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¿IZQUIERDAS? ¿DERECHAS?

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Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es

Hay un debate latente, a veces manifiesto, en el mundo azul sobre el ser más afín o no a un bando u otro; con predomino hacia el de izquierdas, por un complejo, creo yo, adquirido en la Transición democrática ante la excluyente, vocera y potente avalancha de los partidos de esa mano política. Sin ánimo de sentar cátedra, simplemente el de exponer mi postura en esa dialéctica, rescato un artículo publicado en EL DIARIO DE VALLADOLID. EL MUNDO, el día 11 de febrero de 2001, que creo tiene plena actualidad para la misma. He aquí:

“Ni de izquierdas ni de derechas, estamos enfrente. Esa era uno de nuestros lemas en aquellos tiempos de la Transición. Y es que la ética, la justicia social, la justicia sin más, carece de mano política; y si la hemos de ver con manos, a la justicia, digo, aquéllas serán como las del hombre, instrumentos para su desarrollo. ¿Heterodoxia política actual o sociedad futura sin clases?

En ese espacio de las “Biografías de la Transición” que Enrique Berzal me dedicaba el domingo, 28 de enero, en este periódico, se dice “Pedro Conde se considera un hombre de izquierdas, falangista, pero de izquierdas”. Pues no, no es así, y que me perdone Enrique; soy yo el culpable por no haberme explicado bien.

Sólo creo en el hombre, sin clases, sin colores, sin razas, en el ser humano sin más. Hace mucho tiempo que supe y entendí que eso de ser de derechas o de izquierdas, salvo excepciones de la mejor voluntad, era un modo de vender mercancía ideológica averiada, meter de matute intereses propios, partidistas y materiales, ¡pero que muy materiales!; me pareció que es la búsqueda de la pasta gansa, que diría un castizo; o meter el cazo con la izquierda y sacarlo con la derecha; o el viceversa. Qué más da. Rememorando a alguien diré que ser de derechas o de izquierdas es mirar la realidad con un solo ojo, sea el derecho o sea el izquierdo; en definitiva, ver parcialmente, de manera incompleta, la verdad que tienes ante ti. No creo en nada que diferencie al hombre, ni clases, ni aristocracias, ni manos políticas. ¿Aristocracias? Sólo creo en una: la del trabajo. Y a la democracia la siento como un proyecto diario de construcción de la libertad, amenazada constantemente por el anegamiento de la demagogia y la inautenticidad.

Lo que he dicho en más de una ocasión, aunque al parecer no me haya expresado bien, es que en aquellos tiempos de la Transición, yo estaba, con mi ideología propia, donde estaban aquéllos, con la suya respectiva, que decían defender la justicia social y que se titulaban de izquierdas. Conste que había tipos de una pieza; pero en mucho menor número de los que cacareaban. Con alguno de esos pocos yo hubiera ido al fin del mundo. Y decía que, si defender la justicia social era ser de izquierdas, yo era de izquierdas; pero como eso se ha demostrado no ser totalmente cierto, como tampoco se ha demostrado que la derecha sea una abanderada de tan necesaria, exigente e ineludible causa, yo soy ni de derechas ni de izquierdas, estoy enfrente. Puede decirse que en aquellos tiempos estábamos juntos, pero yo afirmo que no revueltos; con las simpatías mutuas que hubiere menester; por cierto, también existían antipatías y envidias. Sí, como suena, envidia porque alguno de otra ideología daba más la cara y se la partían más. Hasta eso llega la condición humana. A más palos recibidos, más méritos. Se entiende que la envidia era por estos últimos, los méritos; no por aquéllos, los palos.

Y es precisamente ahora, pasados veintitantos años de aquellos alardes y fazañas, cuando hay que preguntarse dónde están, con qué estatus social y económico viven muchos de aquellos intitulados de izquierdas, adónde ha ido a parar su sentido de la justicia. Alguno conozco que se ha convertido en un patrón explotador. Por no llamarse ahora no se llaman de izquierdas -yo creo que se avergüenzan, ¿por qué?- y se titulan progresistas. Un eufemismo que sirve tanto para un roto como para un descosido.

Y ahora, perdónenme la inmodestia, uno está, sigue, en el mismo ápice en el que hace veintitantos años se comprometió por la justicia social en aquellos sucesos que se narran en el citado reportaje; para ello no me ha hecho falta ser de izquierdas o de derechas. Es más, desconozco el lugar, el espacio físico donde reside mi “elan”, mi impulso, mi ser y estar ante la vida. Sólo sé que se llama conciencia.

