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Manuel Parra Celaya entrevistado por elmunicipio.es (II parte)

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“José Antonio Primo de Rivera nunca defendió el partido único como alternativa ni como punto de la doctrina falangista. Lo que sí hizo fue proponer una forma de participación democrática a través de lo que denominaba las entidades naturales, la familia, el municipio y el sindicato, y, dentro de la mentalidad de la época, la abolición del sistema de partidos…”.

Manuel Parra Celaya nos muestra en esta segunda parte de la entrevista, que elmunicipio.es da a conocer a sus lectores, que sigue estando activo como buen profesor y pedagogo a pesar de su reciente jubilación oficial. Una atenta y serena lectura de sus respuestas nos abre las puertas a una visión enriquecedora del pensamiento joseantoniano, de la problemática del falangismo histórico y actual, sembrando dosis de realismo y esperanza en su futuro.  

11.-elmunicipio.es.-  Manuel, hace poco releíamos un boletín del CCH – Circulo Cultural Hispano- publicado en Barcelona en los años 70 del siglo pasado, de orientación falangista. ¿Quiénes dirigían CCH, qué pretendían y que aportaron al falangismo? ¿Qué grupos afines al pensamiento joseantoniano han sido relevantes en Cataluña durante el franquismo y desde entonces hasta nuestros días? ¿Existe hoy Falange o falangistas joseantonianos en Cataluña?

Manuel Parra.- En relación con la primera parte de la pregunta, diré que el Círculo Cultural Hispánico tuvo su origen en la iniciativa de un grupo de falangistas catalanes que, en los años 70, llegamos a la conclusión de que había una serie de caminos trillados que no llevaban a ninguna parte: ni el Movimiento y sus estructuras, ya en plena decadencia, que, con excepción de la acción en el plano juvenil, era un armatoste vacío de contenido, y los propios grupos falangistas, clandestinos o semiclandestinos, ya agotados en un intento de que el pueblo español diferenciase…

El C.C.H. llevaba a cabo conferencias, charlas, estudios; editaba publicaciones (Boletín del CCH, primero; Hojas del CCH, después; Hojas Hispánicas, finalmente), convocaba concursos de tipo histórico y cultural para estudiantes, ofrecía fuentes de documentación, realizaba actividades asociativas… Varios miembros de la entidad participaron en la iniciativa de las Juntas Promotoras de FE de las JONS, que pretendía refundar una Falange unida y moderna al socaire de la Ley de Asociaciones Políticas. En las primeras elecciones de la Transición, también participaron integrados en un abortado intento de crear una candidatura de Unidad Falangista de Cataluña. Más tarde, desarrollamos una Plataforma Unitaria Falangista (llamada entre nosotros Antigrupo), concebida desde varios puntos de vista: ideológico, económico, organizativo… Para resumir: todos los intentos de este cariz fracasaron, y no por la acción de los poderes oficiales o por elenemigo, ¡sino por los propios falangistas, empecinados en la división y en la pureza! El último intento fue crear una especie de conciencia de unidad y de renovación desde las Hojas Hispánicas, cuyo consejo de redacción lo componíamos cuatro o cinco camaradas tan solo.

Entrando en la segunda pregunta, se puede afirmar que, en contra de la opinión predominante, el falangismo (oficial) adquirió gran implantación en Cataluña durante la época franquista; lo malo es que estaba condenado de antemano a la confusión y a la frustración de sus militantes. Fuera de FET y de las JONS (luego, Movimiento), se fueron creando entidades, ya a partir de los años 60, que pretendían  llevar a cabo una labor política sin contaminaciones. Así, el Círculo Doctrinal José Antonio y sus Juntas Promotoras, ya mencionadas, el Círculo Amadís, la Agrupación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes, nuestro CCH…, además de los grupos clandestinos (con diversas siglas). A partir de la Transición, los falangistas catalanes se vieron inmersos, como los del resto de España, en la ceremonia de la dispersión que conocemos de sobras.

