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Historia y significado de la palabra Hispanidad

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Por José María García de Tuñón para elmunicipio.es

Quiero referirme al origen del vocablo Hispanidad porque se suele decir que la palabra tiene su principio en el vasco Mons. Zacarías de Vizcarra. Por poner sólo un ejemplo resumimos lo que hemos encontrado en una de las enciclopedias consultadas: «El profesor español López Ibor define la Hispanidad, término creado por Monseñor Vizcarra». Pero esto no es cierto como vamos a ver, porque es el propio monseñor quien lo desmiente en un escrito que publica en un semanario dirigido entonces por Juan Aparicio, antiguo jonsista, y que bajo el título de Origen del nombre y fiesta de la Hispanidad, dice:

«En varias oportunidades y en diversas revistas he aclarado conceptos inexactos o confusamente expresados que corren por los libros y la Prensa acerca de los orígenes históricos del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad, por atribuírseme a mí equivocadamente la invención material de ese vocablo, al mismo tiempo que se pasan por alto circunstancias históricas que señalan el punto de arranque del hermoso movimiento que se distingue con dicho nombre».

Por su parte, el filósofo Gustavo Bueno, expone: «La idea de una Hispanidad centrada en torno a la cultura cristiana más tradicional (Zacarías de Vizcarra, en 1926; Ramiro de Maeztu, en 1934) es considerada por la izquierda como expresión de la derecha más reaccionaria; sin embargo, el  término Hispanidad fue acuñado por Unamuno en 1909» El filósofo sigue aquí, sin duda, las noticias que ofrecía el escritor asturiano Jorge Lombardero en un artículo que publica en la revista El Basilisco, y que a su vez toma esa fecha de Ernesto Giménez Caballero. Más tarde en el digital El Catoblepas nº 5, julio de 2002,  Lombardero insiste de nuevo en el tema repitiendo que Unamuno, en 1909, había escrito:

«Digo Hispanidad y no Españolidad para atenerme al viejo concepto histórico-geográfico de Hispania, que abarca a toda la península ibérica. Digo Hispanidad y no Españolidad para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que ha hecho el alma terrena y a la vez celeste de Hispania, de Hesperia, de la península del Sol Poniente. Y quiero decir con Hispanidad una categoría histórica, por lo tanto espiritual, que ha hecho, en unidad, el alma de un territorio, con sus contrastes y contradicciones interiores. Porque no hay unidad viva si no encierra contraposiciones íntimas, luchas intestinas».

Aquí termina Lombardero la trascripción de lo escrito por Miguel de Unamuno, cuando lo cierto es que el ilustre vasco sigue diciendo: «La Hispanidad, ansiosa de justicia absoluta, se vertió allende de Océano, en busca de su destino, buscándose a sí mismo, y dio con otra alma de tierra, con otro cuerpo que era alma, con la Americanidad, que busca también su propio destino»…

Sin embargo, este artículo que manifiesta haber sido publicado en 1909, sin decirnos dónde; no aparece publicado hasta 1927 en una revista argentina y recogido en sus Obras Completas. Dice asimismo que Zacarías de Vizcarra afirma que el descubrimiento no era suyo en un opúsculo editado por el Ayuntamiento de Zaragoza en 1946, pero ya hemos visto que antes así lo había reconocido en el semanario El Español, en octubre de 1944. De nuevo Lombardero en El Catoblepas afirma también que el obispo Martínez Vigil ya había utilizado ese vocablo en Covadonga en 1901. Sin embargo, el biógrafo de este obispo, el dominico P. José Barrado, nada comenta al respecto porque, según él, no encontró ningún indicio de que el prelado pronunciara nunca esa palabra que, por otra parte, el mismo Zacarías de Vizcarra ya nos indica que figura en la quinta edición del Diccionario de la Academia publicado en 1817.

