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José María Zavala y su último libro

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José María Zavala y su último libro

Por José María García de Tuñón para elmunicipio.es

Acabo de finalizar la lectura del libro de este periodista y nada más lejos de mi intención escribir una crítica sobre su obra porque eso lo dejo para los especialistas que, según les caiga el causante, se inclinarán de un lado o de otro a la hora de redactar la crítica. Hay que reconocer que a este autor le abren las puertas de muchos medios que están cerradas a otros. Hay que reconocer también que ha llegado a tener una íntima amistad con varios miembros de la familia Primo de Rivera, hasta el punto que le han facilitado mucha información, sobre el fundador de Falange, que otros no han conseguido porque se la han negado. Es un mérito de José María Zavala y eso hay que reconocérselo. Cuando saca a la venta un libro consigue estar de actualidad, aunque una gran mayoría de los que le entrevistan, por regla general, carecen de conocimientos suficientes sobre quien fue José Antonio Primo de Rivera.

No pretende, pues, como adelanté, hacer de su libro una crítica, pero sí alguna que otra puntualización. En primer lugar cuando se refiera al hermano falangista del anarquista Buenaventura Durruti  dice, y dice bien, que tuvo en León un Consejo de Guerra, causa 405/37, pero no cita de dónde sacó la información. Por otro lado manifiesta que se llamaba Pedro Marciano cuando lo cierto es que altera los nombres porque se llamaba Marciano Pedro y siempre estampaba su firmaba con el primer nombre solamente, añadiendo, lógicamente, bien visible, el apellido Durruti.

Cuando Zavala escribe sobre la maleta de José Antonio y explica que recién inaugurada la transición política en España, Víctor Salazar, albacea de Indalecio Prieto, le hace entrega a Miguel Primo de Rivera y Urquijo de las llaves de una caja fuerte del Banco Central de México donde, al parecer, estaba la maleta. Pero no nos cuenta que, al menos algún papel que contenía esa maleta, ya se había referido a él el periodista Joaquín Aguirre Bellver en un artículo que escribió el 1 de abril de 1969 en el diario S.P. porque se «lo había dejado leer su depositario, Miguel Primo de Rivera y Urquijo». Por otro lado, todos sabemos que a principios de 1938, Indalecio Prieto, como enviado de la República, visitó países hispanoamericanos -no latinoamericanos, invento francés, como dicen algunos cursis- y es en uno de estos países donde le coge el fin de la guerra. Cabe preguntarse entonces si Prieto al salir de España, que es de suponer tendría pensado volver, se va ya con esa maleta. Todas estas cosas no nos las aclara quien dicen es autor de referencia de la divulgación histórica de España.

En otras páginas, Zavala, nos escribe de la correspondencia entre el general Mola y José Antonio y que éste recurría a un zapatero remendón, no cita el nombre, de Pamplona para enviarle las cartas al militar; aunque del contenido de las mismas nada sabemos. Dice el propio Zavala que las que recibía José Antonio pudo muy bien haberlas quemado, pero nada dice de las que recibía Mola. ¿Fueron quemadas también? En otro momento escribe que José Antonio, sin citar la fuente, accedía a que «los 7.000 falangistas de distintos pueblos de Navarra» (entrecomillado en el original) que iban a sumarse a las tropas regulares procedentes del norte de España luciesen el uniforme militar en lugar de la camisa azul de Falange, zanjando así la disputa mantenida con Mola en cartas anteriores. Mire Vd. señor Zavala, desconozco de donde ha sacado esa cifra de falangistas porque en todo el libro no escribe ni un solo pie de página que diga la fuente que lleve al lector al origen de su información. Si hubiera consultado el libro Visto y vivido escrito por una gran mujer, la jurista Mercedes Fórmica quien recogiendo una cifra, que hace suya, del ex ministro Pedro Sainz Rodríguez, dice que el número de falangistas antes de la guerra no llegaban a dos mil. Quizás esta cifra sea corta, pero los siete mil, solo en Navarra, es una exageración. Ni tan siquiera el navarro Rafael García Serrano se atreve a dar una cifra imposible de demostrar.

En otra de sus páginas, con su manía de no citar la fuente, escribe sobre un pacto entre el general García Aldáve y Diego Martínez Barrio. El militar invocó el del 24 de julio de 1936, pero que desgraciadamente para él  había dejado de existir  políticamente Martínez Barrio tras presentar su dimisión cuatro días antes. Cierto que había dimitido ante la imposibilidad de formar Gobierno que le había encargado Manuel Azaña, pero el político seguía siendo presidente de las Cortes y como tal recibió una carta de José Antonio que éste le escribe desde la cárcel el 9 de agosto cuando aquél se encontraba en Alicante. Carta que Zavala no cita.

En una de las páginas que el diario La Razón le cedió a José María Zavala para que escribiera lo que quisiera de su libro, llama «el Stalín español», refiriéndose a Largo Caballero. Al principio pensé que era un simple error, pero fue grande mi sorpresa cuando veo que lo repite en el libro. Pues no, señor Zavala, jamás Francisco Largo Caballero fue conocido así, sino que era conocido, o llamado, «el Lenin español». Lo puede comprobar en cualquier libro que se refiera a aquella época y cite al socialista. ¡En qué estaría usted pensando!