Hoy en día existen los dos partidos políticos con las siglas históricas y la Hermandad del Frente de Juventudes, que intenta no caer en la dispersión aludida; también existen asociaciones culturales en varias localidades y pueblos. Como en toda España, el número de falangistas autónomossupera el número de los afiliados o asociados. Es decir, como las meigas, y para escarnio de los separatistas y del Régimen, haberlos haylos…

12.-elmunicipio.es.- Permítanos que citemos de nuevo otras palabras suyas “Que sigan los demás con sus disputas de genes y de “culturas”: la nuestra, la española, fue y será mestiza, y ahí está nuestro mayor tiempo de gloria. Un día lejano comunicamos a unos indios que, ante Dios, eran iguales a nosotros, y, ante doña Isabel, eran súbditos y no siervos; ahora, nuestros descendientes comunes vienen a recordarnos el mensaje, y tengo la suerte de tenerlos sentados en mi aula”. ¿Existe una raza española? ¿En el pensamiento joseantoniano hay algún atisbo de racismo? ¿Los falangistas son  racistas?

Manuel Parra.- Suena a tópico afirmar que España fue y es un crisol de razas y pueblos. En consecuencia, el español no fue ni pudo ser racista, a pesar de la tontería de la limpieza de sangre, que obedecía más a motivos pseudorreligiosos que étnicos. Como se ha dicho, nuestra mayor gloria fue crear una Civilización mestiza, a diferencia de otros pueblos europeos, ante los cuales, según Ramiro de Maeztu, el español se horrorizaba porque se creían superiores o elegidos. Acaso sí hemos creado lo que llamó Vasconcelos la raza cósmica… No pudimos ser racistas a fuer de católicos, por nuestra consideración de que todos los hombres son iguales en dignidad al haber sido creados por Dios a su imagen y semejanza. Ernesto Giménez Caballero –siempre original- dijo que España nunca fue un país racista, sino raceador.

En los textos joseantonianos no hay el menor atisbo de racismo, por representar la actualizaciónen su momento de las constantes españolas. Posteriormente, y en un momento en que la Alemania del III Reich era objeto del mismo papanatismo mimético que los EEUU en nuestros días, tampoco se dejó caer en nuestras filas la semilla del racismo; puede estudiarse como significativa la participación de representantes del Frente de Juventudes y de la Sección Femenina en el Congreso de Juventudes Europeas de 1942, donde quedó clara nuestra postura.

Un seguidor de José Antonio Primo de Rivera no puede ser racista, porque sería una contradicción completa; en la confusión ideológica imperante en nuestros días entre sectores jóvenes que van a la contra no es raro que puedan surgir individuos o grupos que lleven su folclorismo a tonterías de este tipo; no se olvide que el racismo europeo proviene del darwinismo y del pseudocientifismo decimonónico, y los hay anacrónicos…; pero esos tales jamás podrán ser considerados como falangistas.

13.-elmunicipio.es.- ¿Hay sitio hoy en la política española para los falangistas? ¿Ve Ud. alguna posibilidad de que alguna organización de falangistas pueda ser apoyada por un número suficientes de españoles como para tener influencia en las instituciones, bien locales, regionales o nacionales?

Manuel Parra.- A la primera pregunta respondo que sí; a la segunda, que no. Me explicaré: la política es un término amplio, que no se limita al abanico parlamentario o a las corrientes emergentes que están a caballo entre el Sistema y la oposición teórica al mismo (aunque yo creo que son productos del mismo Sistema, porque este necesita adversarios y porque no se oponen a la filosofía de fondo de lo que se dicen atacar). Los falangistas tenemos, en mi opinión, dos tareas esenciales que cumplir: rescatar a José Antonio Primo de Rivera y darle dimensión actual. Estas tareas no van a cumplirse de la noche a la mañana, porque requieren el suficiente coraje como para revolver muchos de nuestros tópicos y fijaciones históricas.

Las organizaciones falangistas –hablando en general- están, hoy por hoy, anquilosadas, divididas entre sí y sometidas a vaivenes (anacronismos, revolucionarismo infantil, confusionismo…), aunque en alguna se aprecian aspectos de seriedad. Quizás puedan tener alguna pequeño influencia en ámbitos reducidos, locales, más por el prestigio y calidad de las personas que por unas siglas históricas. Pero, de momento, se nos ha escapado el tren de la historia; recordemos que la política es una partida con el tiempo en la que no es lícito demorar ninguna jugada.

14.-elmunicipio.es.- ¿Quiénes son los compañeros políticos más afines a los falangistas como para poder compartir con ellos objetivos comunes en la política española y europea?