Y volviendo a Miguel de Unamuno es muy posible que él sea el primero que haya utilizado el vocablo Hispanidad en un sentido histórico y cultural «para quien designaba la unidad profunda del mundo hispánico, España y América del Sur. La base de aquella homogeneidad se encontraba, a juicio del pensador vasco, no en la raza, en la religión o en la realidad política, sino en la lengua castellana»; en ese «lenguaje –dice Unamuno– de blancos, y de indios, y de negros, y de mestizos, y de mulatos; lenguaje de cristianos, y de ateos; lenguaje de hombres que viven bajo los más diversos regímenes políticos». De todas las maneras, hay quien también piensa que en ese mismo sentido el primero en utilizar el vocablo Hispanidad fue el portugués Antonio Sardhinha, fallecido en 1925. «Precisamente, sí, un portugués, porque Portugal también es Hispania, aunque la idea de una comunidad hispánica de cultura se halla ya en autores como Rubén Darío, Santos Chocano o Menéndez Pidal», dice el periodista José Javier Esparza.

Ramiro de Maeztu escribe en su libro Defensa de la Hispanidad: «El 12 de octubre, mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad». Y añade: «Con estas palabras encabezaban un artículo publicado en un modesto semanario de Buenos Aires, El Eco de España. La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como esta de la Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?». Pero Maeztu no nos aclara en qué año escribió Zacarías de Vizcarra el artículo al que hace referencia. Sin embargo fue el 17 de marzo de 1926, año que ya apuntaba Gustavo Bueno, cuando lo escribe y cuando Vizcarra considera el vocablo en una doble acepción: una geográfica como conjunto de todos los pueblos hispánicos; y otra histórica y ética, que denominaba al conjunto de las cualidades a dichos pueblos. «En la primera acepción la Hispanidad abarca España y Portugal, de cuya acción evangelizadora surgió una comunidad de veinte naciones americanas configuradas en un mismo sentido social, político y religioso. La Hispanidad, en la segunda acepción, era producto del catolicismo».

Efectivamente, cuando Maeztu se hace eco de las palabras: «El 12 de octubre, el mal titulado Día de la Raza…», es porque en el mundo hispanoparlante son infinitas las razas que habitan en él, por lo que parece, más bien, una denominación incongruente. «Sólo podría aceptarse –dice Ramiro de Maeztu– en el sentido de evidenciar que los españoles no damos importancia a la sangre, ni al color de la piel, porque lo que llamamos raza no está constituido por aquellas características que pueden transmitirse al través de las obscuridades protoplásmicas, sino por aquellas otras que son luz del espíritu, como el habla y el credo. La Hispanidad está compuesta de hombres de las razas blanca, negra, india y malaya, y sus combinaciones, y sería absurdo buscar sus características por los métodos de la etnografía». Por su parte, José Antonio Calderón-Quijano opina de esta manera: «No debemos en modo alguno hacer de la raza hispana un factor de superioridad en América. Nada más inadecuado que la denominación de Día de la Raza a la fecha del 12 de octubre que lo es del Descubrimiento de América. La exaltación racial, y el concepto de supremacía racista en cuanto a América, resultaría altamente equivocado y no responde a la realidad»

Maeztu rechazó cualquier idea de carácter imperialista que viniera de la idea de Hispanidad. Para él el Imperio español era una Monarquía misionera, que el mundo designaba propiamente con el título de Monarquía católica. Otros, como el falangista Jaime Suárez,, en pleno ardor juvenil, «definió una vez la Hispanidad como la Revolución Nacional Sindicalista». Sin embargo, nada que se parezca a Imperialismo había en esta definición. El Imperialismo es otra cosa: es la actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política.

