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José Antonio Primo de Rivera (Poema, 1922)

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José Antonio Primo de Rivera compone el poema «La Profecía de Magallanes» con 19 años de edad. Diez años más tarde, el 29 de Octubre de 1933, fundaría Falange Española.

 

LA PROFECÍA DE MAGALLANES

«El mar estaba inquieto, el cielo oscuro

por nubes cenicientas apagado,

con fulgor inseguro,

empezaba a asomarse la alborada;

cerrando los Confines de Occidente,

brotaban de las sombras lentamente

las titánicas cumbres de los Andes,

y en toda su hosquedad Naturaleza

mostraba la magnífica fiereza

con que sabe vestir los hechos grandes.

 

Y entre esa majestad, sobre las olas

que el continuo vaivén tornaba pálidas

las cuatro carabelas españolas

se alzaban atrevidas y gallardas;

sobre la inmensa superficie solas,

las quillas en el mar, la enseña al viento

lanzaban en su arrojo un desafío

al oscuro nublado, al mar bravío,

al ígneo rayo y al ciclón violento.

 

¡Jamás ante el poder de un elemento

temblaba aquella Raza de titanes!

Hasta el mar cuando fiero se alborota

humilla su poder ante una flota

como aquella de Hernando Magallanes.

 

El era su Almirante. Sobre el puente

de la nave izadora de la enseña

iba el bravo marino, alta la frente,

la mirada aguileña

escrutando orgullosa el Occidente:

es que allá, separados los pilares

que forman la gigante cordillera,

dejaban paso abierto hacia otros mares,

es que la audaz quimera

que en su mente genial alentó un día

ante la faz de la Creación entera

proclamando su gloria se cumplía…

 

Magallanes habló; sus ojos de ave

brillaban encendidos de entusiasmo,

los bravos marineros de la nave

le escuchaban hablar, mudos de pasmo,

y aun las nubes que en lo alto se cernían,

y hasta el agua sin fin del mar Atlante

absortas parecían

escuchando la voz del Almirante.

 

–¡Ya es hora! –dijo–. ¡Un mundo nos espera

tras del que hoy se divide a nuestro paso¡

Sigamos nuestra ruta aventurera

por los mares ignotos al acaso!

Es infinito el mar, la vida corta,

nuestro poder, pequeño,

¡pero no os arredréis! ¿Qué nos importa

que se acabe la vida en el empeño?

¡No importa que muramos! Las estelas

que dejan nuestras raudas carabelas

jamás han de borrarse; por su traza

vendrán para buscar nuevos caminos

otros bravos marinos

de nuestra Religión y nuestra Raza;

 

De España y Portugal, la raza ibera

cuyos hijos, unidos como hermanos,

a la sombra van hoy de una bandera;

portugueses e hispanos,

bogamos juntos tras la misma suerte…

Españoles, ¡quién sabe si algún día

se unirá vuestra Patria con la mía

en un lazo de amor eterno y fuerte!

 

Calló; todos callaban

de solemne estupor sobrecogidos;

los bravos corazones palpitaban

con rápidos latidos,

y tendiendo los brazos a Occidente,

por donde un nuevo mundo aparecía,

el marino vidente

acabó la asombrosa profecía:

 

– Esas costas y esotras cordilleras

también serán iberas

cuando naves de Iberia con sus quillas

surquen aquel Estrecho que allí asoma;

desde las dos orillas

les darán parabienes en su idioma…

¿Qué importa nuestra muerte si con ella

ayudamos al logro de este sueño?

Si la muerte es tan bella,

¿qué importa sucumbir en el empeño?..

¡Adelante, hijos míos!

–gritó transfigurado, el Almirante–.

Y los cuatro navíos

temblaron a las voces de: –¡Adelante!..

 

Hincháronse las velas;

en el mástil derecho

la enseña tremoló, las carabelas

embocaron audaces el Estrecho…

Y entonces, estallando de repente

la fiera tempestad que amenazaba,

rugió por los espacios imponente

 

Cual monstruo colosal que se destraba;

aullaba el huracán, el mar bramaba

alzándose feroz en ronco estruendo

y la Creación entera parecía

que presa de pavor se estremecía

ante el empuje del ciclón tremendo.

 

¡Era un himno triunfal que nubes y olas

con su música fiera

cantaban a las naves españolas,

embajadoras de la Raza Ibera!»

José Antonio Primo de Rivera

 

«…Lo que a los pueblos los convierte en naciones no son tales o cuales características de raza, de lengua o de clima; lo que a un pueblo le da jerarquía de nación es haber cumplido una empresa universal,…» José Antonio Primo de Rivera. (En el discurso pronunciado en el Parlamento el 28 de Febrero de 1934)

«…porque precisamente España es nación y es irrevocablemente nación, porque España, que no es Castilla frente a Vasconia, sino que es Vasconia con Castilla y con todos los demás pueblos que integraron España, sí que cumplió un destino en lo universal, y se justificó en un destino con lo universal, y halló una providencia tan diligente para abastecerla de destino universal, que aquel mismo año de 1492 en que logró España acabar la empresa universal de desislamizarse, encontró la empresa universal de descubrir y conquistar un mundo». José Antonio Primo de Rivera. (En el discurso pronunciado en el Parlamento el 28 de febrero de 1934)

«Por eso soy de los que creen que la justificación de España está en una cosa distinta: que España no se justifica por tener una lengua, ni por ser una raza, ni por ser un acervo de costumbres, sino que España se justifica por una vocación imperial para unir lenguas, para unir razas, para unir pueblos y para unir costumbres en un destino universal; que España es mucho más que una raza y es mucho más que una lengua, porque es algo que se expresa de un modo del que estoy cada vez más satisfecho, porque es una unidad de destino en lo universal». José Antonio Primo de Rivera. ( En el discursos pronunciado en el Parlamento el 30 de noviembre de 1934)

«…Lo malo es que esta infecundidad persiste ahora, cuando impera un maridaje de sacristías y masones que, con olvido de los ideales magníficos de la hispanidad, perpetúan un fracaso y un espectáculo lamentable…» José Antonio Primo de Rivera (En el discurso pronunciado en el Teatro Breton de Salamanca. El 10 de Febrero de 1935).

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