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Carta al soldado desconocido

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Por Paco Caballero para elmunicipio.es

Querido soldado:

No sé cómo te llamas, dónde has nacido, ni qué edad tienes. Pero creo que eso ahora no importa. Todo lo que he podido conocer de ti es que eres un soldado; con ese dato ya tengo suficiente para entender tus actitudes vitales.

Ha sido a través de esas páginas informativas, que corren a través de internet, que he sabido del hecho. Dice el titular de la noticia: Defensa investigará el desgarro de una “estelada” por parte de un soldado, y, más adelante, se puede leer: El Ministerio de Defensa ha emitido un comunicado en el que asegura que se ha procedido a abrir una investigación para esclarecer los hechos y depurar las posibles responsabilidades.

Cuando lo leí, inmediatamente sufrí como una transmutación, me puse en tu lugar y medité sobre cómo hubiese reaccionado yo en la misma situación. Tú eres soldado porque has querido -hoy todos sois voluntarios profesionales-, y posiblemente sientes en lo más profundo de tu alma los valores que siempre han encarnado los sufridos soldados de España: patriotismo, lealtad, honra, bizarría… y honor. Sobre todo, honor. Sabiendo que para hacer gala de todo ello no es necesario ostentar divisas, entorchados ni galones. Cervantes nos demostró -entre centenares de ejemplos- lo que vale un simple soldado español. Yo comprendo perfectamente que un hombre joven, con un bagaje semejante contenido en su corazón, actúe con la decisión que tú lo hiciste.

Durante mucho tiempo, en las filas del ejército te habrán estado hablando de moral militar, de la importancia de la Constitución y del deber de defender a España, del sano orgullo de servir a la Patria (España), de la necesaria defensa de su unidad frente a los enemigos exteriores e internos… Todo eso, lógicamente, ha ido calando en tu cerebro y en tus sentimientos más íntimos y más nobles, has llegado a interiorizarlos, a hacerlos tuyos, formando parte de tu Estilo -así, con mayúscula- : eres un soldado con una elevada misión que cumplir sobre todas las cosas. Tú no eres un político. Los políticos son los que te han abierto un expediente para depurar las posibles responsabilidades que has contraído al dar rienda suelta a tus más íntimas y honrosas convicciones. Cuando frente a la agresión visual, moral, insultante, de una enseña pringada de odio, has sabido reaccionar como un soldado de España, sin importarte las consecuencias económico-administrativas-disciplinarias. Lo has hecho porque te lo pedía el alma -no el cuerpo-, porque, tú sí te has creído aquello de Todo por la Patria.

Te felicito. No sé cómo te llamas y no puedo escribir tu nombre, pero desde ahora serás mi soldado desconocido, y te pondré en mi particular Altar de la Patria, junto a los capitanes Daoíz y Velarde y el teniente Ruíz, quienes, como sabrás, se pasaron por el “forro” las órdenes de someterse a los franceses que habían recibido de los “entorchados” españoles, y, alentados por su sentido del honor, armaron la marimorena en el parque de artillería de Madrid, aquel 2 de mayo de 1808. Estos, hijos del honor, son los que han pasado honrados a la historia; los otros, los “entorchados”, también, pero con ignominia.

No sé si llegarás a leer estas letras -sería casi milagroso- , pero, si así fuera, te facilito un pensamiento, aprendido de no sé quién, que a mí me ha servido para sentirme cómodo conmigo mismo y que me ha permitido dormir como un lirón todas las noches: haz lo que debes, y venga lo que venga.

Gracias por tu ejemplo, valiente y noble.

Barcelona 12 de noviembre de 2014

Francesc

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