notre Dame».
¿No fueron demasiado lejos?
Será el tribunal quien lo dictamine. A mi modo de ver, Notre Dame es más una atracción turística que un sitio de rezo. Los grupos de visitantes hacen tanto o más ruido que nosotras. Se ha dicho que ofendimos a los católicos presentes. Pero lo nuestro resulta irrisorio al lado de lo que hizo en mayo Dominique Venner, aquel historiador de extrema derecha que se pegó un tiro en la cabeza ante el altar. Sus sesos se esparcieron por el recinto en presencia de niños que quedaron traumatizados. Nosotras sólo entramos en la iglesia para proclamar que los homosexuales son seres humanos. No ensuciamos ni rompimos nada.
¿Es usted creyente?
No.
En algo debe de creer…
En el ser humano, en la Justicia y la igualdad…
Abandona Femen pero no renuncia al feminismo…
Era feminista antes de entrar en la organización y lo sigo siendo después. Mientras no se produzca la igualdad total entre hombres y mujeres, seguiré luchando. ¿Por qué las mujeres continúan siendo ciudadanas de segunda? ¿Por qué no ganan sueldos equivalentes ni tienen acceso a los mismos puestos de poder?
¿Qué opina de la labor de las Femen españolas? Asaltaron al cardenal Rouco Varela en la puerta de una iglesia madrileña…
No estoy al tanto de los detalles, pero apoyo su lucha ya que el aborto es un derecho fundamental.
Aunque haya dejado la organización, parece que le ha quedado cierto síndrome de Estocolmo…
No puedo criticar lo que hacen. Lo que me indigna es la falta de democracia interna y de transparencia, el hecho de que las activistas no puedan tener iniciativas. Me consta que en España no mueven un dedo sin permiso de París.
¿Piensa usted que el proyecto español de ley sobre el aborto hace de España un país más retrógrado?
Los países que se ven influidos por la Iglesia u otros movimientos religiosos terminan por limitar los Derechos Humanos. Primero se ataca a mujeres, luego a homosexuales y minorías étnicas…
Esta semana, un diputado ha pedido a la Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra los Abusos Sectarios que estudie el caso con vistas a una eventual ilegalización del movimiento. Acusa a Femen de obrar como una secta…
Creo que se equivoca. En Femen no hay un trasfondo espiritual, no existe la figura del gurú, no se producen abusos físicos y nadie te quita dinero.
¿Por qué cree que molesta a tanta gente?
En estos últimos tiempos se ha producido un regreso al orden moral, ya sea católico o musulmán. Ha vuelto el integrismo y todo lo que concierne a las libertades de las mujeres ofende a los lobbies religiosos. Son siempre los ultra-catos, los islamistas o la extrema derecha quienes tienen problemas con el feminismo.
Ahora que deja la lucha callejera para convertirse en escritora, ¿lo echa de menos?
Sí. Es algo muy intenso. Pero no soportaba estar oprimida por la dirección. No soy masoquista.
¿Hasta cuándo piensa mantener el anonimato?
No he querido revelar mi identidad hasta que el libro no esté publicado. Para ello, me está ayudando el editor Omri Ezrati. Estamos negociando con una gran editorial, pero no queremos que el libro sea caro ni que se modifique el texto. Sé que hay reporteros tratando de averiguar quién soy y quizá mi nombre salga a la luz antes. Pero no me preocupa el acoso. Cuando uno lucha por la verdad, no hay nada que temer.