Jordi Pujol se ha sentado este pasado martes 27 de enero de 2015 en el banquillo ante la juez que investiga el origen de su fortuna en el extranjero defendiendo, de la misma manera que hizo en su confesión del pasado mes de julio, que los cerca de cuatro millones regularizados proceden de la herencia de su padre, Florenci Pujol.
PD / Pujol, que ha llegado a la ciudad de la Justicia de Barcelona en medio de una gran expectación, no ha aportado ningún documento para sustentar su declaración y excusó la falta de papeles por el hecho de que su padre hizo la fortuna de forma «ilegal» con el cambio de divisas.
De hecho, ha destacado que «no quiso vincularse» con este legado ya que podría dañar a su imagen política, recién elegido presidente de la Generalitat, y por este motivo no lo regularizó.
Fraude fiscal y blanqueo
Pujol ha afirmado que su familia ocultó durante años la fortuna que les legó su padre Florenci porque tenía «miedo» de la repercusión mediática negativa que ello acarrearía, pero ha admitido que confesó en julio pasado por un «propósito ético».
En su declaración ante la juez como imputado por blanqueo de capitales y delito fiscal, a la que ha tenido acceso Efe, Pujol ha asegurado que conocía el origen de esta fortuna desde los años 60, pese a que su padre llevó el asunto con un «gran secretismo», y que desde un primer momento se desentendió totalmente de los fondos, hasta el punto de que ignoraba en qué país y en qué banco estaban ingresados.
De la misma manera que ya hizo en el Parlament, ha insistido que el dinero que mantenía en Andorra corresponde con el legado que el padre dejó a su esposa, Marta Ferrusola, y a sus hijos, pero no a él por miedo de su actividad política.
Según la versión que el político ha dado a la juez, Florenci Pujol no lo hizo constar en el testamento precisamente por su origen ilícito. Supuestamente, Florenci Pujol dejó a Marta Ferrusola un manuscrito en el que le instruía sobre como repartir el legado.
Sin embargo, Ferrusola no ha aportado datos ya que se ha negado a declarar. Sí que lo han hecho, también imputados por presunto fraude fiscal y blanqueo, sus tres hijos Pere, Marta y Mireia, que durante unas dos horas en conjunto han corroborado la versión de su padre sobre el legado millonario.
La supuesta herencia, de 140 millones de pesetas, se remonta a 1980. Desde entonces se ha multiplicado hasta los tres millones de euros en la actualidad.
Pujol atribuye esta revalorización a inversiones financieras que la familia ha hecho en Andorra, donde estuvo gestionado por un amigo de su padre, Delfí Mateu, ya fallecido.
Pujol ha insistido en que decidieron no regularizar esos fondos durante más de 30 años por el miedo a la situación política. En este sentido, ha recordado su paso por prisión debido a su oposición a la dictadura franquista.
Los hijos del expresidente se enteraron de que su abuelo les había dejado este legado en 1992 y durante unos años se encargó de gestionarlo el primogénito del matrimonio, Jordi Pujol Ferrusola.