Manuel Parra.- Sinceramente, no creo que actualmente nadie nos reconozca como compañeros políticos o afines, porque quien cometiera ese acto de valor estaría señalado con el dedo comofascista y mil tonterías más  por los poderosos mass media del Sistema. Otra cosa es que yo, como falangista autónomo, vea con simpatía y atracción el nacimiento o crecimiento de grupos o partidos que defienden aspectos básicos para nosotros: unidad de España, igualdad de los españoles ante las leyes, limpieza y honradez, civismo y ciudadanía… A mi favor se da el hecho de que, en el seno de estos grupos o partidos, se han dado cobijo desengañados de la izquierda y de la derecha oficiales, lo que es un buen síntoma y muestra un paralelismo con nuestras aspiraciones originales. Quizás se les pueda achacar que carecen de una ideología sistematizada, por una parte, y que no quieren despegarse de las raíces filosóficas del Sistema, por la otra.

Algunas veces digo para mí: Este es un espacio que debería ocupar un falangismo renovado; posiblemente no son más que apreciaciones personales… También, en ocasiones, no dejo de advertir rasgos ideológicos o de actitud familiares en pensadores y escritores de nuestros días: Juan Manuel de Prada, Arturo Pérez-Reverte, José Antonio Marina…, lo que me indica que no estamos tan lejos de la realidad como parece a primera vista.

Pedagogia de la avetura

15.-elmunicipio.es.- Ud. es profesor y pedagogo. Más de un pensador revolucionario ha preferido tener poder en las aulas para conquistar las mentes de la juventud de un país que un ejército bien armado. ¿Qué ha pasado en las aulas españolas de los últimos 30 años para que nuestros jóvenes anden tan desorientados y confundidos? ¿Fue un error poner la enseñanza en manos de las Comunidades Autónomas? ¿Qué habría que haber hecho y que se puede hacer ya?

Manuel Parra.- Precisamente en esta aseveración de tener poder en las aulas para conquistar las mentes de la juventud he basado uno de mis últimos ensayos: una comparación entre laInstitución Libre de Enseñanza y la Academia de Mandos e Instructores José Antonio del Frente de Juventudes; tanto aquellos liberales como estos mayores nuestros creyeron en el poder de la educación para transformar España, pero, como dice el gran maestro Enrique de Aguinaga,fracasaron con éxito.

Es indudable que en esto llegamos tarde una vez más. Desde mucho antes del cambio de Régimen, el Pensamiento Único copó las cátedras universitarias y las Escuelas de Magisterio; luego vinieron los planes de estudio y los currícula acordes también con este pensamiento.

Además, en el seno de las Comunidades Autónomas dominadas por los nacionalismos, la deformación de las mentes juveniles ha sido doble: a las corrientes predominantes del Sistema se ha unido la tergiversación de la historia y del pensamiento, con el único objetivo de negar a España. ¿Qué se puede hacer? Por parte del Estado, es urgente recuperar las atribuciones en Educación y en Enseñanza (y no me refiero solo a la titularidad de los centros o a las atribuciones académicas); en este sentido, soy más bien pesimista.

Por nuestra parte –amplío este nuestra a todo español con conciencia de serlo- , urge llevar a cabo una intensa pedagogía en todos los ámbitos: familiares, profesionales, de amistad, de convivencia, de ocio… Pero sigo pensando que lo decisivo es crear minorías pensantes y, a su vez, educadoras de otras minorías; el proceso es similar a los círculos concéntricos que se forman en las aguas de un lago al lanzar una piedra…

16.-elmunicipio.es.- Ud como seguidor de las ideas socio-políticas y económicas propuestas por José Antonio Primo de Rivera ¿Nos podría decir su opinión sobre los siguientes conceptos a la luz del pensamiento joseantoniano: democracia, totalitarismo, imperialismo, Patria, violencia, asalariado, Estado, revolución, tradición, capitalismo, socialismo, sindicalismo, justicia y trabajo?

Manuel Parra.- ¡Casi nada! Me vienen a proponer que elabore un diccionario del falangismo… Intentaré contestar sucintamente a cada una de entradas, siempre y cuando quede claro que se trata de la opinión de un falangista tan solo:

–          Democracia: Diferencio entre la democracia de forma y la de contenidoVida democráticaequivale a civismo (otros lo llaman republicanismo, de “res pública”, y no me parece mal). Existe en toda Europa una necesidad urgente de autentificar la democracia (frenar la corrupción, evitar el monopolio de los partidos políticos, listas abiertas, etc.); de mi cosecha, añado que, para que exista una auténtica democracia es imprescindible la formación de aristocracias (gobierno de los mejores), según la vieja definición del Presidente Jefferson. Ojo con la democracia morbosa(Ortega), que consiste en democratizar el pensamiento, el arte, la religión, la filosofía, etc.

