Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Parece un contrasentido, porque ¿cómo un ciudadano que se declara Joseantoniano, puede hablar, o escribir o filosofar contra la doctrina política que fundó en 1933 José Antonio Primo de Rivera?. ¿Cómo es posible que alguien, casi siempre con un enorme bagaje de falangismo en su currículo, sean los que con más insistencia abogan por la desaparición del instrumento político creado para la práctica de sus propuestas? Pues así es. Triste, pero verdad. No hay más que leer o escuchar sus discursos en los que, bajo una capa de admiración, de respeto y de lealtad al personaje, José Antonio, explican el abandono de la ideología falangista porque ya no la ven posible porque para ellos ha quedado obsoleta, porque no contempla los cambios que la historia ha introducido en el mundo. Eso sí, se quedan en la adoración al hombre- mito, al estereotipo, a quien rebajan su condición política, para reducirlo a un ciudadano ejemplar, patrimonio de no sé quiénes, y sujeto de estudio como exponente de gran señorío, caballero, español, católico y casi santo. Ahora bien, su ideal social y revolucionario está fuera de uso, descartado, rechazado, abandonado. La cosa sería algo así como “Creo en José Antonio pero no en su doctrina”. Muy similar a quienes como los arrianos, creían en Jesucristo pero no en su divinidad. Se les llamaba herejes.
Naturalmente, si los que se denominan Joseantonianos, todos o casi todos, representantes de un falangismo acreditado, hombres – generalmente- bien formados intelectual y profesionalmente, son los que repiten una y otra vez que el nacional sindicalismo no tiene cabida en nuestro tiempo, y así resulta evidente que son los peores enemigos de la pervivencia de la Falange como partido político. Y además no están, claro, encuadrados en ninguna de las opciones falangistas. Bajo el argumento de que hay que amoldarse a las nuevas exigencias que impone el tiempo, los “joseantonianos”, han decidido boicotear el barco falangista, algo que no vemos por ejemplo en la izquierda tradicional, que aun siendo muy críticos, y aun revisionistas, no abandonan ni el ideal ni el sueño, ni la lealtad
Y mira por donde, son los ex falangistas, embutidos en ese Jose antonianismo particular, los que van a enterrar definitivamente- si no lo remediamos algunos, la doctrina nacional sindicalista, por la que tantos camaradas dieron su vida, la física y la emocional. No se trata de acusar de traidores a nadie, porque tal vez sinceramente han evolucionado, ya que todos podemos evolucionar, pero que no se llamen joseantonianos, porque eso parece que implica una coincidencia con su obra política, y sin embargo no es así en absoluto. Dan la impresión de que permanecen fieles al pensamiento político del fundador falangista porque se llaman Joseantonianos, pero nada más equivocado, al contrario, lo están devaluando hasta límites casi increíbles; no vamos a dar nombres, por más que no sé si sería conveniente para que los falangistas- ellos ya no lo son-, los tuvieran en cuenta a la hora de oír sus desengaños. Pero ahí están, en plataformas y webs conocidas, con sus biografía super azules, con su excelente labor durante años, con su valía personal, que la tienen, pero con su idea de descalificar la teoría y praxis (si se pudiera), a través de sus apariciones en cualquier sitio.
Sus discursos no me gustan nada, y por eso lo digo. Bajo una probable buena fe, no tengo por qué dudar, socaban la ideología y se refugian en esa vestimenta “joséantoniana”, que sin prisas y sin pausas vienen pontificando sobre la innecesaria vigencia del nacional sindicalismo Claro que no todos los que se definen “Joseantonianos”, obran así, que los hay quienes sin pertenecer a ningún grupo falangista pregonan su simpatías con el Fundador, o los que sin haber sido nunca falangistas no tiene empacho en admitir su respeto, y no entran a propagar una inutilidad del nacional sindicalismo; me refiero a aquellos que, desde su nueva condición – o no tan nueva-, se afanan en negar a la ideología predicada por José Antonio cualquier virtualidad y posibilidad política. Esos, amigos míos, hacen más daño que todos los adversarios juntos. Yo, con un gran cariño, con una enorme consideración, les pediría que dejaran de usar su nombre y su obra, Ya sé que no soy nadie, ni tengo títulos para esto, pero es lo que siento y debo de manifestarlo.
