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DEL CANGREJO QUEDÓ SÓLO LA CÁSCARA (I)

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Por José Ignacio Moreno Gómez para elmunicipio.es

El emblema de Isabel y Fernando, el que, por cierto, aún aparece en el escudo de Puerto Rico, todos saben que fue adoptado por las JONS, luego por la Falange Española de las JONS y, posteriormente, por el franquismo.

Mucho antes de que los militantes de la Auténtica se lanzasen a arrancar yugos y flechas de las entradas de los pueblos, la sorna popular desmitificadora le había dado al histórico símbolo el apodo de “el cangrejo”. En mi ciudad de Granada, en 1979, un concejal comunista consiguió que fueran retirados de la fachada del Ayuntamiento un yugo, con  nudo gordiano cortado incluido, y un haz de siete flechas, que no eran, desde luego, símbolo del Movimiento franquista, y sí de la adhesión de Granada a los Ínclitos Reyes. Eran fechas aún muy tiernas para lo de la alianza de civilizaciones, que habría de venir más tarde, pero el desgraciado concejal parecía sentirse amenazado por doquier por el cangrejo del Movimiento, y consiguió, con la aquiescencia de todo un consistorio de calculadores mercachifles, que Granada, cada 2 de Enero continuase, claro que sí, manifestando a gritos seguir estando  por los  Reyes Católicos, pero ante una fachada que ya no exhibiría nunca más el yugo de Fernando ni las flechas de Isabel. Era la antesala de la mucha polémica que llegó después. Una carta de Falange Española Independiente, redactada por el que suscribe, fue publicada en la prensa local denunciando todo este despropósito

Pero esto es lo que les ocurre a los símbolos cuando se abusa de ellos, cuando el significante se desconecta de su significado, cuando lo rebasa ampliamente o lo contradice en su esencia. Siluetas egregias  invitan ahora a la caricatura y sus nobles trazos se quiebran, en deriva inevitable hacia lo esperpéntico.

Claro que también los he visto, en barriadas de gente humilde, de los que emigraron a Francia, a Alemania, a la vendimia; de los que fueron tiroteados, y, algunos, muertos por los “grises”, como en la manifestación de los obreros de la construcción del 70, aquí en mi ciudad de Granada. También los he visto, digo, limpiar, cuidar y conservar la placa de su vivienda de protección oficial, donde brillan aún, impertérritos a las leyes de la Memoria, el yugo y las flechas del Instituto Nacional de la Vivienda. Es la otra cara de una moneda en desuso y que fue previamente devaluada. Es el destello que, de forma subliminal, inconsciente y diríase que furtiva, emite todavía el símbolo de lo que fue un proyecto de justicia, de un quiero y no puedo; de un puedo y no quiero; del fraude que sepultó a aquella revolución abortada en su nacimiento.

Y no hace falta, para rechazar al franquismo desde posiciones falangistas,  ponerse a escribir o a decir enormidades o falsedades que harían enrojecer al mismísimo Manuel Hedilla (el que fuera enlace directo con Mola, por orden de José Antonio y condenado después a muerte por Franco). La verdad documentada, el razonamiento lógico y el rigor intelectual deben de ser nuestras únicas guías a la hora de sacar conclusiones acerca de la relación ente la Falange y el fracasado golpe de Estado del 18 de Julio de 1936, y entre la Falange y la dictadura franquista que se apropió de sus símbolos.

La Falange, desde la reunión de Gredos, buscaba atraerse a los militares para un golpe revolucionario. Al menos buscaba no tenerlos enfrente, ya que el nivel de comprensión por parte de éstos del problema profundo de España, gobernada entonces por la coalición radical-cedista y amenazada por el socialismo radical bolchevique, era, en general, desoladora. Tras la llegada de Azaña a la presidencia de la República, se abre un paréntesis de cierta esperanza, pronto frustrada tras la deriva hacia la arbitrariedad, la impunidad de los excesos de las milicias socialistas- organizadas militarmente- y el desacato del gobierno a las resoluciones judiciales, como las que, reiteradamente, declararon legal a la Falange.

Ahora ya se trataba de algo más que hacer la revolución; se trataba de asegurar la supervivencia física y de evitar que el totalitarismo pro-soviético se adueñara por completo del poder. La Falange conspiró con los militares e intentó atraerse voluntades ajenas, como la de los sindicalistas y anarco-sindicalistas. Desde luego, no era la única ni la más decisiva de las fuerzas. Las derechas, los monárquicos, los tradicionalistas conspiraban desde hacía tiempo y no estaban dispuestos, ni por asomo, a aceptar los postulados falangistas de nacionalización de la banca o de reforma agraria radical o de supresión del asalariado (aunque Hedilla constatara cierta receptividad en los carlistas). Ante lo que se avecinaba, ante el riesgo de que el golpe fuera aprovechado por la reacción más negra para hacerse con el poder e instaurar un régimen “corporativo”, Ruiz de Alda recomienda la retirada completa de la Falange de cualquier plan subversivo. José Antonio, a instancias de Manuel Valdés, lo somete a la Junta Política (todos estaban ya, ilegal y arbitrariamente, en prisión). No había muchas opciones ante un movimiento que, de todas maneras, iba a producirse. Con dudas y vacilaciones, los contactos siguieron adelante bajo la supervisión del Jefe Nacional. Fernando Primo de Rivera, por su condición de militar y sus contactos con la UME, aparte de gozar de una total confianza por parte de su hermano, fue una pieza clave en tan delicada misión. Los conspiradores de la derecha, como cuenta Manuel Hedilla, veían a la Falange como una partida de la porra llamada a desaparecer en un futuro, si se atrevía a desmarcarse del lastimoso papel que le tenían reservado. De ahí la circular de 24 de Junio donde José Antonio prohíbe a los falangistas embarcarse en ese tipo de conspiraciones, sin conocimiento del Jefe Nacional. Pero él  sigue en contacto con Mola, que no está dispuesto a aceptar ninguna condición de la Falange, salvo la no entrega inmediata del poder a ningún figurón de la derecha. José Antonio confía en ser liberado de la prisión de Alicante, dado el predominio de la UME en la región levantina, en cuanto se produzca el golpe. Confiaba en tener la oportunidad de liderar a unas juventudes, que, con pocas ideas claras, intuían que la Falange Española de las JONS, con su líder a la cabeza, era la única opción capaz de encarar un proceso pacificador y de reconstrucción nacional.