–          Totalitarismo: Dos sentidos. a) el leninista y mussoliniano, en que el Estado es el protagonista, que interviene en todo y todo lo controla; b) el orteguiano, que es lo opuesto a particularismo;totalizar el Estado, en Ortega y en José Antonio, es convertirlo en un Estado integrador, de todos y para todos, no en propiedad de una clase social o de un partido. Paradójicamente, este segundo sentido sería equivalente a una auténtica democracia.

–          Imperialismo: Imperio, etimológicamente, equivale a mandoinfluencia, y ese es el sentido primordial que le da José Antonio en su época: que España recobre el predominio espiritual de las empresas universales; él mismo se encargó de rebatir la tontería del equivalente a conquistar tierras; en la posguerra española, muchas veces se confundieron los términos, ya que todas las potencias europeas buscaban su imperio territorial. Yo le añado, como sinónimo, el sentido deuniversalidad, porque esa la constante del Imperio español de los Siglos de Oro.

–          Patria: Integración en torno a un proyecto sugestivo, atrayente y diferenciado de otros pueblos; rol de una nación en el conjunto de la humanidad. Como ya se ha explicado, cabe hablar de unaPatria de las patrias, si admitimos la idea d Europa como unidad de destino.

–        Violencia: Es curioso, pero esta palabra adquiere dos sentidos en la práctica: si la ejercen los partidarios del Sistema y su pensamiento único (aunque se llamen antistema) es equivalente adefender la democracia; si lo ejercen otros, es ataque a la democracia. Bueno, ahora en serio: la violencia me parece inadmisible como arma política, porque atenta a los valores humanos más esenciales. Según la época y la circunstancia, ha sido moneda de cambio de todas las ideologías, lo cual no deja en absoluto de ser inadmisible. La propia Falange originaria la empleó… cuando ya llevaban varios muertos por violencia ajena. También hay que destacar que existe un tipo de violencia no física, que es la que se ejerce desde los mass media, y que agrede tanto o más que una bofetada.

–          Asalariado: Jugando a la utopía, José Antonio llegó a afirmar que llegaría un día en que se suprimiría la relación bilateral del trabajo. En nuestros días ha quedado en eso, en una bella utopía, salvo en casos concretos de tipos de empresas sociales, al modo de las cooperativas de producción. Por lo menos, jugando a las realidades, hay que perseguir que el salario, no solo individual sino familiar, sea justo y suficiente para todos los trabajadores; no excluyamos la necesaria participación en los beneficios, sin llegar a esa otra bella utopía de la plus-valía para el sindicato productor. Creo que el acento debe ponerse en una profunda reforma de la empresa.

–          Estado: Me gusta la definición de sociedad organizada, pero, en la práctica, me quedo con la otra de estructura jurídico-política de una nación. La forma que adopte no tema esencial para mí, siempre y cuando tenga en cuenta sus funciones básicas: de cara adentro, estar al servicio de la persona, garantizar la justicia y la libertad de los ciudadanos; de car afuera, ser instrumento de la tarea histórica de la Patria. Frente a quienes defienden el dios-mercado, apuesto por una necesaria intervención del Estado para garantizar la justicia.

–          Revolución: Transformación a fondo de las estructuras políticas, sociales, económicas de una sociedad. En mis campamentos, me decían también que la revolución empieza por uno mismo, en clara referencia al estilo. Creo que el falangismo tiene, por definición, un horizonte revolucionario, porque lo existente no nos gusta, dada su injusticia, villanía y ausencia de libertad profunda. En los años 30, e incluso hoy en día en otros lugares del orbe, el concepto de revolución se relacionaba inexorablemente con toma del poder, golpe de Estado, acción de fuerza,  fuera desde arriba o desde abajo; José Antonio preconizó en su momento la revolución desde arriba. ¿Es esto posible en el mundo occidental de nuestros días? Creo que no. Ya decía Manuel Cantarero del Castillo que se puede ser revolucionario en los fines y reformista en los medios, y considero que ese es el camino falangista, sin repetir el tópico de la revolución pendiente o lanzar baladronadas inalcanzables.