Por otro lado, permítaseme haga una referencia a la palabra Hispanoamérica que no excluye la América portuguesa, es decir, Brasil, y que es cuando decimos, bien dicho, Iberoamérica.. Sin embargo, muchos cursis en España, y fuera de ella, suelen utilizar la expresión Latinoamérica o América Latina. A menudo lo vemos también en los titulares de algunos periódicos. Por ejemplo, hace algún tiempo uno de los diarios de mayor circulación en España al referirse a los presidentes de Méjico, Perú, Chile, Ecuador y Honduras, los cita como presidentes de Latinoamérica. Este nuevo concepto aparece, según algunas opiniones, con objetivos político-culturales, en textos del colombiano José María Torres Caicedo y del chileno Francisco Bilbao, que escribían desde París. «Y aunque estos términos empiezan siendo utilizados como equivalentes o sinónimos de los entonces vigentes América Hispana o Hispanoamérica, lo cierto es que estos últimos dejan de emplearse poco a poco, a impulsos de un movimiento indigenista de raíz antiespañola, encabezado por el pensador mejicano y rector que fue de la Universidad de Méjico, José Vasconcelos, quien lo abandona para confesar, poco antes de morir, que parias del alma nos quedamos al renegar de lo español que había en nosotros..Otros dicen que fue el economista y senador francés Michel Chevalier –que había viajado a los EE.UU., Méjico y Cuba– quien acuñó el vocablo Europa Latina. Posteriormente su empleo «se empezó a prodigar entre 1861 y 1868. por autores franceses e hispanoamericanos residentes en Francia.

Por su parte, Guillermo Cabrera Infante dice que es una aberración llamar latinoamericanos a los hispanoamericanos, y tiene toda la razón porque éstos no heredaron el latín como España, sino que heredaron el español: «¿Desde cuándo está la Roma antigua en México? ¿Y en Buenos Aires? ¿Quién germinó esa aberración?», pregunta el escritor cubano. Para Cabrera quien introdujo el término latino fue un ministro de Napoleón III para justificar de alguna manera su intervención en Méjico: «Al pobre emperador Maximiliano, que pretendía ser rey de México, lo fusilaron y su esposa Carlota murió absolutamente loca en Bélgica, cantando habaneras». Y Cabrera seguía haciendo preguntas y decía que en Paraguay los indígenas ofician el guaraní, pero «¿desde cuándo o desde dónde hablan esos indígenas el latín? O los indígenas de los dominios del enmascarado: ¿hablan los lacandones, que surgieron después de los mayas, el latín?».

Así pues, algunos se las han arreglado para inventar eso de América Latina so pretexto, por ejemplo, de que en Haití se habla francés: Pero esto con ser malo no es lo peor, lo peor es que, como ya he dicho, algunos cursis dentro de España lo están utilizando y las Indias formaron siempre parte de la Corona de Castilla. Se integraron a ella como se unirían otras tierras a lo que más tarde llamaríamos España y que junto con aquellos países que hablan nuestro propio idioma llamamos sin más: Hispanoamérica que junto con España forman la Hispanidad.

                                                                  JOSÉ MARÍA GARCÍA DE TUÑÓN AZA

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1 COMENTARIO

  1. Muy bien García de Tuñón. Con sencillez, con datos bien documentados, deja claro el significado y procedencia del vocablo «hispanidad». Es vergonzoso que no solamente nuestros niños hispanos, sino los jóvenes y adultos lo desconozcan e ignorantemente abominen de él.¿Por qué no se enseña en los colegios? Hispanoamérica o Iberoamérica, nunca latinoamérica, en referencia a Hispania, a la PENÍNSULA IBÉRICA, a sus pueblos, al SER profundo de sus gentes, al mestizaje de sus hombres, de sus culturas y creencias, con semejantes tratados como iguales en dignidad; seña de identidad de la Patria Hispania, de la Hispanidad, de lo español en américa y en cada rincón del mundo en donde España, los españoles dejaron su huella noble de bien. Gracias José María, extensibles a todos los que desde elmunicipio.es estáis haciendo un esfuerzo por ser fieles a la verdad de la historia, resistiendo con moral de victoria a tanto renegado de sus ancestros y de su identidad como nación, como pueblo que abrió y debe seguir abriendo caminos transitables que enriquezcan al hombre y a la humanidad.

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