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Rajoy presume: «con el PP se pagan más impuestos que con el PSOE»

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Se ha hecho lo que se debía. «Ni los esfuerzos han sido inútiles, ni los resultados se hubieran podido obtener de otro camino», proclamó el presidente. El mayor logro de su legislatura: no someter a España al rescate. La promesa de futuro, en plena campaña: crear tres millones de empleo neto. Y un riesgo: «No podemos olvidar que nada de lo que hemos conseguido es irreversible. Todo está recién construido y se puede deshacer como un azucarillo en el agua».

El 20 de diciembre de 2011, Mariano Rajoy se presentaba en el Congreso de los Diputados para solicitar la investidura: «España no puede permitirse vacilaciones», dijo entonces ante un contexto de emergencia nacional real. Ahora, el panorama en los pasillos de la Cámara era de cierta zozobra, de fin de ciclo. «Es curioso, en este debate faltan dos de sus principales protagonistas», reconocía un histórico del PP. Se refería a Albert Rivera, el nuevo rival a batir, y Pablo Iglesias, el gran enemigo del sistema.

Rajoy avisó de que la fase expansiva de la economía tiene enemigos. «Está expuesta a cambios en la situación internacional, dificultades coyunturales y a ventoleras ideológicas de las que hemos conocido algunos ejemplos», según sus propias palabras. Ciudadanos y Podemos estuvieron presentes en todo el debate, aunque no fueran mencionados. «Todo lo que hemos ganado en tres años se puede perder en unos pocos meses», llegó a advertir el presidente.

¿Cuál es el balance? A él se dedicó Rajoy la mayor parte de su intervención. Partió de una premisa: el país podría sufrir hoy las penurias de Grecia o Portugal, pero esquivó el rescate y «el estado que debatimos hoy es el de un país que ha salido de la pesadilla». «La gran decisión, la gran medida de política social de la legislatura, fue evitar el rescate», resumió, recibiendo la ovación de los suyos. «Otros tuvieron que tomar medidas drásticas, nosotros pusimos líneas rojas», recalcó, situando al país al borde del abismo en los primeros compases de la legislatura.

Para Rajoy, sin su temple y su aguante frente a la enorme presión internacional y mediática, hoy España sería otra. Mucho más oscura. El rescate «es implacable, una ayuda muy exigente que no deja opción a adaptarse a la austeridad ni al margen para ayudar a los más débiles», destacó. «Quienes glosaban sus ventajas no dedicaban ni una palabra a valorar sus contrapartidas sociales. Nosotros sí lo hicimos, por eso fuimos prudentes en nuestras declaraciones y sólidos en nuestra determinación», se reafirmó.

Sólo por tomar esa decisión, el presidente entiende que el balance es positivo. Habría «naufragado» el estado de bienestar -los pensionistas serían los peor parados- y España hoy se asimilaría a Grecia, según dio a entender en la sede de la soberanía nacional. En paralelo, el Ejecutivo tomó decisiones y dio «la vuelta» al «gélido y desolador» escenario. Tanto, que «éramos candidatos claros de salir del euro». Y sacó pecho: «Los resultados demuestran que esta nación, cuando se le dirige con responsabilidad, sabe responder».

El empleo, la prioridad

Frente a quienes le acusan de incumplir de forma sistemática el programa electoral del PP, Rajoy respondió que el principal encargo es ya una realidad: la creación de empleo. Aunque «queda mucho por hacer», reiteró que entre 2014 y 2015 un millón de personas conseguirá un puesto de trabajo. Con el PSOE, se encargó de recordar, lo perdieron tres millones. Y lo mejor: «se han creado las condiciones» para que la tendencia no se rompa. La previsión del Ejecutivo es que las cifras macroeconómicas se vayan notando, poco a poco, en la calle

Y se marcó un objetivo, en forma de promesa estrella: España «necesita alcanzar una cifra de empleo parecida a la que teníamos antes de la crisis, es decir, contar con unos 20 millones de puestos de trabajo». Esto es, tres millones de empleos netos. ¿El final de la obra? «No, es el final de otro acto. Es la estabilidad, el desahogo, el sentirse tranquilos, sin sobresaltos, sin temor a vaivenes ni a retrocesos», se respondió Rajoy.

La economía, de nuevo, como eje de su política para tratar de recuperar la confianza mayoritaria de los españoles, en especial de las clases medias. Las medidas anunciadas, algunas importantes, van destinadas a este objetivo. Por ejemplo, se pondrá en marcha una tarifa reducida para los nuevos contratos indefinidos. También se ayudarán a las familias formadas por un progenitor y dos hijos o habrá más ventajas para los autónomos. Y la economía crecerá más en 2015: un 2,4%, cuatro décimas más de lo previsto.

«La legislatura no está agotada. Y nuestra agenda reformista tampoco», afirmó el jefe del Ejecutivo, que quiere dar la impresión de que trabaja hasta el último día y entiende que ahora puede aprobar medidas que gustan a la opinión pública. Pero con seriedad. «Decir que la mejoría actual ha venido sola, además de falso, es la mejor manera de preparar la tierra para que la siembren con éxito los demagogos. La mejor manera», recalcó.

Rajoy apenas habló unos minutos de la corrupción y de Cataluña, y dejó el final de su discurso para alertar sobre un cambio del sistema. Esto es, para meter miedo sobre Podemos, y también Ciudadanos. «Es muy peligroso pensar que cabe una política social que no esté amparada por una sólida política económica, que el estado de bienestar se puede levantar sobre hipotecas o, peor aún, que se puede salir adelante con dinero ajeno», argumentó.

«Hechos», exclamó Rajoy defiendo su hoja de ruta. «No hemos necesitado una década. Hablo de tres años. Eso es lo que ha tardado España en levantarse», sentenció. «Me atengo a lo que dicen los que no tiene que hacer campaña electoral», recalcó, enfatizando que no se trata de valoraciones. Si los españoles le vuelven a dar su confianza, el presidente auguró una nueva época de bonanza: «Ha llegado la hora de acelerar la marcha, completar la recuperación, extenderla a todos los hogares españoles, y construir las nuevas oportunidades que precisan nuestros jóvenes. Eso está al alcance de nuestra capacidad y no depende sino de nosotros mismos», se despidió antes de escuchar a la Oposición.

La réplica a Sánchez

Con la réplica a Pedro Sánchez, llegó el ardor parlamentario. Y si pretendía no hacer sangre, cambió de idea al escuchar al líder de la oposición: «Usted piensa más en el señor Iglesias que en los problemas de España», le arreó dialécticamente. El y tú más volvió al pleno: «¿Cómo me habla de corrupción?», le espetó, recordándole el caso de los ERE en Andalucía. «Se ha equivocado de discurso. Se lo podría haber construido yo, más moderado, equilibrado y sensato», se permitió decir a Sánchez.

En su respuesta, que fue de más a menos en el tono, Rajoy llegó a presumir de que ahora se pagan más impuestos que con el PSOE.

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