El Pew Research Center de Estados Unidos muestras las gráficas del avance del protestantismo en Hispanoamérica. ¿Qué hay detrás de este aumento exponencial?
Infovaticana / El siglo XIX parecía ser un tiempo infausto para la Iglesia Católica. La llegada al poder de fuerzas opositoras a la Verdadera Fe hizo a más de alguno asegurar su inminente desaparición. En la católica Hispanoamérica, cuya evangelización es tan difamada por sus opositores, ni las guerras, ni las prohibiciones de culto, lograron doblegar el fervor y la religiosidad de las almas. El siglo XX no se presentó mucho mejor para aquellos pueblos, y el célebre grito de “¡Viva Cristo Rey!” se fraguó no solo como grito de avanzada, sino como último aliento frente al pelotón de fusilamiento.
Como ya mucho se ha dicho y publicado, la Guerra Fría también tuvo como escenario al continente americano, y la Fe de Nuestro Señor se vio amenazada desde todos los ángulos. Ningún poder parecía sofocar la arraigada piedad de los pueblos hispanos de ultramar. Sin embargo, lo que ni las guerras ni la persecución lograron menguar, ahora parece estar surtiendo efecto a través de otra estrategia, que avanza con silencio y parsimonia, casi desapercibida, pero que fue implementada hace algunas décadas, y cuyos resultados seguramente dibujan ya una sonrisa en sus artífices.
Las cifras no parecen alarmantes para quien está acostumbrado a ver los efectos del laicismo agnóstico en Europa, pero aquí el asunto es otro: no es el Estado laicista el que disminuye y mengua la Fe y las tradiciones, sino una fuerza que no pretende destruir sino sustituir. El progreso innegable de las sectas, en especial las autodenominadas “pentecostales” ha sido uno de los principales mitigadores de la Fe católica en Hispanoamérica.
En la última década, varios escándalos, como aquellos de protagonizados por la “Iglesia Pare de Sufrir“, fundada en Brasil, y propietaria de una cadena televisiva con una audiencia de más de 250 millones de espectadores, ponía de manifiesto la intención capitalista de muchas de estas “empresas de sanación”, ejecutoras de timos que han alcanzado amplia repercusión en los medios.
Otra de las visibles diferencias entre la pérdida de influencia del catolicismo en Europa, frente a aquella de Hispanoamérica, es que la escisión de la Iglesia no es tanto por agnosticismo o laicismo, sino principalmente debido a las mudanzas (en ocasiones colectivas) a organismos paracristianos que ofrecen desde una visión aparentemente más atractiva de la Fe, hasta productos milagrosos o apoyos sociales y pecunarios. Sus estrategias son muchas, y mientras algunas se constituyen como verdaderas empresas con claros afanes mercantilistas, otras realmente parecen estar convencidas de lo que predican, entrando en el grupo más convencional del protestantismo.
Este segundo grupo es el que parece estar más dirigido por intereses hostiles a la influencia de la Iglesia Católica en Hispanoamérica. Hoy en día, ya no resulta extraño encontrarse a medio centenar de misioneros mormones en el aeropuerto de Ciudad de México, o a un congreso de los Testigos de Jehová en Asunción, Paraguay.
Aunque varios de estos grupos tienen amplios bolsillos con los cuales financiar sus misiones, no por ello se ha dejado de asegurar que varios de esos bolsillos han sido llenados por el propio gobierno del vecino del norte, cuyo interés por la proliferación de estas sectas en Hispanoamérica y la pérdida de influencia de la Iglesia Católica no es una agenda nueva ni sorprende a nadie.
¿De dónde viene pues este interés? Desde el siglo XIX en adelante, la Iglesia Católica ha sido una de las fuerzas opositoras a los intereses estadounidenses en Hispanoamérica, no solo oponiéndose a varios de sus proyectos políticos, sino inclusive apoyando explícitamente al bando vencido de la Guerra de Secesión. Prelados distinguidos, como el mismísimo Don Lázaro de la Garza y Ballesteros, arzobispo primado de México, fueron siempre una voz clara contra los intereses estadounidenses, incluso desde el destierro que le ganaron sus homilías durante el gobierno pro-estadounidense de Benito Juárez.
Muchos son los atractivos que ofrecen estas nuevas propuestas religiosas, y varios defectos y escándalos dentro de la Iglesia Católica hispanoamericana no han hecho más que propiciar la mudanza de los fieles al protestantismo y sus diferentes vertientes. Las razones más populares para mudarse al protestantismo según la encuesta realizada por el Pew Research Center son ciertamente llamativas, y van desde “buscar una conexión personal con Dios”, hasta la búsqueda por “un mayor énfasis en la moralidad”, y “un futuro financiero mejor”.
El ingreso a estas nuevas organizaciones religiosas coincide también con una serie de cambios en la vida de la gente, llamando la atención el grado de compromiso con su iglesia local, así como la importancia que manifiestan que tiene la religión en sus vidas. Esta importancia se hace tangible en el número de veces que atienden a su iglesia por semana, y sobre todo, la cantidad de veces que hablan de su fe a los demás.
A su vez, también impresiona el notablemente mayor compromiso de los protestantes con su comunidad local y con los más necesitados, distinguiéndose en la colaboración comunitaria para trabajos de auxilio social y lucha contra la pobreza. Según los encuestados, estas iniciativas no eran solo personales sino que nacían del seno de sus organizaciones religiosas, las cuales tomaban parte activa en el apoyo a los más necesitados.
En cuanto a la moral cristiana, los protestantes también parecen ser más conservadores que los católicos en elementos comunes a la doctrina cristiana, como el uso de anticonceptivos y la unión de parejas homosexuales. En estos puntos, sorprende la cantidad de católicos que, a pesar de que la doctrina de la Iglesia dice lo contrario, se muestran favorables a aceptar estos puntos.
La moral cristiana, sin embargo, difiere notablemente entre los católicos de países hispanoamericanos y aquellos que han emigrado a Estados Unidos, asentando ahí una de las comunidades católicas más importantes junto a los descendientes de irlandeses, italianos y alemanes del sur.
Algunos medios de comunicación no han tardado en achacar esta gran crisis de la Iglesia en Hispanoamérica al Papa Francisco. Sabiendo que el Papa Francisco proviene de un país hispanoamericano, no han tardado en hablar en tono irónico de la “primavera del Papa Francisco”, dando a entender que éstos no son más que los resultados de su pontificado. Lo cierto es que, como muestra el primer gráfico que hemos reproducido, la caída viene realizándose desde los años setenta, década en la que coincidió la iniciativa del gobierno estadounidense por financiar a los misioneros protestantes en Hispanoamérica, así como el surgimiento de la teología de la liberación, que se presentó como un azote para muchas comunidades que tenían perfectamente asimilada la Evangelización tradicional desde hace siglos.
Al indagar por la popularidad del Papa entre los católicos hispanoamericanos, el Pew Research Center sorprende con resultados notablemente favorables a la persona y gestión del Sumo Pontífice.
Por primera vez, se publica un estudio tan exhaustivo del trabajo silencioso que las confesiones protestantes han estado realizando en Hispanoamérica durante los últimos cuarenta años y los resultados son verdaderamente sorprendentes. En algunos países el porcentaje de protestantes se acerca ya al de católicos, como en Guatemala, que llega ya al 40%, o incluso en Brasil, considerado como el país con más católicos en el mundo, pero que ahora tiene un 26% de protestantes.
Los datos son ciertamente impactantes y se espera que sean un tema a considerar en la próxima reunión del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).