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Rafael Nadal gana su noveno Roland Garros

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Diario deportivo AS / Caen las 18:45 horas sobre la reseca y rojiza Philippe Chatrier cuando Rafael Nadal Parera se lanza hacia su noveno cielo, en París… y las puertas del infierno se abren a los pies de Novak Djokovic: demonio serbio, abrasado en la hoguera de pasión que Nadal, nueve veces campeón en Roland Garros, ha encendido en los costados de Novak durante toda la abrumadora tarde en el Bosque de Bolonia. Y el infierno de Djokovic es el cielo y el ensueño de Nadal, que alza por novena vez la Copa de los Mosqueteros, y sostiene el número uno, con un marcador de 3-6, 7-5, 6-2 y 6-4 firmado tras un esfuerzo brutal, en 3h:31 minutos.

“No sé cómo he resistido, al final estaba destrozado físicamente”, se sinceró el campeón de nueve Roland Garros entre el agobio acalorado de una Sala de Prensa de la que tuvo de escapar en busca de aire. Eso, después de sobreponerse a 11 saques directos de Djokovic (punta a 203 km/h), jugar… 126 puntos al resto (de los que Rafa sumó 51, el 40%) y, en fin, edificar una muralla móvil, imponente y cobriza, ante el esperado asalto de Djokovic, que al fin facturó… un tiro ganador menos que Rafa: 44-43. Mientras, y cazado en la trampa de ángulos que abría Nadal desde su lado izquierdo, el elástico zorro serbio se iba hundiendo en un pantano de 49 errores no forzados, once más que Nadal: quien concretó seis de los puntos de rotura que negoció sobre el presionado servicio de Djokovic. Al castigado Novak le abandonó su revés, bajo la tortura de 29 masivos golpes cruzados y ganadores que vinieron del drive de Nadal.

Pese al éxito parcial de Novak en el primer set, cualquiera pudo darse cuenta de que el escenario había cambiado después de que Nadal abriese la primera brecha en la armadura del servicio de Djokovic, en el sexto juego. El número dos, nunca campeón en Roland Garros, aún pudo remendar esa rotura… pero sólo para descarrilar en su último turno de servicio del set, cuando las condiciones ya se sumían en una espesura agobiante de 28 grados centígrados y 60% de humedad relativa: brincando tras sus altísimos tiros liftados que rompían el gesto y el alma de Djokovic, Nadal estampó al serbio un parcial de 8-2 entre los dos juegos finales del segundo set y el cierre del tercero. Djokovic ingería glucosa… pero el vaivén de la angustia y la brutal tensión ya desecaba las reservas físicas de Nadal.

Y ahí surgió el Nadal que disfruta con el sufrimiento: en sacudidas descarnadas y ancestrales, el campeón de Roland Garros, tocado de gemelos y espalda, defendía su título en combate cuerpo a cuerpo con la fiera técnica de Djokovic. Nadal sacó para 5-2 en el cuarto set. Djokovic rescató el 4-4. Pero Nadal, con instinto desesperado, braceó hasta el 5-4. En el siguiente servicio, Djokovic ya no soportó la tensión y se despeñó a través del Averno de una doble falta larga, matadora: como en 2012. gigante, el número uno, se arrodilló en la cima de la gloria: ya era un Nadal, nueve veces campeón de Roland Garros en la Philippe Chatrier, cinco consecutivas, con 14 títulos de Grand Slam, tantos como Pete Sampras… y sólo tres menos que los 17 del plusmarquista Federer. Siempre desde 2005, con un título de Grand Slam, al menos. En el desierto árido de la Chatrier, a Nadal y a Djokovic ya sólo les quedaban lágrimas. Y a las 18:45 lloró Djokovic: batido y abatido. Y lloró Rafael Nadal Parera: nueve veces campeón, una sola leyenda.

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