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Ser o no ser: ¿De derechas o de izquierdas?

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Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es

Sobre esta cuestión, yo no tengo la duda hamletiana de ser o no ser, la de aquel príncipe de Dinamarca. Hay otra alternativa: estar. Ventajas del idioma castellano en el que estos dos verbos, ser y estar, tienen vida propia e independiente. Lo que no ocurre en otras lenguas. En todas las cuestiones del vivir existen posicionamientos varios, sólo la muerte frente a la vida no deja alternativa.

Analicemos el tema. Ser de izquierdas o de derechas, forzada y forzosamente, para llevar a cabo un programa político tiene más de posicionamiento dogmático, berroqueño e inamovible, que de relativo y flexible. Más acorde esto último, basado en la razón, con la imperfecta y contingente condición humana.

Si acudiéramos a otro componente de esa condición humana, los sentimientos, para concebir, elaborar y llevar a cabo tal programa político, no necesitamos, yo al menos, ser de izquierdas o de derechas. El sentimiento o, mejor, el deseo de justicia, no tiene su origen en la postura política que adoptemos, sino en el corazón al que la propia razón le manda el mensaje de defensa de los más débiles de la sociedad. Y esto, para mí, tiene un punto de partida o cimiento: mis propias creencias, cuyo origen están en el cristianismo y en aquella de las Bienaventuranzas del Evangelio, que dice: “Bienaventurados los que luchan por la justicia”. Y para esto, desde luego, no tengo porque sentirme ni de derechas ni de izquierdas; simplemente ser el individuo racional y humano que acredita mi condición del tal.

Pero, pasando de lo trascendente a lo contingente, de lo divino a lo humano, de lo superior a lo pedestre, y aterrizando definitivamente en la política, ser de derechas, de izquierdas o estar enfrente de ambas, son opciones, respetables todas, pero unas más acertadas que otras. Y eso, el tiempo, juez inapelable, dará la razón a quien la tenga.

Por ello, querido Eduardo López Pascual, decir que José Antonio Primo de Rivera, se equivocó en algunas formulaciones es darle la razón a ese juez, el tiempo, que es el padre y engendrador de nuevas ideas, a la vez que Saturno devorador de las obsoletas, que pudieron valer para momentos del pasado pero que han perdido vigencia por la propia evolución de la sociedad, sus criterios y necesidades.

Según mi opinión, y la de otros muchos que lo manifiestan hoy, una de esas ideas que ha perdido vigencia y valor es la de ser o de izquierdas o de derechas, porque es la sociedad “evolucionante” la que las iguala, las “trasversaliza” y las desdibuja hasta hacerles parecer la misma mona con distinto vestido de seda o de lo que sea. Una de las causas que explican esa tendencia a la uniformidad de ambas manos políticas es que los  individuos que las conforman tienen los mismos gustos, las mis apetencias, las mismas ganas, en definitiva, de ser y de poder, enraizadas en aquella condición humana. En ésta, en la condición humana, un hombre se parece a otro hombre como un hermano gemelo a otro. Y lo que diferencia a uno de otro es precisamente el convencimiento y la voluntad de que uno no se imponga al otro y le arrebate sus derechos ni los de los demás, entre otros los que corresponden a la justicia social. Y para ello tampoco es necesario ser de derechas o de izquierdas; nada más, sentirse humano y ser persona comprometida con sus propios principios.

Serlo por estrategia, me parece un error porque es como mirarse en espejos deformes, cóncavos o convexos, en los que la propia figura queda ridículamente distorsionada. Te mires en el espejo de la derecha o le hagas en el de la izquierda. Por otro lado, hay con ese posicionamiento, una oposición al fondo ideológico de la doctrina nacionalsindicalista que propugna una futura sociedad sin clases, de hombres libres, sin más aristocracia que la del trabajo y, por tanto, sin ninguna clasificación; una idea que pone de manifiesto la superación de la pugna entre los opuestos, derechas e izquierdas; que representan a su vez intereses contrarios como son el capital constituido en instrumento político, el capitalismo, frente al trabajo, verdadera fuente de producción y generación de riqueza en una sociedad ni capitalista ni comunista. Seguir el sendero trillado de derechas e izquierdas es el camino a ninguna parte o permanecer dando vueltas a la noria del tiempo.

