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Mounier y José Antonio Primo de Rivera: Dos pensadores muy próximos

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Mounier y José Antonio Primo de Rivera: Dos pensadores muy próximos

Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

No seré yo el primero que haya estudiado la coincidencia ética y social de Emmanuel Mounier y José Antonio Primo de Rivera, pero si uno de los que con más interés haya contemplado, desde un punto de vista político, la similitud a veces extraordinaria entre los dos pensadores; en este sentido, quiero aportar esta especie de comentario, sin aspiraciones de ninguna clase. Pero siempre me ha sorprendido ese paralelismo que yo entreveía, no solo por la cercanía de sus edades, los dos nacieron a primeros del siglo XX, Mounier en 1905, en Grenoble, Francia, y José Antonio en 1903, en España, siendo por tanto contemporáneos en una época tan intensa como compleja, sino por una trayectoria personal que desembocaría en un profundo compromiso humanista que les llevaría a la fundación de sendos movimientos ciudadanos, cargados de protagonismo y responsabilidad. Sin duda, José Antonio, doctor en derecho y abogado, a los años 20 habría oído hablar del filósofo francés, que desde una base cristiana derivó  por sus convicciones morales en seguir a los intelectuales galos tan representativos como Chevalier, y más tarde a Peguy y por supuesto a Maritain, todos de formación católica o muy cercana, que postulaban una complicidad, lo diremos así, entre acción religiosa y acción política. Pero Emmanuel Mounier, llegó a España sobre 1930, como forma de acercarse a la mística española (Santa Teresa, San Juan de la Cruz),  que en aquellos años priorizaba su pensamiento y fue el argumento de su tesis en la Universidad de Paris. Después la influencia de Peguý, le lleva a cristalizar su personalidad.

Estamos seguros de que José Antonio, un indiscutible intelectual -lo diría años más tarde el mismo Miguel de Unamuno-, conocería a los pensadores franceses de carácter cristiano (Peguy, Maritaisn), y por lo mismo al propio Mounier, que ya en 1931 publicaba “El pensamiento de Charles Peguy”, y poco más tarde algunas de sus obras más sólidas, como Revolutión personaliste y comunitaire”, o «De la propieté capitalista a la propieté humanine”. 1935, textos que no nos cabe duda de que tendrían lectura en la formación del líder falangista. Cuando analizamos el pensamiento nacional sindicalista que propugnaba José Antonio, encontramos ya esas coincidencias que hablamos al principio. Primero, señalaríamos el concepto de persona que nos dejaba Monuier, en el sentido claro de que “Persona era dejar de ser individuo”, para considerarse siempre una parte indivisible de la sociedad a la que pertenece. Pero una persona que se desborda y traspasa a la comunidad; en realidad un transpersonalismo, y en esto vemos la estrecha relación con el sentido “trascendente” de la persona en la teoría falangista, y en donde las palabras del fundador son determinantes. “El hombre es el sistema”, el eje del sistema. (O.C). Para entonces, y sabiendo la vocación joseantoniana, habría tenido cumplida lectura de la revista Esprit, aparecida en 1932, con la que E.Mounier, adelantaba su intención de hacer activa socialmente su compromiso personalista.

El hombre es un “ser portador de valores eternos”, definiría José Antonio, que era una declaración en el mismo camino que lo expresaría el filósofo francés. Bien, además, estas propuestas, que enlazaba con las que defendían la actitud cristiana en las organizaciones laborales, y ahí sus esfuerzos en la creación de sindicatos de tendencia cristiana, pero con fuertes acentos de personalismo, dirigidos hacia una transformación de las relaciones laborales capitalistas y como consecuencia en razón de la autonomía exigida en la acepción libre de los hombres, a una nominación autogestionaria, sentido lógico de su idea personalista, hallaban en el nacional sindicalismo, de José Antonio, donde ya estaba Onésimo Redondo, líder sindicalista castellano, una trayectoria paralela que la Falange originaria tenía como enseña. Para mí, esto, es una notable coincidencia. Quizá también,  si en los libros del personalismo se decía, que este no es, no un sistema, sino una filosofía, tal vez nosotros podamos trasladarlos a las palabras de nuestro líder, cuando afirmaba que Falange “no era una manera de estar, sino una manera de ser”: Francamente, pienso que son conceptos muy iguales, aunque claro, cada uno llevara su impronta cultural.