El golpe estalló y, precisamente en Alicante, donde había bastantes probabilidades de que triunfase, fracasa. (¡Aldave se ha rajado!)  José Antonio que era preso de las izquierdas, se da cuenta de que, ahora, es  también, y en la misma cárcel, preso de las derechas, a quienes ya no va a estorbar más. ¿Ha movido alguien los hilos para que la región de Alicante, a tal fin, se mantenga sumisa? Esta es la sospecha del prisionero que comienza a darse cuenta de lo que les va a costar su pecado de ingenuidad: a él la vida, y a sus seguidores, el quedar reducidos a mera coreografía.

De nada servirán ya los intentos de liberación, que chocarán, para empezar, con el partido Nacional-Socialista alemán (¿qué tenemos que ver nosotros con ese hijo de un general?). Los intentos de canje fracasan, y no por la oposición de Franco, como afirman algunos, sino porque quienes controlan al gobierno del Frente Popular, tienen decidida de antemano la suerte del reo: José Antonio debe morir. La sentencia está previamente dictada. Hedilla trae a las páginas de su Testimonio las declaraciones de Rodolfo Llopis, subsecretario de Largo Caballero: “¡Primo de Rivera no podía ser canjeado!”. Parece como si las piezas hubieran sido movidas, desde el principio, para servir a la jugada que interesaba a las derechas conservadoras.

El golpe fracasa en toda España y viene la atroz guerra civil. José Antonio intenta mediar una negociación y un alto el fuego para que esta barbaridad cese cuanto antes. Propone un gobierno de concentración y una amplia amnistía. No es escuchado. Se celebra una farsa de juicio, lo condenan a muerte y es fusilado. Tras la guerra todas las previsiones más pesimistas de José Antonio se cumplen. El Yugo y las Flechas presiden la España nacional.

                       José Ignacio Moreno Gómez

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3 COMENTARIOS

  1. He leído con interés muy grande el artículo que escribe mi paisano Ignacio Junio, son claras y manifiestas. Y su deseo de paz ante el Gobierno republicano también, así que creo dificil su comprensión al 18 de julio, cuando ya sabría en noviembre, como sería el franquismo. En cuanto al cangrejo, de acuerdo con que ya luego de 35 años de falsificación, los de la auténtica trataron de acabar con la farsa borrando un símbolo rechazado por muchos españoles. Habría que recuperar el verdadero significado de las cinco flechas.

  2. Magnífico artículo de José Ignacio Moreno en su forma. En el fondo, seguiremos discutiendo matices sobre los hechos. Lo importante para mí a estas alturas de los tiempos es el empeño y amor a la verdad por parte de quien lo escribe. Yo me vi con Ernest von Knobloch en un puente de Santiago de julio de 1978, en Conil, y me dejó tantas dudas como él tenía respecto a los intentos de liberación de José Antonio. Más o menos lo que cuenta José María Zabala en su libro «La pasión de José Antonio».

  3. A día de hoy es tanta la confusión sobre el significado y el significante del «cangrejo» que solo una minoría muy significativa de personas coincidiría al identificar este símbolo con la Falange de José Antonio Primo de Rivera inequívocamente. Hacer la prueba, enseñarlo y preguntar ¿Que te sugiere? Posiblemente seamos más conscientes de las dificultades tan enormes que tenemos para comunicar el pensamiento de José Antonio valiéndonos de los símbolos que en un principio lo hicieron y comprobaremos como mostrando los símbolos- «el cangrejo»- sin explicar con fuerza su verdadero significado (quitándolos y arrancándolos de los lugares que lo falsificaron, tal como hicimos los falangistas de FE de las JONS Auténtica para intentar romper la relación que los usurpadores franquistas del Movimiento Nacional le incrustaron, superponiéndole ideas tóxicas y distorsionadoras no compatibles con el significante del pensamiento joseantoniano limpio y total) Será identificado con Franco y su Falange Tradicionalista por la mayoría del pueblo más que con la auténtica Falange de José Antonio Primo de Rivera. Lo grave es que todavía hoy se refuerza por muchos el significante franquista, totalitario y antidemocrático del -«cangrejo»- de manera ingenua por unos, torpe por otros y por hábiles mentes propagandísticas de intereses ajenos o contrarios a la ideología joseantoniana auténtica. Seguir asociando o hermanando el “cangrejo” con simbologías o acciones que representan a ideologías o aptitudes contrarias a la Falange de José Antonio, que están en la mente de todos, impiden transmitir con nitidez y verdad el pensamiento auténtico joseantoniano. Nos han echado tanta mierda encima que solo cuando exponemos primero el significante (queremos desmontar el Capitalismo y sustituirlo por un Estado de Justicia Social al servicio del Hombre conformando una unidad en libertad de destino en lo Universal tal como entendemos a la Patria…) y luego mostrado el significado “el cangrejo” se nos entiende y limpiamos poco a poco el símbolo.
    Es un tema importante, muy bien explicado por José Ignacio Moreno, además de elegantemente escrito. Da gusto leerte José Ignacio. Esperamos la segunda parte que imagino tendrá también continuación.

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