–          Tradición: Conjunto de valores, costumbres, usos, mentalidades, que nos vienen dados por herencia social. No se puede en absoluto desdeñar, pero sin elevarla a dogma. Pienso que debe hallarse una armonía feliz entre lo tradicional y lo nuevo, porque no todo es rescatable de la tradición heredada; por ejemplo, siempre he cruzado los dedos ante la influencia de los poderes tradicionales. Aun en lo esencial, que debe mantenerse, ha de asumirse, no con afán de imitación de lo que otros hicieron en su época, sino de adivinación de lo que ellos harían en la nuestra (y esto también es de José Antonio).

–          Capitalismo: Sistema vigente, basado en que la propiedad de los medios de medios de producción la detecta quien aporta el capital, con lo que un mero instrumento domina a lo humano. Filosóficamente, su origen se identifica con el protestantismo y el calvinismo, por aquello de que los elegidos se destacan por el éxito, pero eso sería muy largo y recomiendo a los lectores interesados que acudan a Max Weber. Algún día, los hombre encontrarán un Sistema más justo para sus relaciones económicas, y me gusta poner en un aprieto a mis amigos economistas (que también los tengo por aquello de que hay que tener amigos hasta en el infierno) a que diseñen un esquema humanístico distinto al del homo economicus. José Antonio apuntó unas bases de sustitución del Capitalismo para su época, por lo que los economistas de la Falange de hoy tienen suficiente trabajo para diseñar lo que conviene a nuestro momento.

–          Socialismo: En teoría, Sistema que atribuye la propiedad de los medios de producción  a la titularidad pública y no privada. Creo que el lector conoce perfectamente las diferencias entre el socialismo marxista y el socialismo utópico (llamado así por Marx, claro). Cantarero dijo que el socialismo s la especie y el sindicalismo es el género, en su frustrado intento de convertir el falangismo en un socialismo democrático; otros lo habían intentado antes, como Ridruejo, pero a todos se los llevó por delante el socialismo oficializado de Willy Brand y el PSOE de la Transición.

–          Sindicalismo: Agrupación de los trabajadores para defender sus intereses. Ramiro, primero, y José Antonio, después, se volcaron en nacionalizar a las masas obreras, es decir, convertirlas en eje de su proyecto revolucionario para España. De ahí su concepción de sindicato vertical, que ya había sido propuesto, por ejemplo, por Fernando de los Ríos; los sindicatos se convertían en agentes económicos del Estado y forma de participación de los trabajadores. Todo quedó en la teoría, pues los sindicatos del franquismo no eran, en realidad, verticales; esa realidad solo podía darse con un tipo de empresas no capitalistas. El camarada Jaime Suárez se pone de los nervios con referencia a este tema, ya que se fija en la realidad de los sindicatos de hoy en día…; afirma que él, como falangista, ya no cree en un hipotético nacional-sindicalismo. Yo me quedo con algo mucho más sencillo: el trabajador de hoy, esté o no afiliado a un sindicato (y hay pocos afiliados) tiene la misma mentalidad capitalista que los propietarios o los accionistas; con estos mimbres no se puede hacer un cesto distinto; de forma que, antes que una cuestión económica, social o política, yo le doy al debate una dimensión educativa.

–          Justicia: Según la definición clásica, dar a cada uno lo que le corresponde. Se acepte o no la teoría de los sindicatos verticales y de la plus-valía, la búsqueda de la justicia es una constante del pensamiento falangista; pero pensemos que el concepto de justicia no se refiere solo a aspectos económicos, sino que se refiere a todas las relaciones entre los seres humanos, tanto horizontal como verticalmente, y, una aspiración urgente es el acceso a los caminos de la cultura y de la educación.

–          Trabajo: Sigo creyendo que el trabajo y el servicio deben ser los únicos títulos válidos de dignidad civil y fuente de una auténtica aristocracia; además, la palabra trabajo no solo se refiere al manual, sino a todos los aspectos que representan la acción del hombre sobre lo existente y lo que puede existir. Con lo cual me temo que he formulado mi más querida utopía…

17.- elmunicipio.es.- ¿Monarquía o República? ¿Con qué apellidos? ¿Cuál sería la mejor forma de Estado en una sociedad organizada en la ideología joseantoniana? y ¿Para la España de hoy?

