Que un Presidente de una Comunidad Autónoma sea un delincuente y no acate la Constitución ni legislación vigente alguna, poniendo en peligro el Estado, no es problema que obligue al Gobierno de la Nación a tomar medidas. Que unos sindicatos y políticos roben el dinero de los parados, sean imputados por ello y la tomen con la magistrada encargada del caso, tampoco es punto de grave preocupación. Que una Infanta de España sea imputada por posible robo o malversación de fondos públicos, tampoco es algo que desestabilice la Monarquía. Que la política tenga prostituido al poder judicial, rompiendo con las leyes fundamentales de toda democracia, tampoco es objeto de tomar medida alguna al respecto. Que miles de personas se manifiesten en el País Vasco a favor de los terroristas, y de la independencia de este trozo de España, tampoco mueve al Gobierno a tomar medida alguna. Que se quemen banderas de España y retratos del jefe del estado, no mueve al Gobierno a tomar medida alguna. Que de los más de 900 asesinatos de ETA, más de trescientos sigan sin investigarse ni esclarecerse, sin que el Gobierno de la Nación ni nadie inste a las autoridades judiciales a proceder, tampoco es motivo para que el Gobierno actúe. Y así un larguísimo etcétera.
Pero que un Teniente Coronel de la Guardia Civil tome una paella en su cuartel con su padre, un octogenario ex Coronel del mismo Cuerpo, convicto y confeso por un delito cometido hace más de 30 años y por el que cumplió más de 20 en prisión, eso sí, esa paella desestabiliza al país, hace cundir el pánico entre los «demócratas de toda la vida», profundiza la crisis económica en la que nos han metido unos y no nos quieren/saben sacar otros, y entonces, solo entonces, se toman medidas fulminantes: se cesa al Teniente Coronel de la Guardia Civil.
Ya no hay peligro. Ya pasó todo. El Gobierno ha cumplido con su deber. En España no pasa ya nada grave.
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Este texto es apócrifo. No es de Pèrez-Reverte.
Por favor, más rigor.