A propósito de la conciencia y la postura ante la vida, hace unos días, en estas mismas páginas, mi familiar y amigo, Zenón Garci´Alonso de Olmedo nos daba una lección de grandeza espiritual con esta frase: “un hombre con odio en el corazón está muerto también”. Y es que a que a su padre lo fusilaron en un amanecer de 1936. Y nos decía que su madre, inteligente y buena, no había injertado en él los sucios sentimientos del odio y el rencor. Ello, querido Zenón, me recuerda también a la mía que decía una y otra vez: “antes quiero que me traigan la noticia de que os han dejado muertos en una cuneta que saber que habéis matado a nadie por venganza u odio”. A ella, a mi madre, también le fusilaron en los mismos amaneceres de ese mismo año a un hermano, mi tío; y a su marido, mi padre, y a su padre, mi abuelo, los encarcelaron en las tristemente famosas cocheras de Valladolid. Estos últimos, gracias a Dios, salieron con vida de tan siniestro lugar.

Zenón, castellano y leonés de pro, que es tanto como decir español, qué argumentos para sendas novelas, las historias de tu familia y la mía. Respecto a mí, más de una vez me he preguntado si es mi historia la historia de una contradicción.

            Pedro Conde Soladana

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4 COMENTARIOS

  1. Señor Pedro Conde, no me fastidie usted a estas alturas, que es usted uno de mis referentes ideológicos. En los últimos artículos publicados por El Municipio la ultraderecha fascista le ha acusado, uniéndole a Eduardo Lopez Pascual y a Josele Sánchez de ser un rojo y un marxista infiltrado, y a mi viniendo el ataque de donde viene mas que un insulto me parecía un elogio. Eduardo Lopez Pascual que como usted lleva 50 años o + de servicio al nacional sindicalismo se define como falangista de izquierdas. ¿Es López Pascual un materialista con intereses partidistas ocultos? Y Josele Sánchez, un intelectual de izquierdas que ha sido lo mejor que nos ha podido pasar a los falangistas en estos últimos años porque no siendo falangista compromete cada 2×3 su prestigio escribiendo, en muchos artículos y mostrándose en infinidad de entrevistas de radio y televisión como joseantoniano, es + creo que Josele conoce y defiende el pensamiento auténtico de José Antonio mejor que la mayoría de los falangistas, se le hace cada critica y se le lanza cada insulto desde el “mundillo azul” que no entiendo como no ha salido ya “cagando leches” de todo esto y sigue ahí erre que erre diciendo soy de izquierdas y admiro a José Antonio y me identifico con el por esto y por esto. ¿Decimos entonces que Josele Sánchez no ha entendido a José Antonio por venir de la izquierda? Pedro, yo creo que ni existe ninguna incompatibilidad, todo lo contrario, entre ser de izquierdas y ser falangista como Lopez Pascual o joseantoniano como Josele. Un abrazo fuerte a nuestro estilo

  2. Sergio, muchas gracias por tus elogios pero estoy cansado de tanto comentario, respuesta al comentario y vuelta a empezar; además, entro en un juego en el que no he entrado jamás porque nunca contesto los comentarios que hacen los lectores a mis artículos en cualesquiera de los medios para los que colaboro, ya sean favorables o contrarios, ya que entiendo que el lector puede y debe expresarse como mejor tenga por conveniente y sé, además, que esto aumenta el número de lectores y, en consecuencia, alegra al editor de turno. Pero, por última vez, entro a trapo para eximir a los señores Conde y López Pascual de tener que contestar, al menos, para defenderme. Pedro Conde (a quien, por mucho que les cueste creerlo, ni tan si quiera tengo el gusto de conocer) goza de todo mi respeto por su intachable y enriquecedor liderazgo que en su día hizo de la Falange más pura y legítima que a mi entender ha existido. Eso no significa que comparta sus opiniones. Punto final con este tema. Respecto a López Pascual (él es falangista y yo no), nos une una amistad de más de treinta años que no se ve afectada por ningún comentario público. Ambos conocemos muy bien qué piensa cada uno (por cierto suelen ser bastante coincidentes nuestros pensamientos), nos queremos mucho en lo personal y nos respetamos desde un punto de vista político e intelectual. Yo, ni soy falangista, ni pertenezco a ninguna organización política, ni mucho menos tengo la intención de convertirme en referente del pensamiento joseantoniano. Soy lo que soy y pienso lo que pienso y mis creencias son conocidas porque soy un personaje público. Nada más. Colaboro desinteresadamente con El Municipio porque me une una gran amistad con el director de este periódico y porque reconozco su labor de mantener un diario digital, a toda costa, con la dificultad que hoy en día entraña. Lo mismo que colaboro con la Fundación José Antonio cuando me lo piden, porque profeso un respeto intelectual y una amistad sincera con su presidente José María García de Tuñón Aza. Por lo demás a nadie debo rendir cuenta de mis actuaciones y aún menos de mis pensamientos, hago y actúo como mejor entiendo por conveniente y a nadie debo ninguna explicación por ello. Soy un hombre independiente (que no indiferente) y así, lo mismo me encontrarán apoyando a Izquierda Unida y a Podemos en algunas sitios, o respaldando, por ejemplo, la candidatura municipal de Falange Auténtica en Cieza o las de FE-JONs en Benetuser y en Belvís de la Jara. Para algunos esto es incoherencia política. Allá cada cual con sus valoraciones. Yo soy lo que soy, un hombre de izquierdas, radicalmente de izquierdas, no marxista, personalista, revolucionario e identificado en mucho (que no en todo) con el pensamiento político de José Antonio Primo de Rivera. Por mi parte pongo punto y final a toda esta retahíla de comentarios y contracomentarios. A todos saludos revolucionarios

