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Los medios silencian el escupitajo de Messi mientras sonaba el Himno de España

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Durante la final de la Copa del Rey de fútbol, que disputaron el F. C. Barcelona y el Real Madrid, el jugador argentino Leo Messi escupió en reiteradas ocasiones mientras sonaba el Himno Nacional de España. Estas imágenes las tomaron las cámaras de televisión en el barrido de las caras a los jugadores de ambos equipos.  

La gran mayoría de los 22 jugadores que formaban en el césped mientras sonaba el Himno se mostraron en actitud respetuosa o distraídos, menos el jugador argentino del Fútbol Club Barcelona, Leo Messi, que pareció que se sumaba a los silbidos de los independentistas catalanes mientras sonaba el Himno de España.

Leo Messi, que fue el último jugador que apuntaron las camaradas durante el Himno Nacional de España, se mostró en actitud poco respetuosa hasta llegar al punto de escupir en reiteradas ocasiones durante el Himno, en el momento que las cámaras de televisión le apuntaron desde un primer plano.

Por este motivo el periodista y escritor español, Alfonso Ussía, ha escrito recientemente un artículo titulado “El escupitajo” sobre este asunto en el diario La Razón que publicamos a continuación:

Pocas cosas me han repugnado más que el escupitajo de Messi cuando llegó el Rey a presidir el partido final de la Copa y se interpretaba el Himno Nacional. El de España, que el de Argentina no tenía vela en ese entierro. Como poco, Messi es un ineducado. Como mucho, un impresentable que escupe mientras se oye el himno de la nación que le ha hecho rico. Una considerable proporción de seguidores del «Barça» abucheó al Himno y al Rey. Está en el guión de la Generalidad de Cataluña y el miserable odio se extiende desde los despachos de La Masía. Si lo que pretendió Messi fue sumarse a la grosería, lástima me produce. Aquel gran jugador que adoraba su afición por los goles que metía, hoy pretende mantener el amor de los suyos escupiendo los símbolos de España. Escupió hormonas sobre el césped del estadio valencianista. Hormonas para trotar, que últimamente es lo único que hace, porque sus galopes los lleva dibujados en sueños sobre la hierba de Maracaná, la única que le interesa.Y ahí todos los socios y partidarios del club mayoritariamente separatista, aplaudiendo el escupitajo y adheridos a la desfachatez de un futbolista que no cobra de la Selección de Argentina, sino del Fútbol Club Barcelona, al que ha abandonado en su interés en beneficio del interés propio.

«Valors». El de algunos futbolistas como Iniesta, natural de Albacete, que se descolgó la medalla que premia a los finalistas perdedores con la cinta de la Bandera. «Valors» zafios, ramplones y soeces. Todo para contentar a esa mayoría de la masa derrotada que se ha dejado contagiar por la fobia antiespañola de los nacionalistas. El Rey no escupió a la cara de Mas ni de Bartomeu, pero con sus silbidos al Himno y a su Majestad la mayoría de los desplazados a Valencia con sus diferentes uniformes, sí escupieron al Rey y al resto de España con su deleznable actitud. Está bien no aplaudir un himno que no se siente. El recurso es el silencio. La pitada y el escupitajo de Messi son la consecuencia de un programado plan para fomentar la animadversión hacia España de las instituciones de Cataluña, Fútbol Club Barcelona incluido. «Valors».

Ví el partido con muchos amigos. Los había profundamente atléticos, otros del Athletic de Bilbao, algunos del Sevilla y dos del «Barça». Cuando apareció el Rey, sonó el Himno, silbaron los necios y escupió Messi, los dos partidarios del «Barça» se disculparon –hay millones de catalanes bien educados–, y el resto se hizo inmediatamente madridista. Madridistas durante dos horas, y no creo equivocarme si afirmo que esa reacción se dio en muchos millones de hogares españoles, abochornados por la falta de educación de una institución deportiva entregada a las sinrazones políticas. No han comprendido aún los dirigentes del«Barça» que  que hay más «culés» en el resto de España que en la propia Cataluña. Y están perdiendo su bien ganada simpatía cuando el Fútbol Club Barcelona se dedicaba a jugar al fútbol y no a fomentar el odio de aldea.

Cuando el Real Madrid gana al «Barça» tengo por costumbre leer la prensa deportiva de Barcelona. Extraordinaria y agradable costumbre. No soy lector de periódicos deportivos, pero en estas ocasiones su lectura es harto gratificante. Un majadero del «Mundo Deportivo» titula a toda página: «La afición blanca pierde el señorío». Según narra, entre los miles de aficionados blancos que acudieron a Mestalla, un pequeño grupo se mofó de Neymar y Alves con gestos racistas. Lo siento mucho y lamento esos desprecios de cretinos. Pero fueron diez, no diez mil. Diez mil sumaron los que pitaron el Himno, silbaron al Rey y aplaudieron el escupitajo de Messi. Es decir, «valors» y señorío. Deliciosa crónica escrita con la bilis del periodista vencido. Disfruté con ella. En el fondo, había elogio en el escandaloso titular. El señorío sólo lo pueden perder los que lo tienen. Y este «Barça» y su afición lo perdieron totalmente desde que dominó al gran club de Barcelona el horizonte agraviado de los paletos.

No saben ver la realidad. El escupitajo de Messi fue también contra su propio equipo, sus compañeros, sus afición y sus socios y dirigentes. Messi ha decidido guardarse para el Mundial, pero ingresa en su cuenta sumas escandalosas que no provienen de Argentina. Escupirse a uno mismo es una estupidez. Messi lo hace todos los días. Ha abandonado a los suyos.

No hizo nada en una final de Copa. No lo intentó. Y vio, desde la lejanía el gol de Bale. Tampoco le importó demasiado. Que siga escupiendo. «Valors».

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