Videncia, política y negocios: eso es lo que unía al expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, con la pitonisa Adelina, la bruja gallega a la que acudió periódicamente durante más de dos décadas. La bruja gallega empezó a prestar sus servicios al expresidente, que le consultaba acerca de asuntos familiares y de gobierno, y al que realizaba limpiezas espirituales para librarle de las malas energías, pasándole un huevo por la espalda.
Las visitas a la bruja eran tan constantes, que al final Pujol convenció a la bruja para dejar Andorra, donde vivía entonces, y mudarse a Barcelona. Pero el traslado de Adelina a suelo catalán no fue sólo una cuestión de comodidad para el expresidente, también se convirtió en un negocio a dos bandas. Tras la mudanza, el consultorio de la bruja se llenó de políticos y empresarios catalanes que acudían por recomendación del expresidente. Pero las recomendaciones de Pujol no eran desinteresadas: por cada cliente, la bruja cobraba 150 euros, pero el expresidente facturaba el doble de esa cantidad. Así lo ha revelado la bruja al programa Espejo Público de Antena 3: «Él ganó dinero a mi costa porque yo cobraba en aquel momento, al cambio, unos 150 euros por consulta pero él le cobraba a los políticos que venían por su recomendación el doble”. Un negocio bien nutrido para el expresidente, que burló la bola de cristal mientras seguía llenando, a costa de su adivina, sus abundantes arcas.
Información ofrecida por el diario La Gaceta.