jose-antonio-primo-de-riveraJosé Antonio Primo de Rivera

Así que por proximidades morales (José Antonio fue siempre un católico practicante, desde una idea de libertad individual al igual que Mounier), y políticas, un pensamiento comunitario les unía, los dos aspiraban a un cambio de las estructuras capitalistas; también y por su compromiso social y popular, tanto el uno como el otro sufrieron  persecución, difamación y calumnia, me parece que está más que justificada la demanda que individualmente, tal vez aisladamente, como falangista, considere como un gran activo la aceptación de sentirnos “personalistas”. O sea, Primero las personas, Algo que hoy día, salvo los núcleos del Movimiento Cultural Cristiano, no llevan en sus programas de ofertas políticas. Sería en este caso, un hecho muy positivo para la Falange, seguir, leer al menos, el trabajo en torno a la divulgación de estos Cuadernos de Cultura Cristiana, que pretenden analizar y ampliar mediante rigurosos estudios la filosofía práctica de Emmanuel Mounier, con su dedicación a actualizar las máximas del Personalismo, que por ejemplo, coadyuvan intelectuales de la talla del historiador Heleno Saña o Julíán Gómez del Castillo, responsable de “Voz de los sin voz” editorial popular al servicio , principalmente, de los trabajadores.

Emmanuel_MounierEnmanuel Mounier

Quizá en estos años, más que en otros, la sociedad está necesitada de propuestas donde la solidaridad, el rechazo de la nueva esclavitud del neoliberalismo, la búsqueda de un trabajo en dignidad y comunitario, llenen el vacío de una democracia amparada y enroscada en sus viejos dogmas de beneficios y cuentas de resultados. Y eso, desde una visión no materialista de la historia y de la vida, por lo que el Personalismo, que sería “madre”, del pensamiento nacional sindicalista, tendría su lugar y su espacio. Es verdad que esta decisión vendría desde un matiz girado a la izquierda, pero si la Falange no es un sistema, porque como lo que explicaba Mounier, está abierta al misterio de la persona humana, quedará clara nuestra postura que, naturalmente, no quiere ser axiomática sino compartida por los que aspiren a transformar este mundo todavía injusto.

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4 COMENTARIOS

  1. Magistral artículo que, además, nos trae la alegría de comprobar que Eduardo López Pascual, tras una crisis de salud, ha vuelto con toda la fuerza del intelectual comprometido que siempre ha sido. Recuerdo que leí, hace muchísimos años “Revolución personalista y comunitaria” que me prestó el bueno de Vicente Martínez Parra. También de él recibí las primeras lecciones sobre Mounier. Este tipo de reflexiones, de carácter profundo, con rigor intelectual, son bastante más productivas que otras discusiones que muchas veces leo en estas y en otras páginas. Felicidades a El Municipio por seguir contando, de manera habitual, con la pluma de López Pascual

  2. En textos doctrinales de la Falange Auténtica de la transición ya podían encontrarse textos de interesantes resonancias personalistas, al modo de Mounier. Puede que el propio Eduardo López Pascual fuera la persona responsable de algunos de ellos. Conviene recordar como muchos de los seguidores del personalismo cristiano tuvieron puntos de encuentro y compartieron alguna actividad clandestina con falangistas auténticos como Ceferino Maestú que, aparte de falangista, militó también en organizaciones obreras católicas, Patricio González de Canales o el propio Narciso Perales. Hay publicaciones de la editorial ZYX que pueden servir como auténticas fuentes de doctrina falangista
    Yo tuve algún contacto con gentes de la HOAC y del MCC que desarrollaban su labor en barriadas obreras. Algunos de ellos me confesaron que no les gustaba la Falange, en general, por su fascismo residual, decían; pero que guardaban las Obras Completas de José Antonio en casa y que se identificaban profundamente con muchos de sus pasajes. Uno incluso me dijo que iba a votar a la auténtica (yo era entonces de la independiente), que, para nada, le olía a fascismo.
    Vaya con este comentario mi abrazo lleno de afecto a Eduardo López Pascual.

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