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REY-LATINIDAD

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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

Aunque me declaro y me siento republicano,  mi actitud ante la monarquía en este asunto de país con rey o con presidente de república,  trato de hacerlo siempre desde el respeto más civilizado y democrático que haya en el mundo mundial pero, mi convicción ante la forma de Estado, que la deseo republicana, se acentúa cuando veo más allá de intentos populares por parte del rey Felipe VI (congelación de sueldos, cercanía, simplificación de protocolos, etc.) algunas intervenciones, siempre limitadas por la Constitución que lo restringe a un inerte observador de la vida nacional, al observar -repito-, comportamientos tan débiles y a veces tan contradictorios en su condición de rey de un país milenario como el nuestro, enriquecido además, en su historia de descubrimientos y de hispanidad, España, que me da razones para no reivindicar nunca la existencia de reyes entre nosotros. Y esto me ha vuelto a reafirmar por las palabras que Felipe VI ha venido a decir en el breve discurso pronunciado con ocasión de la entrega de los Premios Cava de periodismo, el viernes 3 de octubre, en Madrid.

Sus referencias a la unidad de España, vienen tan acarameladas, tan comprensibles con los conjurados -a pesar de su aparente firmeza- que hacen dudar de esa, ya digo, imagen de convicción. Por otro lado, ¡qué  podría decir sin caer en la contradicción! Naturalmente que repite la llamada a “caminar juntos todos los españoles”, sin embargo suena poco eficaz. Jamás hemos oído eso de “Presidente Más, usted está fuera de la ley y el Estado tomará las medidas necesarias para evitar la desmembración de nuestra nación”. No se lo hemos escuchado, pero si no puede decirlo pues que dimita. Pero haciendo alusión a sus palabras en los premios cava, mi disgusto, mi tristeza, mi indignación, fue cuando al hablar sobre el premiado periodista Bartolomé Mite, director del diario argentino La Nación, dice que “Trabaja con valentía y determinación, por alcanzar el compromiso democrático no solo de su país, sino del conjunto de América Latina” (sic). Con lo cual, mi decepción resulta ya muy incómoda.

Que un rey de España, se avenga al juego estéril, a la trampa semántica, a la derrota organizada por nuestros falsificadores de la autentica historia española denominando Latina a la realidad Hispana, no merece para mí más que decepción y rabia. Felipe VI y todos los felipes que existan en el mundo con el titulo heredado de reyes españoles, no pueden regalar ni una baza al contrario. Nosotros hablamos de Hispanidad de América Hispana, y acaso, usar la hermosa palabra de Iberia, todo lo demás y en ello están las palabras de este rey, es traicionar a nuestra cultura y a nuestra historia. Claro, que es una traición lingüística, pero cualquier dejación así contribuye aun sin querer, a la evanescencia de uno de los caracteres más significativos de nuestra patria, la Hispanidad, y por ello, hablar de “América latina” supone negar nuestra propia verdad como pueblo y como destino. De forma que no nos interesa, en absoluto, monarquías como la que soportamos.

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1 COMENTARIO

  1. Suscribo al 100 por 100 las palabras de López Pascual. Pero no podemos esperar cosa mejor viniendo del representante de una institución que hace décadas José Antonio diagnosticó como “gloriosamente fenecida”, y hoy deshonestamente putrefacta y espuria.

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