La noche electoral del 25-M deparó sorpresas. Muchas. La obvia, la definitiva -y esperada- quiebra del modelo bipartidista vigente en España desde 1982. La segunda, no menos relevante, la ‘alta’ participación, un 45 por ciento que corrió pareja a la media europea, frente a las previsiones -algo apocalípticas- que no apostaban por un porcentaje superior al 40 por ciento, o incluso muy inferior.
La participación, desconcertante
Se había repetido hasta la saciedad que una alta abstención beneficiaría a los partidos pequeños como Vox o C’s, por tener éstos un electorado más movilizado y perjudicaría a los grandes, PP y PSOE , con unas bases más que hartas de sus modos clientelares de hacer política y que en buena parte se quedarían en casa. Pues bien; finalmente la ciudadanía fue a votar en mayor número del esperado y a pesar de ello la bofetada del ‘Sagastacanovismo’ fue de dos orejas y rabo. Los votos del PSOE parece evidente que fueron hacia IU y hacia una sorprendente y ‘cuasi’ estalinista formación de nuevo cuño: ‘Podemos’, del amable aunque dogmático hasta el paroxismo Pablo Iglesias, que ha convertido al PSOE en un partido casi de clases pasivas al que los jóvenes de izquierda y extrema izquierda han abandonado. Pero… ¿y los votos de Rajoy ?
Vox recogió… sólo algunos
Vox no se salió del guión, lo cual ya constituyó una heroicidad para una formación recién nacida y con la enemiga de los grandes grupos de comunicación, controlados con mano de hierro por la vicepresidenta del Gobierno. 238.000 votos que no sirvieron para darle un escaño al bueno de Vidal Quadras (el ‘corte’ quedó en 290.000 votos). Y UPyD -si es que hay alguien de derechas que aún vote a éste partido, de signo cada día más marcadamente ‘peronista’- tampoco los recogió del todo, ya que no obtuvo los resultados tan ‘apoteósicos’ como auguraban algunos sondeos, y se quedo con unos magros cuatro representantes.
Por tanto, debemos concluir que el galaico presidente ha conseguido, con formas diletantes, suaves y tranquilas exasperar del todo a la derecha sociológica española, que ayer fue más abstencionista que la izquierda y se quedó en casa. No es que España sea de izquierdas, como algún análisis simplista podría concluir de una mera suma de los escaños de anoche, separando los de los ‘unos’ y los de los ‘otros’… es que la derecha está harta.
Información y datos ofrecidos por La Gaceta.