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Aunque la mona se vista de seda…

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Por Chema Galván para elmunicipio.es

Felipe González trabajaba con Álvaro Uribe, el asesino, narco-presidente de Colombia. Felipe González apoyaba los grupos pro escuadrones de la muerte de Centroamérica. Cuando estuve en España, pude ver como los partidos derechistas de El Salvador y Guatemala recibían el apoyo de Felipe González. Entonces, el hecho de que esté como asesor de Henrique Capriles (líder opositor venezolano) no me sorprende porque Felipe González no está vendido, es alquilado. Cualquier gobernante o dirigente de la derecha puede contratarlo por una cuota. Se necesitan por lo menos 300.000 dólares para recibir los “consejos” de Felipe González. No es simplemente un reaccionario, sino que además es uno de los más corruptos e inmorales, en toda la historia de la política socialdemócrata europea.

James Petras, sociólogo y analista político estadounidense.

 

El pasado domingo 13 de julio, los militantes del Partido Socialista Obrero Español eligieron a su flamante nuevo secretario general, el economista de 42 años Pedro Sánchez. El nuevo líder socialista es joven, buen mozo y posee buenas dotes como orador. Ha sido muy crítico con la política del actual gobierno y ha hecho hincapié -al igual que sus dos contrincantes en las primarias- de la necesidad de renovar el PSOE, de transformar el partido para posteriormente poder acometer, una vez en el gobierno, una profunda transformación de España.

No obstante, tanto el propio Sánchez como su principal rival en las primarias, el diputado vizcaíno Eduardo Madina, se han limitado a decir grandes frases muy generales y carentes de contenido. Hasta tal punto esto ha sido así, que uno no sabría remarcar grandes diferencias entre sus proyectos o ideas, más allá de las apariencias externas de ambos. Cabría resaltar además la escasa atención que los grandes medios han prestado al tercer candidato, José Antonio Pérez Tapia, perteneciente al sector más izquierdista del partido.

Con la elección de Pedro Sánchez, el PSOE no busca una auténtica renovación ideológica, un acercamiento a la clase trabajadora española que le obligaría a volver a sus raíces, a recuperar un proyecto político genuinamente socialista. Obviamente, tal cosa no resulta muy creíble cuando su nuevo líder formó parte de la Asamblea General de Bankia entre 2004 y 2009, etapa no muy ejemplar de la antigua Caja Madrid, con Miguel Blesa como presidente. Al parecer, el actual secretario general del PSOE consintió, siendo consejero de la entidad, la famosa operación del City National Bank of Florida, además de no oponerse a otras deleznables políticas llevadas a cabo por la caja en aquellos años.

Entonces, ¿qué objetivo se esconde detrás de todo esto, de las primarias y de la elección de un joven, agraciado y hasta ahora poco conocido líder?

Para entender el actual PSOE y su forma de actuar en los últimos 40 años, habría que remontarse a octubre de 1974, a la localidad francesa de Suresnes. Entonces se celebraba el decimotercer congreso de la historia del Partido Socialista Obrero Español. Aquel acontecimiento supuso un punto clave en la historia del socialismo español. El denominado “grupo de los sevillanos”, encabezado por Felipe González y Alfonso Guerra, se hizo con el liderato del partido fundado casi un siglo antes. Los nuevos dirigentes se enfrentaron a los veteranos socialistas como Rodolfo Llopis, cambiando completamente el proyecto y la naturaleza del PSOE.

Cabe destacar que en Suresnes estuvieron presentes importantes figuras de la socialdemocracia europea, tales como Willy Brandt y François Mitterrand. Es especialmente trascendente el papel del excanciller alemán, ya que él mismo era el encargado de tutelar, junto con elementos de la CIA, al nuevo PSOE. La idea era controlar la política española a través de sus principales partidos políticos, y para ello era fundamental canalizar el voto de la izquierda hacia una fuerza política puesta al servicio de la oligarquía occidental, arrebatándoselo de paso al Partido Comunista de España, pieza fundamental de la oposición clandestina al régimen franquista y más difícil de domesticar.

Desde ese momento, Felipe González y la nueva dirección del PSOE se comprometieron a pagar por el apoyo recibido, no sólo en lo referente a la renuncia a la tradición marxista del partido, sino a la puesta en práctica de determinadas políticas una vez que llegasen a gobernar. Éstas iban desde la entrada de España en la OTAN y el carpetazo definitivo al proyecto atómico español -puesto en marcha en la década de los 50-, hasta la aplicación de políticas neoliberales en materia económica y social. Durante los últimos 25 años hemos visto como gobiernos que se autodefinían como “de izquierdas” lastraban el sector público con políticas privatizadoras -de las cuales se han beneficiado enormemente importantes fondos de capital extranjeros- y reformas laborales que podrían haber firmado tranquilamente Aznar o Rajoy.

Con la actual crisis económica, la delgada línea que separaba a los partidos socialdemócratas de sus supuestos rivales de la derecha conservadora se ha difuminado hasta no distinguirse la forma de actuar de unos y otros. Esto perjudica mucho más, desde el punto de vista del apoyo social, a los partidos del centro-izquierda. El efecto canalizador que antaño éstos ejercían sobre las masas se esfuma a marchas forzadas al quedar patente la absoluta instrumentalización de partidos por parte de los grandes poderes económicos trasnacionales.

La proliferación de nuevas fuerzas políticas a la siniestra de la socialdemocracia europea, recogiendo el descontento de una gran parte de los ciudadanos con una sensibilidad progresista o simplemente hartos de la actual situación, no debe extrañarnos. Es el fenómeno de la pasokización, en referencia a cómo el PASOK (partido socialista griego) se ha visto superado por Syriza, otra fuerza de izquierdas opuesta a las políticas de la troika.

En España está ocurriendo un proceso similar con la potente irrupción de Podemos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo. La última encuesta de Metroscopia para El País -debidamente censurada por el diario de Prisa en su edición impresa- muestra una clara ventaja de la jovencísima plataforma política, surgida este mismo año, con respecto a los socialistas de cara a las próximas elecciones generales. La aparición de una fuerza de izquierdas con un fuerte sustrato popular e independencia de los grandes poderes económicos, no sólo supone un peligro para el PSOE, sino para el propio sistema de la alternancia política de dos partidos distintos en las formas pero terriblemente parecidos en el fondo.

Como decía el viejo líder comunista Julio Anguita, existe un proyecto por parte de gente como Felipe González o el propio Rodríguez Zapatero de transformar al PSOE en una fuerza política al estilo del Partido Demócrata estadounidense, algo más laxo en lo moral, pero ejerciendo como una herramienta más de los grandes mandamases del capitalismo financiero. Con la elección de Pedro Sánchez no asistimos a otra cosa que a una operación de puro y duro maquillaje. Pero a estas alturas, ¿alguien se lo traga?

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