Eduardo, como argumentos de razón citas también, para defender tu opción de izquierdas, a personajes de valía intelectual, tales como Ayala, Unamuno, Ortega, Azaña, Machado, Araquistáin, Besteiro…Gil Robles, Lerroux, etc., que hace unos cien años se consideraban de izquierdas. ¿Se considerarían también ahora después de los cambios y experiencias vividas por la sociedad? De momento, quita de entre ellos a José Ortega y Gasset que juzgaba, ya entonces, tomar postura en política por una u otra mano como hemiplejía moral; es decir, como “una parálisis motora de la mitad del cuerpo”. La definición exacta que escribió en el prólogo de su libro “La rebelión de las masas” fue: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las maneras que el hombre puede elegir para ser  un imbécil; ambas, en efecto, son formas de la Hemiplejía moral”.

Pero es que años después, por poner algún ejemplo más, republicanos vueltos del exilio, renegaban también de esta dicotomía política. Eduardo Prada, vicepresidente de ARDE (Acción Republicana Democrática Española), fundada también entre otros por Fernando Valera, Presidente de la República en el exilio, con quien me crucé alguna carta y me dedicó un libro suyo sobre el concepto de República, ya hacían declaraciones por boca de aquél, como la del periódico El Imparcial el 5 de octubre de 1978, del siguiente tenor: “Para nosotros, los adjetivos IZQUIERDAS Y DERECHAS son términos desfasados. Los republicanos somos defensores a ultranza de los postulados de los DERECHOS HUMANOS: lo más importante es el HOMBRE como tal y su libertad individual. Somos un partido INTERCLASE, porque los partidos de clase, por el hecho de serlo, son sectarios, ya que sólo defienden a sus clases, tengan razón o no, y nosotros admitimos en nuestras filas lo mismo a un empresario que a un trabajador normal y, en caso de conflicto, damos la razón a los que según nuestra conciencia la tengan, sin tener en cuenta su condición social”.

Hoy gentes más actuales, como Rosa Díez, que abandonando el viejo esquema sostienen lo mismo. José Antonio se pudo equivocar, como todo ser humano, en ciertas formulaciones o expresiones; pero lo que es el repudiar entonces la división de la sociedad política en derechas e izquierdas no sólo no ha dejado de ser actualidad sino que es hoy un clamor cada vez más extendido.

Espero, Eduardo, que no tomes la cita de Ortega al pie de la letra y como una invectiva contra ti o Josele Sánchez o cualquier otro que haya elegido su opción política a una mano. No. Os considero muy por encima de cualquier debilidad intelectual de ese tipo y sí hombres convencidos de lo que dicen y predican. Y eso, para mí, merece un gran respeto. Toma, pues, la cita como lo que es: una opinión general y filosófica de don José Ortega y Gasset.

