Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Hace unos días murió en el psiquiátrico de Las Palmas, Canarias, el poeta Leopoldo María Panero Blanc, quién entre la clase literaria española, y mejor aun, entre el mundo poético, fue conocido como el Loco, o el poeta maldito, y yo no sé muy bien si así se le llamaba por su propia vida personal o por la singularidad de su poesía. Lo cierto es que fue un poeta muy particular, la crítica le consideraba poco menos que un genio, y de extraordinaria capacidad creadora, pues tiene más de medio centenar de obras en poesía, ensayo y novela. Personalmente nunca sabré si su trabajo merece tanta gloria, por su calidad, o porque su periplo personal lo hacía referencia para muchos intelectuales de muy marcada tendencia social y política. Es decir, ¿hubiera sido llevado a altar de los mejores escritores si Leopoldo Maria Panero Blanc no tuviera que ver nada con la familia Panero, hijo de Leopoldo, el gran poeta falangista del Canto a España, – como respuesta al Canto de Neruda-, pero que siempre lo ponen familiar, social y políticamente de manera radical frente a su padre y contra el régimen que gobernaba?
No lo sé, pero solo este hecho, podría justificar un historial tan laudatorio, todavía más si su actitud de acritud con los suyos era tormentosa; había relación tormentosa con su madre, no se hablaba con su hermano también recién fallecido, era la imagen contraria a figura paterna, actitud ardorosamente defendida por los escritores de “La divina izquierda española”, que contaban así con otro disidente, otro rebelde al claustro oficial del franquismo; bien es verdad que cuando un creador, artista, escritor, arranca con una esquizofrenia detectada a los 16 0 17 años, y una experiencia buscada entre drogas. Alcohol, y viajes con heroína, se convierte en un monstruo o cae en un <out sider>, fuera de sitio., Este Leopoldo Maria se mantuvo gracias a la coca-cola y a la acogida de sus amigos de versos y política. Sin embargo no le negaré yo su lucidez como poeta, a el, que pasó más de una vida entre manicomios y días de éxtasis artificiales.
Este Leopoldo, autor incansable, desde las habitaciones blancas de sus Hospitales tiene a su favor, cierto, obras de indudable altura poética, Él, según cuentan, hablaba poco, y todo o casi, lo derivaba a sus versos, por eso, aun cuando ya estaba inscrito en el rincón de los Novísimos junto a Pere Gimferrer a Vázquez Montalbán o a José Mª Álvarez, era distante y huidizo, como en el fondo creo que corresponde a un hombre sujeto a la locura…Este Panero, el de Por el camino de Swan, el de Así se fundó Carnaby o El último hombre, Locos, y Last River., entre otras muchas más, son testigo de una poesía que siendo buena, resulta más ensalzada por su carga simbólica de icono rebelde., de anti franquismo y anti sistema que seguramente, ni él mismo adivinaba.
Pero debemos leer a Leopoldo María Panero, de la saga de los Paneros que dio poetas como Juan Panero (tío), Juan Luis, hijo, Michi, y este loco poético de Leopoldo Pandero Blanc que dicen ser un poeta maldito.