Manuel Parra.- Ya he comentado que la forma que adopte el Estado es para mí algo secundario, no me quita el sueño, y algo parecido respondió José Antonio a un periodista que le preguntaba si la falange prefería monarquía o república: “¡Qué cosas más raras me pregunta usted!¡ Acaso ni lo uno ni lo otro…!” También he de decir que personalmente soy poco simpatizante de la monarquía, acaso por un tic heredado de mi educación en el Frente de Juventudes. ¡Otra contradicción! Los jóvenes de aquel Régimen cantábamos cosas como “no queremos reyes idiotas que no sepan gobernar…” y, en realidad, el franquismo era, desde sus orígenes, una larga marcha hacia la monarquía.

En cuanto a lo de una república, yo creo que en España no existen, ni ayer ni hoy, verdaderos republicanos; son devotos de la 2ª República, concretamente de su etapa del Frente Popular, que no pudo ser más catastrófica en tanto que defraudó las esperanzas que los españoles habían puesta en ella y fue incapaz de asegurar la convivencia en paz entre todos. Esa devociónanacrónica por ese experimento histórico es similar a una superstición, carente de conocimientos sobre lo que fue realmente.

Los teóricos serios del llamado republicanismo en Europa ya no se refieren a formas, sino que llegan a admitir la existencia de monarquías republicanas, porque, para ellos, lo importante es el civismo y la voluntad de servicio hacia la res publica de los ciudadanos, cosa impensable en España, que ha vuelto a ser la Meca de la picaresca…

El partido FE de las JONS se declara abiertamente republicano, pero sin especificar demasiado; ¿qué ocurriría con un presidente afín a un partido o secta de los que corren por ahí? ¿Alguien se imagina un Rodríguez Zapatero como Jefe del Estado español? Claro que igual se puede decir de la monarquía…

Juventudes de vida Española

18.- elmunicipio.es.- Partidos políticos sí o no. ¿Puede una sociedad organizarse sin ellos? ¿Cómo sería la representación política de los ciudadanos en una sociedad basada en las ideas de la falange de José Antonio? ¿Tendría un solo partido político y estarían prohibidos todos los demás? ¿Se podría discrepar del poder establecido y haber alternancia en el poder de las instituciones del Estado?

Manuel Parra.- Creo que no cabe, hoy por hoy, una alternativa. Existen los partidos políticos y van a continuar existiendo, porque su existencia es uno de los dogmas de la filosofía del Sistema y del tipo de Régimen desde la Revolución Francesa. En los años 30, la alternativa era el Partido Único (un oxímoron: ¿cómo se puede ser parte si se es el único?). José Antonio Primo de Riveranunca defendió el partido único como alternativa ni como punto de la doctrina falangista. Lo que sí hizo fue proponer una forma de participación democrática a través de lo que denominaba las entidades naturales, la familia, el municipio y el sindicato, y, dentro de la mentalidad de la época, la abolición del sistema de partidos. Otros falangistas más cercanos en el tiempo y más acordes con la época actual han propuesto lo que Eduardo Adsuara llamó la democracia mixta o mestiza, que compatibilizaba una representación de las ideas o individualista con la de los intereses de los ciudadanos; aquí entrarían las empresas y sindicatos, los municipios, comarcas y regiones, las asociación es e instituciones culturales y educativas, etc. Recuérdese que la tercera vía de Tony Blair proponía que los partidos no tuviesen el monopolio de los ciudadanos para, así, autentificar la democracia. Creo que es un tema atrayente de debate entre todos los falangistas pensantes de nuestros días, con criterios de realismo… Forma parte de ese proyecto de desarrollo y creaciónpara un falangismo de nuestros días.

19.-elmunicipio.es.- ¿Que siente Ud. cuando ve a personas paradas que quieren trabajar y no tienen trabajo o cuando ve personas que trabajan duramente y su salario no les da para vivir con dignidad para ellos y sus familias? Y ¿cuándo ve a políticos corruptos o funcionarios que vocacionalmente no sirven al bien común o gentes que trabajan del esfuerzo de los demás como los especuladores o rentistas? ¿Cómo entiende un joseantoniano la Justicia Social?

Manuel Parra.- Indignación en grado sumo; porque veo repetido aquello de que las grandes promesas o palabras del Sistema no se cumplen en casa de los desposeídos. Lo que ocurre es que, tras la indignación, debe venir la dignificación, y esa palabra, por una parte, es adversaria de la demagogia al uso y, por la otra encierra una gran parte del planteamiento esencial joseantoniano. Ni como ciudadanos ni como falangistas, no podemos quedar indiferentes y, al modo que lo hicieron nuestros maestros, debemos estudiar y proponer cuáles serían los caminos de esa regeneración, transformación radical o revolución con cara y ojos; Esos caminos no pasan por la pura complacencia nostálgica o la frivolidad.