            Pedro Conde Soladana

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9 COMENTARIOS

  1. Quisiera destacar del magistral análisis que hace Pedro Conde acerca del posicionamiento derechista o izquierdista cuatro puntos que, en mi opinión, son de una profundidad incontestable:
    Primero y fundamental: El “ser” de izquierda como el “ser” de derecha es instalarse voluntariamente dentro de límites construidos a base de ideología. La persona debe, más bien, pues es connatural a su esencia, centrar la visión de la vida y la valoración de los actos en presupuestos de raíces más profundas y estables: bien sean filosóficos, bien sean religiosos. Bien lo dice Pedro Conde cuando expresa que el deseo de justicia, no tiene su origen en la postura política que adoptemos, sino en el corazón al que la propia razón le manda el mensaje de defensa de los más débiles de la sociedad. Y esto, continúa, tiene para él su origen en las Bienaventuranzas. Tanto la derecha como la izquierda comparten, desde enfoques enfrentados, una misma visión del mundo en la que lo esencial no es ni nuestro destino colectivo, ni las cosas del espíritu, ni el sentido, en suma, de la vida y de la muerte.
    Otra cosa, por supuesto, es “estar” en la derecha o “estar” en la izquierda, pero habrá que especificar muy claramente el eje en el que nos estamos moviendo en cada momento.
    En segundo lugar, y consecuente con lo anterior, es el peligro de encuadramiento sociológico “berroqueño”, como apostilla el articulista, y de seguidismo ideológico (en la acepción más peyorativa del término)
    Tercero. Y me parece muy fino el apunte: Ser de izquierdas, o de derechas (aunque pocos se atreven hoy a situarse claramente a este lado) por estrategia, es erróneo, pues equivale a mirarse en espejos deformes, cóncavos o convexos que, obviamente te devolverán una imagen distorsionada de tu propia realidad mucho más rica e inclasificable.
    Por último, considero también que José Antonio pudo equivocarse en algunas cosas, sobre todo si las miramos desde nuestra perspectiva de ochenta años después. Pero el descubrimiento de que la política había que cimentarla sobre bases más sólidas y estables que los coyunturales posicionamientos ideológicos de los partidos políticos (que claro que habrán de existir, pero no para monopolizar la política), me parece revolucionaria. Y si no, fijémonos como en los regímenes de nuestro entorno, herederos de la Revolución Francesa, a la postre, todos huyen hacia un mismo punto central distante de los polos y donde se almacenan el mayor número de valores compartidos por este tipo de sociedad esencialmente conservadora. Izquierdas y derechas comparten una misma cosmovisión, una misma filosofía más o menos asumida de forma explícita, pero son incapaces, me refiero a las izquierdas, de cambiar nada, acaso por no saber situarse, como proponía José Antonio, de frente e investigar otros ejes.
    De mi amigo Eduardo López Pascual, intuyo que su “ser” de izquierdas es más bien un “estar” a la izquierda y en un eje muy concreto: el de las relaciones entre poderosos y desposeídos. Ahí, no solo él; la Falange entera, de forma rotunda y sin dejarse distraer por otras cuestiones menos trascendentales, debiera de estar, radicalmente, a la izquierda.

    • Admirado José Ignacio:
      Tu comentario enriquece en mucho, por no decir que supera, cuanto yo he escrito.
      Un abrazo y un rugido de ¡ARRIBA ESPAÑA!. No es para menos, dado su estado calamitoso. Ahora más que nunca.

  2. Desde luego, artículos y comentarios como los que leo en mi amigo y camarada Pedro Conde, y de mi admirado José Ignacio Moreno enriquecen la visión política de la Falange, No voy a discutir con ellos, ya que siempre hay un fondo de verdad, acaso solo una observación respecto a lo de Ortega. Tuve un amigo que se confesaba super MADRIDISTA, HASTA QUE DEJÓ DE SERLO -, pero por eso no dejaba de existir el Real Madrid. Yo creo que el debate reside en esa observación que hace José Ignacio. Estar en la derecha o en la izquierda. Y me parece que la respuesta, también en mi querido Ex Jefe Nacional de FEJONS (A), es muy elocuentes. Estoy en la izquierda.

    Acabo, en filosofía política, hay argumentos para parar un tren. Por lo tanto acepto los que son distintos a los míos, con toda naturalidad y sin «acritud», como diría un conocido andaluz.También creo que textos así, hace que se abran ventanas de frescor y de vida a nuestras convicciones.

  3. De acuerdo en el disentimiento, querido Eduardo, ello enriquece el constante crecer del pensamiento.
    Sé que estés en la izquierda o en la derecha, incluso enfrente, no te quitará nunca tu condición de hombre y falangista honrado. Qué venga alguien a superarlo.
    Con un fuerte abrazo y permanente ¡ARRIBA ESPAÑA!

