La «sectorial de Defensa» de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) no tiene dudas. Cataluña necesita un Ejército para ser un Estado como los demás, unas Fuerzas Armadas por Tierra, Mar y Aire, así como un servicio militar que prevé voluntario y unos planes de contingencia en caso de ataque militar de un país vecino. La convicción de que Cataluña será en breve un Estado soberano, una cierta megalomanía y las especulaciones más delirantes impregnan los proyectos bélicos de la ANC, que goza no sólo de la consideración y apoyo de la Generalidad y los partidos del frente separatista sino de un gran prestigio intelectual en medios catalanistas.
LD / La Assemblea no sólo prepara un golpe de Estado en caso de que no se pueda celebrar la consulta independentista sino que ya ha superado esa pantalla y se plantea en serio y en breve la construcción de una academia naval de oficiales, la adquisición de fragatas, corbetas, drones y patrulleras y la creación de un «comando central». Así lo recomiendan los «expertos» de la anónima sectorial «Defensa per la independència» de la ANC. La producción documental del grupo o unidad es abundante y se recoge íntegra en su página.
Algunos de estos papeles contienen atisbos de realismo y racionalidad, pero en líneas generales muestran un desapego absoluto respecto del mundo real. El documento titulado «Un análisis estratégico» da las pautas generales y tras una descripción geoestratégica de Cataluña apunta: «A corto plazo no es previsible que ningún Estado nos declare la guerra ni declarar nosotros la guerra a ningún Estado, ya que la guerra de agresión, desde las Convenciones de Ginebra de 1949 y, sobre todo, desde el fin de la Guerra Fría ya no se consideran un instrumento legítimo de política internacional ni una amenaza inminente, al menos no de forma conspicua».
Sin embargo, en un papel posterior titulado «Doctrina militar: desarrollo de un modelo propio» advierte de que en el contexto mundial actual «la doctrina para unas fuerzas de defensa que hemos esbozado sería válida y la ciudadanía de Cataluña no debería preocuparse de la defensa de la independencia, de la integridad y de la soberanía del Estado -su existencia misma-, que estaría asegurada por el reconocimiento mutuo y las alianzas establecidas con otros estados. No obstante, todos los estados del mundo retienen una capacidad de disuasión ante amenazas (más o menos concretas) a su existencia. Por tanto, tendríamos que plantearnos cómo hacer frente a una agresión convencional, una guerra en el sentido clásico».
¿Guerra? La ANC fija el enemigo en los estados vecinos y advierte: «Dadas las características de Cataluña y la desproporción respecto de los estados vecinos, consideramos inviable la opción de un enfrentamiento simétrico, ya que la escalada armamentística necesaria para alcanzar una dimensión capaz de hacer frente a esa contingencia es poco justificable. Ante una guerra de agresión contra Cataluña, llevada a cabo por un estado de una dimensión desproporcionadamente más grande, pensamos que lo más idóneo sería una estrategia de defensa en profundidad».
Barcelona, en manos «enemigas»
¿Defensa de profundidad? A partir de aquí el documento entra en una fase «práctica». «Por esto -continúa el texto-, además de las unidades de militares profesionales a tiempo completo, serían necesarias unidades de reservistas capaces de movilizarse de manera rápida en caso de necesidad. Así, las unidades regulares tendrían la misión de detener tanto tiempo como fuera posible el avance de las fuerzas invasoras, para dar tiempo a las fuerzas reservistas a movilizarse y dispersarse por el territorio, asumiendo que las grandes ciudades serían difícilmente defendibles. Las unidades de reservistas, con el apoyo de las unidades profesionales supervivientes, emprenderían entonces una guerra de guerrillas (emboscadas, sabotaje, incursiones, golpes de mano) con el objetivo de hostilizar y diezmar al ocupante y hacer insostenible la ocupación a largo plazo».
De vuelta al mundo real, el documento se plantea cómo movilizar a los reservistas necesarios y de dónde sacar a los militares profesionales. La solución es simple, el voluntariado patriótico. «En este sentido, recogiendo la tradición propia de las estructuras de autodefensa, creemos que sería conveniente establecer un servicio militar voluntario, abierto a cualquier persona que reúna unos requisitos físicos y psicológicos. Este servicio militar voluntario por un lado serviría para capacitar militarmente a la ciudadanía que, después del servicio, podría pasar a formar parte de las unidades de reservistas y, por el otro (lado) sería la puerta de entrada obligada para acceder a las unidades regulares».
Según el presidente de la Generalidad, Artur Mas, la Asamblea Nacional Catalana representa el sentir mayoritario de los catalanes y es la que lidera el proceso que le obliga a convocar un referéndum separatista el próximo 9 de noviembre.