Cuando veo los niveles de corrupción a que ha llegado esta sociedad, sin embargo, la indignación deja paso al escepticismo, y entonces intento sublimarlo por los caminos de la literatura: estamos ante un reverdecer –nada glorioso- de la Picaresca, género en el que tantas y buenas novelas se escribieron en nuestros Siglos de Oro como reflejo de una degeneración social que se iba acentuando… Porque la corrupción no es un problema que afecte a la clase política o a determinados funcionarios: es un mal social, generalizado, que abarca desde las bases hasta las cúspides; tan corrupto, mentiroso y estafador es el falso mendigo del metro como el político de altura, es un problema cuantitativo, no cualitativo. Forma parte del encanallamiento de las masas, que han elegido, a su vez, a otros hombres-masa para que los representen teóricamente. Cualquier regeneración o revolución, por tanto, tiene más ingredientes morales –si se me apura, hasta religiosos- que de estructuras sociales o económicas. En consecuencia, la búsqueda de caminos que lleven hacia planteamientos de justicia social debe empezar por una educación a fondo de todos los ciudadanos, empezando por las aulas de Primaria y continuando hasta los centros de la Tercera Edad (como dicen los cursis); eso es lo que he llamado civismo y otros gustan de llamar republicanismo (de res publica, insisto). Si Ortega dijo que España es el problema y Europa es la solución,  hoy en día España y Europa son el problema, porque los defectos son los mismos, con más o menos intensidad dependiendo de la permisividad o de la demagogia.

20.-elmunicipio.es.- Manuel, hemos llegado al final, quiere Ud. añadir algo más para los lectores de elmunicipio.es.

Manuel Parra.- José Antonio Primo de Rivera es un principal referente de mis ideas, como habrá podido comprobar el lector; creo que hay bastantes españoles –y extranjeros- que han profundizado en él, a pesar de los silencios obligados que hemos comentado al principio. Y, al igual que José Antonio jamás desdeñó sumergirse en autores y teorías de su tiempo, considero que una obligación nuestra es estar al día, es decir, no ceder nunca en la preocupación intelectual por lo que se estudia en el tiempo en que nos ha tocado vivir. Hay que bucear continuamente en la historia, en la literatura, en la filosofía, histórica y moderna, antigua y actual, para conseguir –en la medida de nuestras posibilidades- una constante y vasta labor de incorporación en el mundo de las ideas, que es lo que hizo José Antonio. Cada día me descorazona el inmovilismo, ajeno y propio, que veo a mi alrededor, y me vuelvo a animar cada vez que me asomo a la realidad y observo que hay personas que siguen pensando para superar un estado de cosas que no nos gusta.

Finalmente, doy gracias a elmunicipio.es por haberme permitido explayarme, y pido disculpas a los lectores por lo prolijo de mis respuestas en algunos casos.

elmunicipio.es.- Es el que está agradecido a Manuel Parra Celaya, ya no solo por la buena disposión en colaborar con nosotros, sino por sus enseñanzas, de las que no renunciamos a seguir enriqueciéndonos con ellas y ofrecérselas a nuestros lectores.

 

“… Los falangistas tenemos, en mi opinión, dos tareas esenciales que cumplir: rescatar a José Antonio Primo de Rivera y darle dimensión actual. Estas tareas no van a cumplirse de la noche a la mañana, porque requieren el suficiente coraje como para revolver muchos de nuestros tópicos y fijaciones históricas.

Las organizaciones falangistas –hablando en general- están, hoy por hoy, anquilosadas, divididas entre sí y sometidas a vaivenes (anacronismos, revolucionarismo infantil, confusionismo…), aunque en alguna se aprecian aspectos de seriedad…” Manuel Parra Celaya

“Un seguidor de José Antonio Primo de Rivera no puede ser racista, porque sería una contradicción completa; en la confusión ideológica imperante en nuestros días entre sectores jóvenes que van a la contra no es raro que puedan surgir individuos o grupos que lleven su folclorismo a tonterías de este tipo; no se olvide que el racismo europeo proviene del darwinismo y del pseudocientifismo decimonónico, y los hay anacrónicos…; pero esos tales jamás podrán ser considerados como falangistas” Manuel Parra Celaya.

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