  4. Por la alusión que me hace Pedro Conde en este artículo me permito hacer un breve comentario. Coincido con Eduardo López Pascual en lo enriquecedor que resulta cualquier confrontamiento ideológico, estratégico o filosófico cuando se produce con personas de la talla intelectual de Pedro Conde, de José Ignacio Moreno o del propio López Pascual. Argumentos como los empleados por los tres son tan inteligentes como discutibles. Sólo una precisión. Por los motivos que ya ha expuesto suficientemente Eduardo López Pacual se declara como falangista de izquierdas. Este no es mi caso. Yo me declaro como hombre de izquierdas, inequívocamente de izquierdas. En ningún momento digo ser falangista. Mi conocimiento, admiración e incluso «devoción» por el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera no obliga, al menos a mí, a sentirme ni declararme como falangista (aunque esto daría para otro interesante debate). Fuere como fuere las ideologías políticas se nutren de debates como el que nos ocupa cuando son protagonizados por gente del nivel que aquí lo hacen. Y es que, como dice la canción de Luis Eduardo Aute, «el pensamiento no puede tomar asiento, el pensamiento es estar de paso, siempre de paso…»

  5. Pedro, lamento no compartir tu artículo porque para mí eres todo un referente de autenticidad falangista. Para mí el futuro de la Falange pasa por la izquierda o por la nada.
    Josele, a mi no me importa que no seas falangista, eres un intelectual de reconocido prestigio en la izquierda y tienes la valentía de manifestar siempre tu simpatía por el pensamiento joseantoniano, eso es mucho ás de lo que hacen algunos delos que se proclaman falangistas.
    Eduardo, sigue siendo la voz de quienes nos consideramos falangistas de izquierda, que somos muchos.
    Gracias a todos

  6. Lo más irónico no es que haya falangistas que se definan como de izquierdas y otros que desdeñen el binomio izquierdas-derechas.

    Lo más irónico y molesto es que, aunque la Falange cambiara su simbología por la hoz y el martillo, la extrema izquierda más babosa seguiría pensando que Falange es un movimiento ultraderechista, fascista y filonazi.

    Y si la Falange adoptara la esvástica y la cruz céltica, la extrema derecha ultraliberal, casposa y losantista seguiría diciendo que la Falange es la misma extrema izquierda liberticida y ramplona.

  7. ¿está desnudo el rey?
    Una sonrisa, o una mueca, es lo que nos produce el eterno conflicto de la famosa «visión binocular», imprescindible, como todos sabemos, para la visión en profundidad.
    Por eso, algunos hemos preferido la fórmula de ser simultáneamente de derechas y de izquierdas, para eso, para poder ver «en profundidad».
    Se agradece leer y participar en debates tan ilustrados…y tan estériles, pues, en el fondo, no somos nosotros, los falangistas, quienes nos definimos diestros o siniestros…sino nuestros contrarios y nuestos enemigos, que , hagamos y digamos lo que queramos, nos consideran no ya de derechas sino de extrema derecha o fascistas, o nazis…
    Es lo que hay.

  8. Pese a no se ni de derechas ni de izquierdas algunos falangistas han colaborado como buenamente han podido en partidos politicos diversos a derecha e izquierda,tambien en sindicatos,con esas ganas que tenemos de hacer política donde nos dejan,que remedio.
    Sin embargo a día de hoy no pasa un día donde no se denuncien públicamente y en alta voz el pasado político de algunos candidatos que hoy se presentan en partidos politicos nuevos.

    Una verdadera caza de brujas donde parece ser es algo trascendental denunciar a candidatos por tener una simple ideología política y un deseo de mejorar su barrio,su pueblo o su pais.
    Esto si que es vergonzoso señalar con el dedo como si no hubiera cosas mas importantes que hacer.

    Ahora resulta que somos como los antiguos «judeo-masones»,detectar y depurar.
    No sea que algun día vayamos a hacer algo bueno para España.
    A partido político que vea que depuran a un candidato por sus ideas,partido politico que borro de la lista de un posíble voto para las elecciones.

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