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Epílogo de José Antonio Primo de Rivera. Su otro testamento

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Por José Ignacio Moreno Gómez para elmunicipio.es

El epílogo otorga siempre al drama su significación definitiva y ofrece al espectador  una recapitulación y unas conclusiones sobre el contenido de la obra.  Por ello siempre me ha parecido muy acertada la recomendación del que fuera jefe de la FE de las JONS Auténtica, Pedro Conde Soladana, que exponía en estas mismas páginas de El Municipio.es como si tuviera que explicar a un joven de hoy la doctrina de José Antonio, comenzaría por leerle su testamento.

En sus últimos escritos, desde la prisión de Alicante y próxima ya su muerte, tan temprana e injusta,  es donde debemos de buscar, condensadas, sus más genuinas respuestas, lo más depurado y lo más maduro de su doctrina política, de su pensamiento y de su actitud profunda ante la vida y ante la muerte. Cuando se va a morir no se miente dijo a los milicianos que lo iban a fusilar. Por paradójico que nos resulte, ante el trance definitivo de la muerte es donde se muestran las actitudes y las respuestas más auténticas ante los retos e interrogantes que a todos nos plantea la vida; la muerte  desenmascara a los hombres y revela, querámoslo o no, nuestras  convicciones más profundas.

De entre los escritos últimos de José Antonio, aparte de su conmovedor testamento ológrafo y el escrito de su defensa, convendría resaltar aquel que podría ser considerado como su testamento intelectual. Me refiero  al esbozo de lo que habría sido un ensayo en XI puntos y un apéndice con otros VIII y titulado “Cuaderno de notas de un estudiante europeo”

No estaría mal que alguien se atreviera a hacer el recorrido de las lecturas  y las meditaciones que condujeron a José Antonio a este análisis filosófico y político de la situación de Europa en su tiempo. No vendría mal que alguien se afanara a desplegar detalladamente los contenidos, sucintamente apuntados por su autor, de cada punto.  No obstante, el epílogo a su obra corresponde al autor ponerlo con sus propias palabras; y, por fortuna, estas, aunque escuetas y telegráficas pero muy meditadas, las tenemos escritas.

En este Cuaderno de notas está expresado el radical y definitivo rechazo al fascismo. La actitud fascista siempre fue postiza y epidérmica en José Antonio. Desde su pensamiento cristiano y rigor intelectual descubre, son palabras suyas, como el fascismo es fundamentalmente falso. Quiere sustituir la religión por una idolatría. Su nacionalismo presenta un carácter fatigoso por la permanencia en la crispación. Falso además en lo económico porque no se remueve la verdadera base: el capitalismo. Conserva la dualidad patrono-obrero, aunque agigantada en los sindicatos.

En este Cuaderno de notas se manifiesta el rechazo radical a la revolución marxista por lo que conlleva de ruptura con la tradición humanizadora presente en la civilización occidental. Las revoluciones, en cuanto solución catastrófica, sin intentar resolver la antinomia entre el hombre y su contorno, suelen traer sangre nueva; pero cuestan demasiado.

En este Cuaderno de notas se reputan como igualmente destructivas la disolución de la colectividad en los individuos como la absorción del individuo por la colectividad y se denuncia  que el homo economicus utilitarista, por encima del hombre religado a Dios y a la Naturaleza haya de ser quien gobierne la Tierra. Es la rebeldía ante la civilización del beneficio material.

En este Cuaderno de notas se denuncia a la prensa, al cine, a la publicidad, por su presentación irritante y mentirosa de vidas fastuosas que hacen a la humanidad perseguir fantasmas y olvidarse de sus semejantes de carne y hueso. La velocidad, el ruido, los alimentos adulterados, la atmósfera enrarecida, el hacinamiento en las grandes ciudades son los síntomas de un orden desquiciado en el que hombre ha perdido la armonía interior y con su entorno.  Es la rebeldía  ante la superindustrialización, la sobreexplotación del planeta, el despilfarro y la acumulación; es el rechazo del capitalismo como subversión del orden moral.

En este Cuaderno de notas hay un diagnóstico profundo del problema de Occidente, problema religioso que arranca de la Reforma cuando la causa católica, que fue la causa hispana fue descartada. La Reforma hace un llamamiento a la puesta en marcha de las posibilidades de goce económico en este mundo; es el germen de la civilización mecánica.

En este Cuaderno de notas se apunta una salida: la búsqueda de una solución religiosa.  Frente al hombre desarraigado, el hombre religado: con su contorno y con su verdad más profunda. ¿Supone esto una suerte de cruzada religiosa, de hacer del poder político un martillo de herejes? ¡No!. La religión es, fundamentalmente, un don de Dios; hay que impetrarlo y esperarlo, pero no se adquiere de la noche a la mañana. Además la enfervorización religiosa de un pueblo no es tarea política. La solución religiosa por tanto, que aquí se propone es el recobro de la armonía del hombre y su contorno en vista y a la espera de un fin trascendente que cada uno, individual y comunitariamente habrá de buscar con libertad plena.

En este Cuaderno de notas se dice que este fin no es la patria ni la raza que no pueden ser fines en sí mismos: tienen que ser un fin de unificación del mundo, a cuyo servicio puede ser la patria un instrumento.

En este cuaderno de notas se advierte un sentido de regreso, no en sentido reaccionario sino de religación del hombre con lo esencial. El regreso ha de ser entendido como esfuerzo de trabajo y de labor transformadora en sintonía con la naturaleza. Esto es el sentido de la geórgica e implica solidarismo gremial, comunalismo,  descongestión urbana y superación de la democracia burguesa.

En este Cuaderno de notas se proponen las esencias del Nacional-Sindicalismo madurado por José Antonio: Lo nacional es perpetuar en España la representación histórica de un sentido universal de la vida. El sindicalismo es la fórmula para aligerar la economía de gente que vive del trabajo ajeno.

También a José Antonio se le ha tildado de populista o de utópico. ¿Habrá que recordar su resistencia a ceder ante el gusto zafio, su mandato de ganar la verdad, como el pan, con el sudor de la frente o su advertencia ante los que ensalzan la virtud adivinadora del instinto, que no hacen sino preconizar la barbarie?

En cuanto a lo de utópico:  Pues,  si marchar sin descanso hacia lo mejor del hombre que aún está por construir; si marchar hacia lo que los escépticos, pragmáticos y “realistas” ven siempre, pero sin saber lo que dicen, como el despropósito de la utopía; si, claro que José Antonio era un utópico. Pero, como recordaba Manuel Lizcano,  el perenne u-topos es la característica constitutiva de la especie humana y lo que la eleva a algo más que a un simple animal racional.

José Antonio que estás en el Cielo, junto al Divino Juez que te mira con ojos sonrientes:

Desde tu Paraíso, tan real como utópico,  en el que seguro laboras sin descanso,  otro 20 de Noviembre más, como nosotros rogamos por ti, tú también, ruega por nosotros!

José Ignacio Moreno Gómez

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1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo el de Jose Ignacio Moreno, al que en otra ocasión expresaría una distinta opinión pero que aquí y ahora ha evidenciado una imagen de Jose Antonio profundamente humana y seriamente política. Me ha gustado el tratamiento que da al fundador de Falange. Tal vez un tanto moralista, pero de acuerdo con una cosmovisión integral de José Antonio.

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