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España, y el mundo en su plenitud, ha evolucionado. Los tiempos cambian para todos. Nos encontramos en el siglo XXI. Queramos o no, el 2014 no se puede comparar con los años 30, aunque la situación sea muy similar.
Nuestra Madre, LA NACIÓN ESPAÑOLA, llora constantemente, por el daño que sus hijos le han causada. Señores míos, seguramente ya habrán procedido, tenemos que reconocer que España está rota, y la culpa es nuestra, de los españoles. También somos nosotros aquéllos que hemos de solucionar el circo.
Un circo donde los asesinos, terroristas y violadores campan a sus anchas, haciendo y deshaciendo a su voluntad, mientras los familiares de las víctimas aún lloran la pérdida de sus seres queridos. Otro espectáculo dado en este circo llamado la España Constitucional es la gala de algunos necios, pidiendo éstos una utópica independencia. Recuerden que España es una UNIDAD INDIVISIBLE, ténganlo muy claro: antes roja que rota. Nuestras Fuerzas del Orden y la Seguridad son a diario acusadas por los medios de comunicación, en ocasiones, despreciadas por su actuación en la frontera, convirtiéndose así en su mayor enemigo, junto a los terrorista, por ejemplo. ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Cómo se puede atacar tan fuertemente a aquéllos que defienden los intereses de nuestra España y de todos nosotros? Realmente, esta situación es vergonzosa y, a su vez, asquerosa. Para acabar, aunque el circo contiene más exhibiciones, las últimas elecciones nos han mostrado el sorprendente crecimiento de la Izquierda Radical en las urnas. ¿Tan desesperados estamos para confiar en estos “intelectuales”? La historia, queramos o no es cierta, nos ha enseñado que esta ideología es totalmente incapaz de gestionar un país, la Unión Soviética es el mejor ejemplo. Por tanto, inepta para gobernar una gran Nación como lo es España.
Es éste el momento, Señores míos, en el que nosotros hemos de tomar cartas en el asunto. Actuar. Recordemos también que no nos hallamos en la tercera década del siglo pasado, sino en la primera del XXI. Con lo cual, nuestra actuación tiene que ser distinta a la de entonces. Nos guste o no, estamos en un Estado Constitucional, correcto o no, éste no es el tema a debatir. Por tanto, hemos de comportamos según el Sistema dicta. Atrás quedó el tiempo en que todo se solucionaba a tiros y con los tanques en la calle. Ahora, hemos alcanzado el punto álgido del arma más poderosa: la palabra. Usándola, lograremos triunfar, y qué España vuelva a ser lo que era: una gran NACIÓN. El único consuelo para nuestra Madre es la atención de su hijo que más la quiere, la nuestra. Gritemos juntos: ¡ARRIBA ESPAÑA!
