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Cinco razones que explican el rechazo de los brasileños hacia el Mundial

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Brasil, un país apasionado por el fútbol, con el que ha alcanzado tantas glorias y ha pasado por tan buenos momentos, vive ahora un creciente desencanto con el próximo Mundial que albergará en junio.

Poco más de la mitad de los brasileños, el 52% según una encuesta realizada por Datafolha en febrero y recogida por BBC Mundo, rechazan la celebración de este evento en su país, el nivel más bajo desde noviembre de 2009, cuando el respaldo llegaba al 79%.

Sin embargo, también ha crecido el número de brasileños contrarios a la celebración del Mundial. Si en 2008 un 10% de la población rechazaba el evento, actualmente ese número ha ascendido hasta el 38%, según informa el portal. A continuación, los cinco puntos que explican el desencanto de los brasileños con el Mundial:

El coste

Los gastos que Brasil realiza para el Mundial, unos 10.900 millones de dólares invertidos entre el gobierno federal, los estados y las ciudades sede de los partidos, han sido un motivo de irritación para los brasileños, sobre todo porque es una cifra superior a lo previsto (solo en los estadios se han gastado el doble o el triple que lo presupuestado inicialmente).

Pero aún hay más. Según BBC Mundo, los gastos aún pueden incrementarse un poco más hasta el comienzo de la cita mundialista y eso a los brasileños, cuyo país padece unas graves deficiencias en materia sanitaria y educativa, no les gusta. «La gente hace una conexión: que el dinero que debería estar para resolver sus problemas está en otra parte y las prioridades también», explica al portal Sonia Fleury, una politóloga y socióloga de la Fundación Getúlio Vargas, con sede en Río de Janeiro.

La presentación

Según varios analistas, la forma en la que el gobierno de Brasil presentó el Mundial ante la población también ha podido contribuir a generar desánimo. «La presidenta Dilma (Rousseff) tendría que haber defendido continuamente la Copa en Brasil, explicando por qué es buena para el país: da visibilidad, va a traer turistas, ha generado empleos…», explica al portal Alberto Almeida, experto en opinión pública en el Instituto Análise.

Ante el cambio de parecer de los brasileños respecto al Mundial mostrado por las encuestas, Rousseff ha comenzado a enfocar su mensaje en la pasión brasileña por el fútbol ya que, por ejemplo, ha reiterado varias veces que esta iba a ser la «Copa de las Copas».

Pero, ¿esto bastará para cambiar el ánimo de la gente? Según Almeida, el entusiasmo podrá aumentar cuando el balón comience a rodar y la canarinha vaya a por su sexta Copa del Mundo.

La Fifa

Los constantes rifirrafes entre las autoridades brasileñas y el organismo internacional del fútbol alcanzaron su clímax hace un año, cuando el secretario general de la Fifa, Jerôme Valcke, dijo que Brasil necesitaba «una patada en el trasero» para acelerar la preparación del evento.

Eso y las exigencias de la Fifa por ejemplo para que se permitiera excepcionalmente la venta de alcohol en estadios durante partidos del Mundial, atendiendo los intereses de una empresa cervecera patrocinadora, ha llevado a muchos brasileños a creer que a su país le impusieron la forma de organizar el evento, explica el artículo.

Los precios

Aunque la Fifa afirma que las entradas de este Mundial son las «más baratas jamás vendidas» y a pesar de que los brasileños hayan comprado cerca de 60% de las mismas, ver en directo a su selección es un sueño demasiado caro para muchos en este país.

Con el aumento de los precios durante la Copa, tomar un avión y hospedarse en un hotel para asistir a un partido del Mundial costará cientos de dólares en un país donde el salario mínimo equivale a 311 dólares.

Además, varios analistas consultados por el portal estiman que en junio y julio, los meses del Mundial, la inflación aumentará por el efecto mundialista, algoque ya ha ocurrido en otros países que albergaron este evento.

Los trastornos

La vida, el día a día, de los brasileños que viven en las ciudades sede del Mundial también se ha visto trastocada por las obras antes de la llegada del torneo y los Juegos Olímpicos de 2016.

En Río de Janeiro, por ejemplo, la zona del centro y la portuaria han experimentado grandes cambios en la circulación de vehículos y aún están aguantando grandes reformas urbanísticas. A pesar de que las autoridades sostengan que son cambios beneficiosos y necesarios para la ciudad, han causado muchas complicaciones a miles de personas que trabajan o residen ahí.

Información ofrecida por el Economista de América

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