Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía han seguido los caminos que más o menos se esperaban. Es decir no han variado mucho a las expectativas que las encuestan daban desde hace mucho tiempo. La sorpresa, y no tanta, porque la percepción que había en la gente era que los recortes del PP NACIONAL, nos inducía a una derrota del partido del Gobierno, de Rajoy, por lo demás, todo parece indicar que se ha desarrollado de acuerdo con las previsiones.
Personalmente creo que la campaña de los peperos, ignorando esta idea incrustada en el seno del pueblo, ha sido determinante en el crac sufrido en tierras andaluzas; las demás fuerzas políticas, no alterarán la situación de precariedad en esta región, atosigada por tantas carencias en todos los sectores de su sociedad.
Y una vez más, se ve imposible que el mensaje azul, más o menos, esta vez representado por FE-JONS, llegue con un mínimo de posibilidades debido al silencio a que someten los clubs y lobbys políticos, económicos y sociales a cualquier intento de presentarse a la vida política como una alternativa más. Faltos de una estructura potente, de dinero suficiente, de nombres relevantes (los que hubieran no se prestan a tan incierta aventura), la candidatura con denominación falangista estaba destinada al limbo electoral. No diré al fracaso, porque los ideales nunca fracasan en el corazón de los hombres, pero si otra vez, al silencio, de todas maneras, uno piensa que hay que tener esperanzas, porque aunque el discurso de esta Falange no ofrece una música actualizada, moderna al cien por cien, y quizá un bastante conservadurismo heredado, casi cinco mil electores han votado por las siglas de FEJONS. Esto, supone una CIFRA IMPORTANTE SI PENSAMOS QUE EN Las Europeas, consiguieron nueve mil en toda España.
Estoy seguro de que si los responsables de esta formación azul, llevara un discurso más a pié de calle, con un compromiso democrático sin reservas, con unas personas de otro nivel, que se tienen, unirían nuevas voluntades incluso de otra formación falangista con un pedigrí profundamente constitucional lejos de algunos tics restrictivos que, políticamente, no son ni adecuados ni oportunos. Los dirigentes de quienes tuvieron el valor de presentarse bajo el nombre falangista en Andalucía, podrían reflexionar sobre estos excesos, y buscar un programa de mínimos para poder optar a una confluencia que tal vez, muchos de ellos quisieran resolver. Y creo que siempre que en ese programa se salvaguardara el compromiso y convicción democrática, la eliminación de actitudes y gestos autoritarios, (Jefe, a tus órdenes, escuadrismos, reservas migratorias, etc,) la promesa o juramento de actuar desde honestidad y el acuerdo, serían las bases para un esfuerzo común que interesa, sobre todo, a las vivencias de la Falange.
Por mi parte, y escribo solo a nivel individual sin arrogarme opinión de nadie, confío en que la fuerza azul a que me refiero, hará un examen de conciencia -en términos coloquiales-, y den los pasos necesarios para esta idea que, pienso, no es nada inútil. La Falange no tendrá futuro sin que, como decía Álvarez Puga, hace muchos años, no tengamos un debate constructivo, serio y positivo.
