Por José María García de Tuñón para elmunicipio.es
He leído con mucha atención el largo comentario de Sigfredo Hillers a un artículo del emérito Enrique de Aguinaga, y aunque aquél no cita ni el título, sólo el medio casi al final de su escrito, en que fue publicado, podemos decir, sin temor a la equivocación, que se refiere al publicado en este mismo medio el pasado 24 de octubre, titulado «Ser y Estar de José Antonio» y que con anterioridad lo había divulgado «Plataforma 2003», como así lo señala «elmunicipio.es».
Aunque Sigfredo Hillers se refiera al artículo de Aguinaga como «estupendo y muy emotivo», a continuación dice: «discrepo “levemente” del relato», en referencia a una carta que las hijas de quien era presidente del Tribunal que condeno a muerte a José Antonio, Eduardo Iglesias del Portal nacido en la localidad asturiana de Luarca el 25 de julio de 1884, escribieron al hermano de José Antonio, Miguel, el 30 de enero de 1955 cuando éste era embajador en Londres. Es muy posible que algún lector pregunte qué importancia tiene el citar el lugar de nacimiento del juez, y tiene toda la razón porque posiblemente no haya ninguna razón, lo mismo que tampoco la hay en la pregunta de Hillers: en referencia a las hijas del juez: «¿Qué edades tenían ellas en 1936?. No nos lo dice Aguinaga».
Pero volvamos a la famosa carta de las hijas de Iglesias Portal que no es ninguna alucinación del emérito ya que el propio Hillers dice conocer su texto. Carta que Aguinaga publicó en el diario «La Razón», 7 de octubre de 2003 con el título «El Abrazo», y que después reprodujo en otros medios. Antes, permítaseme decirlo, en 1996 la publiqué en mi libro «José Antonio y la República», porque había escuchado su lectura a José Luis Sáenz de Heredia el 20 de noviembre de 1981 en el programa de TVE «La Clave» que dirigía el periodista José Luis Balbín. Mi artículo también reproducía la esquela de Eduardo Iglesias del Portal publicada en el diario «ABC» el 26 de enero de 1996 y que vuelvo a reproducir para que no haya ninguna duda y para dejar testimonio de que Miguel Primo de Rivera atendió la petición de las hijas del juez según la famosa carta que por vez primera publicó en la revista de la Sección Femenina «Teresa», nº 179 de noviembre de 1968, y que José Luis Sáenz de Heredia dio a conocer, por primera vez, a sus lectores. La carta estaba fechada en México en la fecha ya indicada y dirigida al ya citado Miguel Primo de Rivera:
Muy distinguido señor: Aunque personalmente no tenemos el gusto de conocerle, nos atrevemos a dirigir ésta para que atienda a nuestra súplica.
Nosotras somos hijas del magistrado del supremo que como Vuestra Excelencia bien sabe, por desgracias circunstancias, estuvo presente y formó parte del tribunal en el que fue juzgado vuestro hermano José Antonio q.e.p.d.:
Si su excelencia estuvo presente en el juicio, recordará que al terminarse y comunicarle la sentencia, su hermano José Antonio subió al estrado y abrazó a nuestro padre y le dijo que sentía el mal rato que por su causa estaba pasando, pues no sé si sabrá que mi padre y él eran buenos amigos.
«Lo que sigue de la carta -escribe finalmente Sáenz de Heredia- no hace falta reproducirlo; es una petición de ayuda para conseguir la vuelta a la Patria, dirigida a la persona indicada: a la que por haber estado allí, le constaba que aquello tan inverosímil, era cierto, y por llevar la misma sangre sabría también perdonar con nobleza (tengo también la carta que Miguel escribió contestando y dando fe de ser cierto cuanto ellas le decían, y tengo también las que escribió a Madrid para conseguir y obtener, la repatriación)»..
La carta que escribieron las hijas del magistrado, que reprodujo también Enrique de Aguinaga, ha servido para que Hillers ponga en boca del emérito, palabras que no salieron de su pluma sino de las hijas del juez, porque Hillers dice discrepar «del relato de Aguinaga en lo que respecta a que José Antonio fuese hacia el Presidente Iglesias Portal no solo a abrazarle sino a pedirle “perdón por lo que había sufrido él (Iglesias Portal) por su culpa”». Si Hillers discrepa, tendría que hacerlo con las hijas del magistrado, pero nunca de Aguinaga que sólo se limitó, como en su momento me limité yo, a copiar el texto de la carta que escribieron las hijas.
Para terminar, porque se está haciendo demasiado largo, cuando Hillers se refiere a un texto que un “despistado” (el entrecomillado es de Sigfredo) camarada incluye en la contraportada de un libro atribuyendo a Aguinaga la frase «reconciliación nacional» hablando del «abrazo». El emérito, que bajo mi punto de vista es la persona que más ha escrito, en los últimos años, sobre José Antonio, y yo le doy a su trabajo un inmenso valor a la vez que mi admiración, escribió, y reproduzco la frase entera: «El abrazo de José Antonio es el inmenso monumento a la conciliación de España», que no es lo mismo.
Sea verdad o mentira la carta, o cada uno le dé una interpretación distinta, como nos la ha dado Sigfredo Hillers, una cosa es cierta: el juez que condeno a muerte a José Antonio, Eduardo Iglesias del Portal, murió en España porque muchos españoles así lo han querido, demostrando de esta manera unos valores que te hacen vibrar el corazón…
JOSÉ Mª GARCÍA DE TUÑÓN AZA
conociendo la hombria y el buen hacer de Jose Antonio es muy creible lo que se cuenta del abrazo al presidente del tribunal. ademas leyendo su testamento podemos creer eso y mas. Tambien es digno de elogio que al citado Eduardo iglesias se le permitiera volver a españa que prueba una reconciliacion que posteriormente, con el gobierno anterior, se trato de destruir. el articulo tiene un gran valor ya que en el se citan documentos irrefutables
Una vez más, como siempre que leo algún escrito del autor García de Tuñon Aza, compruebo la enorme cultura histórica que demuestra, y en esta ocasión, se nota de modo fehaciente, al aportar una documentación que certifica de alguna manera, la verdad del abrazo de Jose Antonio con el magistrado Eduardo del Portal. Así que, sin caer en lo pedante, el autor discrepa de Sigfredo que quizá no haya sabido de esta situación que se dio en el juicio del fundador falangista en Alicante, de todas formas esto no quita autoridad intelectual al profesor Hillers.
Interesantísimo el artículo de García de Tuñón. Siendo como es este autor un gran conocedor de la figura de José Antonio, ahora nos aporta una nueva versión de gran valor psicológico sobre el perfil humano del fundador de Falange, en el juicio mediante el cual se le condena a muerte. Relato este desconocido supongo por la mayoría de los aficionados, como yo, a la Historia del siglo XX de nuestro país.
Procuraré no perder la senda de las publicaciones y artículos de García de Tuñón, para enterarme de determinados episodios de esa época, que muy pocos historiadores tratan con el rigor y la paciencia documental de este autor amigo.
Mi enhorabuena sincera.
Estupendo artículo que demuestra la grandeza de la familia Primo de Rrivera perdonando al magistrado que condenó a muerte a José Antonio, y también la grandeza de todos aquellos españoles que por su posición en la política franquista pudieron haber influido para evitar la venida a España de Eduardo Iglesias del Portal, sin embargo permitieron su venida. Que tome nota toda la izquierda..