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UNA CRÍTICA AMABLE

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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

No entiendo, y es una reflexión personal, como a las propuestas que hacen los falangistas tanto en su intención económica como en las sociales y territoriales, se las califican poco menos que de soluciones utópicas y extremistas, cuando otras formaciones políticas de nuevo cuño, de ayer mismo, presentan alternativas políticas bastante parecidas a las que formula el nacional sindicalismo de origen y de ahora. Cuando uno observa lo que ofrecen algunos de esos nuevos partidos, quedamos asombrados primero de la poca originalidad que manifiestan,  pues casi todas ellas no son sino variaciones de un mismo tono, por decirlo de manera musical. Porque qué es eso de la renta básica, sino la legalización de un salario justo y digno para todos los españoles que proponía siempre Falange, o acabar con los desahucios que no es sino la vieja demanda nacional sindicalista de “ni un español sin hogar”,  y ese reparto de tierras andaluzas o no, más que la radical promesa de José Antonio, en Cuenca 1935 cuando dijo a los campesinos de Castilla, procederemos a la expropiación de las tierras improductivas en poder de los grandes terratenientes con o sin pago, y para qué decir de esas llamadas a las industrias nacionalizadas, que ya ponían los falangistas en su declaración de principios, en 1933 y 34.

Otras veces me quedo impactado al darme cuenta de cómo lo que hoy piden los populismos recién llegados a España, preconizan sin rigor, una nacionalización del crédito a través de un banco  estatal aunque se silencia que Falange Española en sus puntos iniciales ya exigía su nacionalización, así como desmontar el capitalismo que era y es para nosotros, una tarea moral. Por lo que se ve, las propuestas neo populistas ni son tan terribles ni dan tanto miedo, de manera que a los falangistas no nos debería de dar temores ese pre-programa que hemos visto en los últimos días. Como siempre, de esa presentación nos alejan los resabios anticristianos con que se adornan estos políticos, pero como creo que estamos en unos tiempos en donde la gente civilizada no llegarán a situaciones irreversibles, porque en buena fe, me parece que la gente de Podemos, por ejemplo, no actuarían como a mediados del siglo pasado aun a pesar de algunas salidas de tono.

No, no veo yo la razón de esas acusaciones, en temas políticos, que algunos pretenden ofrecer como si fuera  un “mantra”  -expresión que ha hecho furor en el lenguaje-, y que no es aquí sino una machacona repetición de descalificaciones y prejuicios ad hoc. Los falangistas, por lo menos desde mi interpretación de los hechos, esa nueva alternativa que ha logrado un gran seguimiento en la población española, puede representar un aldabonazo a la línea de flotación de un capitalismo casi salvaje, y en esto podríamos coincidir quienes profesamos el nacional sindicalismo, hasta tal punto hay similitudes de fondo social y económico que han hecho decir a analistas tan nombrados como el General Fernández Monzón, refiriéndose a Podemos que, “Tiene un mensaje neo falangista de superar la derecha y la izquierda”. Bueno, no afirmo que seamos iguales ni mucho menos, pero que si observamos con objetividad las peticiones de estos nuevos partidos, parece que están recuperando las clásicas reivindicaciones de los falangistas, así que para nada sentir preocupación, sino un poco o mucho de envidia porque ellos han llegado a la aceptación de los españoles, por ahora claro, y nosotros, por desgracia, no, perdidos en un traje que no era el nuestro. De modo que cuando más, hagamos una crítica amable, porque en el análisis último, veamos sus propuestas como una proyección de nuestros propios mensajes. Al fin, serían muy parecidas a los 27 puntos de Falange Española que, por causas que todos sabemos, demasiada gente de fuera, y de dentro, penaron en que eran irrealizables, además tachadas de filosofías extrañas.

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