Y no sigo con más puntualizaciones porque tengo el espacio limitado; pero permítaseme una última que fue la que más me ha llamada la atención porque no es cierto lo que dice el texto que escribió al pie de una de las fotografías que publica en las páginas del huecograbado. La fotografía a la que me refiero, bastante recortada comparándola con la que ilustra este artículo, podemos ver a José Antonio rodeado de varias personas camino de la catedral oventense. Debajo de ella hay otra en la que vemos a José Antonio acompañado de cuatro personas, una de ellas Manuel Hedilla. Al pie de ambas, Zavala escribe: «Dos imágenes desconocidas de José Antonio que su hermana Pilar conservaba a su muerte entre sus papeles privados. La primera corresponde al mitin del Teatro Principado de Oviedo; en la segunda….». Pues no, señor Zavala. no, Vd. no sabe lo que escribe. De la segunda fotografía nada voy a decir porque no la conocía, pero déjeme que le hable de la primera donde comete no uno, sino dos errores. Esa fotografía que, repito, ilustra este artículo, fue portada de mi libro Apuntes para una historia de la Falange asturiana, editado en el año 2001,  es decir, hace 14 años, así que lo de inédita se lo ha sacado Vd. de la chistera. Pero además, esa misma fotografía, el periodista Gustavo Morales, sin citar su procedencia, la publica después en la revista Aportes,  nª 50 año XVII – 3/2002. O sea, de inédita nada, señor Zavala. El otro error que comete es que la fotografía corresponde al año 1934 y está hecha cerca de la catedral de Oviedo a donde José Antonio se dirigía para ver los destrozos que los revolucionarios socialistas y demás ralea, habían causado en la Cámara Santa de la citada catedral. Como se sabe, la misma fue volada con dinamita por los que tanto nos han hablado, y siguen hablando, de cultura. El mitin en el Teatro Principado tuvo lugar al año siguiente el día 26 de mayo, en el que también hablaron: Manuel Matero, Fernández-Cuesta, Yela Utrilla, y Ruiz de Alda.

                                                        JOSÉ MARÍA GARCÍA DE TUÑÓN AZA  

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4 COMENTARIOS

  1. Con todos mis respetos al señor García Tuńón, pero yo también he leído el libro de Zavala y las críticas, como él dice, las dejamos para los expertos.
    Recomiendo por eso al señor Tuñón que se lea lo que afirma Stanley Payne sobre este libro, al que califica del «estudio más completo sobre el proceso y la ejecución de José Antonio», elogiando la gran documentación inédita descubierta por este autor al que el señor Tuńón trata de desacreditar de forma latina.Lo peor es que lo ha leído y calla pues bien claro se hace constar en el mismo libro.
    Si tan Joseantoniano se define en sus entrevistas el señor Tuñón debería alegrarse de que libros como el de Zavala den a conocer la figura del jefe a todos los públicos. He oído hablar a Zavala en Televisión y hay que tener mucho valor para ir contracorriente y decir las cosas que él dice sobre José Antonio.
    Estuve también en la presentación que hizo de su libro en la Vieja Guardia y fue impecable. Por cierto, con la asistencia en primera fila de Ceferino Maestú.
    Hablando de fotografías, el seńor Tuñón, con «ecuanimidad» también, calla sobre el material inédito sobre Guillermo Toscano, el jurado Marcelino GARROFÉ, LAS CARTAS DE PILAR Primo, Margot Mario o Carmen Primo de Rivera.
    Y no digamos ya sobre los expedientes del director de la cárcel, el auditor Valldecabres o los miembros del pelotón de ejecución.
    Debería alegrarse el señor Tuñón, y reconocer la meritoria investigación de Zavala, como han hecho PAYNE (en esa misma tribuna de La Razón que el invoca), Carlos Batres, Manolo Andrino? Luis Alberto de Cuenca o Ansón.
    Dicen que la envidia es el peor pecado capital de los españoles, o al menos de algunos, y si no que se lo digan a José Antonio. Si José Antonio levantará la cabeza se alegraría sin duda de que mantuvieran viva su memoria, lejos de los personalismos que sólo provocan divisiones y rencillas que en nada benefician a la unidad. Buenas tardes y le pido perdón señor Tuñónón, como hizo y haría José Antonio, si en algo he podido ofenderle.

  2. No tengo ningún interés particular en salir en defensa del Garcia Tuñón,que él sabrá hacerlo si le interesa, pero me hace gracia que el señor Heras le recomiende lo que del libro de Zavala escribe Payne y sin embargo no le recomienda lo que escribe el catedrático Francisco Torres.. De otra manera lo único que hace García Tuñón es puntualizar casos concretos y que si son falsos, según su opinión, Vd. mismo puede rebatírlos o que lo haga Zavala, lo demás que Vd. escribe es humo.

  3. No sé lo que tiene el sr. Heras contra el Sr. García de Tuñón Aza pero en principio no son formas de comentar un artículo, un texto, que a mi parecer está hecho desde la objetividad de su conocimiento sobre el tema que les ocupa. El historiador, G. de Tuñon, con mas de una docena de libros sobre José Antonio y la Falange, con iguales o mejores rítifas, prólogos y escritos laudarorios sobre su obra, incluidos algunos de los que el sr, Heras cita, solo se limita a analizar algunos hechos concretos, que no corresponden a la verdad histórica. Nada más. Cualquier objeción a sus escritos deberían ser desde la observación y contraste. Lo demás, querido amigo, no es más que olor extraño.

  4. Si lo pasamos al analisis, veo mal el cargar las tintas sobre Tuñon-Aza, cuándo lo que aquí nos importa. Bien podría ser, el que se lleva muchos años, ya sea por temeridad o por pura ingenuidad política. Aplicando el falangistometro, a los que se acercabab desde el mundo azul y en cambio la doncella se entregaba con una venda en los ojos, a los muchos años a los que cua´ndo menos eran ajenos; o en el
    peor de los casos malitencionados.

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