  3. Totalmente de acuerdo con Josele. Si hay una manera de entender la política, la reflejaba José Antonio en su cita “la única misión del político es permanecer siempre al servicio del pueblo”. Me declaro de izquierdas, si no tan radical como Josele, al menos coincidimos en el personalismo y humanismo que imprime el carácter revolucionario, inspirador de los principios fundamentales de la falange. En la actualidad soy Secretario Regional de Falange Auténtica en Murcia y nos presentamos en el municipio de Cieza, con un programa que hoy día, cualquier comunista lo firmaría a ojos cerrados. Desde mi adolescencia, he militado en Falange. A lo largo de los años, he tenido que oír de todo. Me han llamado facha, rojo, pistolero….. Hasta me han llamado facha fascista-rojo. A donde quiero llegar, es que en la política actual, bajo mi punto de vista, posicionarse en la derecha o en la izquierda al mismo tiempo que es una decisión valiente, no deja de ponerte en el punto de mira de todos. Pienso que nadie está siempre en posesión de la verdad. La coherencia no es ni de derechas ni de izquierdas. Si luchando por la justicia social y por los derechos del trabajador me llaman rojo, soy el más rojo de toda España. Si por estar orgulloso de mi patria y mi bandera me llaman facha, pues soy el facha más grande del mundo. Optamos por el servicio al ciudadano. trabajamos por la restauración de la dignidad de los más desfavocecidos. Queremos la unidad de todos los ciudadanos, sin ningún tipo de imposición por distinción de ideología, religión, cultura o raza. En Cieza presentamos un programa para enamorar al ciudadano, con propuestas serias, realizables y dignas, a las que nadie puede ponerles un solo “pero”. En definitiva, que seamos de izquierdas o de derechas, lo importante es la coherencia, el sentido común y la justicia social. Aunque sea muy tópico, creo que es lo que busca y merece cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo.

  4. Me gusta comentar cosas, pero no entrar en debates inútiles y estériles. Prefiero analizar y luego tratar de exponer mi criterio, no de imponer, No vayamos a caer en lo que Unamuno, dijo al final, “imponéis pero no convencéis”. Pero en esta ocasión, si quiero dejar clara mi posición de profunda amistad con Josele Sanchez, aunque no me declare marxista -porque nunca lo fui-, pero si un hombre de izquierda, un falangista de izquierdas, un personalista o Mouneriano, que creen la necesidad de que Falange por su carga social debe de situarse, ya, en una izquierda nacional. Doy las gracias a Antonio, y a Sergio por su independencia de opinión, y a Josele por ser un hombre de izquierdas pero absolutamente humanista y pleno de valores joseantonianos, amistad, honestidad, lealtad, integridad.. PARA MÍ SÍ ES UN REFERENTE. AHORA, COMO ÉL, DEJARÉ A ESTE ASUNTO, Por respeto a quien fue mi III Jefe Nacional, que por cierto, cuando entre en FE de las JONS (A) y me nombraron Secretario Nacional de Formación, abogué por la supresión de la palabraja esa de JEFE, aunque no lo conseguí entonces. Hoy en mi partido, FA no se escribe ese vocablo.

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