Eduardo: «entre todos la mataron y ella sola se murió», jajaja. En esta ocasión, totalmente de acuerdo con tu artículo. Sólo quiero apuntar que para que sea posible la praxis política de Falange, primero hay que fundamentarla definitivamente en su doctrina, que son los 27 puntos y la obra escrita y vivida en su ejemplo de Jose Antonio, segundo, y en esto también de acuerdo contigo, en su desarrollo y actualización doctrinal y tercero y básico, y nunca mejor dicho, en la conquista de una base social, de un caldo de cultivo social, de un movimiento, que en la actualidad se ha perdido prácticamente en su totalidad. Y, ¿cuál ha de ser esta base social, este caldo de cultivo? pues creo que la respuesta para un falangista es obvia, la juventud. Y, ¿donde se encuentra hoy la mayor parte de la juventud? pues ya lo sabemos todos, en el relativismo, en el hedonismo, en el nihilismo, en Podemos…¿es su culpa? seguro que en buena parte no. La responsabilidad ha sido nuestra como padres y educadores, por desidia o tolerancia mal entendida; y cómo no, del sistema, cuyo objetivo consciente y planificado ha sido degradar humana y moralmente a nuestra juventud, a través de los planes de educación y de los mass media, con la finalidad de neutralizar y bloquear su fuerza de renovación y potencial revolucionario. La recuperación, la reconquista de esta base social, de la juventud, es nuestra urgente y primordial tarea, también la más ardua, más lenta, menos aparentemente lucida…la recuperación de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestros valores grecorromanos y cristianos, de lo que ha sido y deberá ser España, si es que ha de persistir en el futuro. Si no nos hacemos conscientes de esto ni Falange ni España serán; ni por supuesto, una acción política que algún día posibilite la revolución social y el estado nacionalsindicalista.
Estoy totalmente de acuerdo con cuanto se expone en tu artículo. Tan de acuerdo estoy que abogo por hacer algo que nos permita descalificar a esos seudo joseantonianos como tales si no están afiliados y ayudando de alguna forma positiva.
En la guerra, a los derrotistas se les fusila. Obviamente, no pretendo tal cosa, pero un fusilamiento virtual no derrama sangre ni crea viudas y estos camaradas de brújula incierta creo que lo están necesitando o, mejor dicho, nosotros estamos necesitando tomar medidas adecuadas como esta.
Tal vez queden algunos claros en las filas, pero ya se cubrirán. Hay mucha gente nueva interesándose por nuestra doctrina y no podemos permitir que, de entrada, reciban el jarro de agua fría de los «eruditos doctrinales» que tienen su trinchera en la mesa de un café o detrás de un teclado.
Visten llamativos trajes de luces, pero se quedan en la barrera criticando negativamente a los que están en el ruedo luchando con el morlaco. Ellos no dan ni un capotazo., faltara más.
En mis grupos, algunos de los cuales no paran de recibir adhesiones, hace tiempo que vengo depurando al que no aporta nada y solo teoriza la mayoría de las veces con argumentos cansinos por lo repetitivos o con «paridas» infumables.
Así pues, hay que sacar la bayeta y hacer limpieza.
Cómo no va a estar presente su idea y aún si se quiere también, su moralidad y visión estética de la política cuando a cada año va a más la lucha entre capitalismo y socialismo, cuando a cada año van a más los desafíos separatistas y los credos entre sociedades espiritualmente corrompidas hacen que las familias dejen de ser familias por el avance de la pseudo-progresía.
Siendo nuestro estado liberal más liberal de lo que nunca lo fue y por ello menos autónomo dentro de una Europa que ya no es la que él conoció, es imprescindible apuntar con mayor vehemencia que la que el emplease lo necesario de unir a los Españoles bajo la empresa común de la poética bandera de la paz, empezando por re-centralizar el Estado, dándole al obrero no sólo el trato perdido y la dignida que así merece, sino también aumentando su salario discutiendo con los patronos las opciones laborales para que las pensiones de mañana garanticen la supervivencia de nuestras próximas generaciones.
Hoy más que nunca; No a las autonomías, no a quienes pretenden una unión con los cercanos al marxismo solo porque son contrarios al capitalismo, y no a la cesión y al chantaje de Europa y los estados miembros de la OTAN.
Quien sea incapaz de entender esto, es realmente como dices en el artículo, un José Antoniano contra Falange.
Los problemas de la interpretación del pensamiento joseantoniano.
Respuesta a Eduardo López Pascual
Vaya por delante que no soy falangista y que salvo en un período excepcionalmente breve de mi vida en que me endosé la camisa azul, nunca me he definido como tal. Añadamos de paso que, desde mi independencia, en absoluto hostil ni a Falange, ni a José Antonio, me ha interesado el fenómeno político del nacional-sindicalismo, su historia y las vicisitudes de sus fundadores. Mi posición es, pues, la de un observador que se sitúa fuera del falangismo.
He dicho en varias ocasiones –y me reitero ahora– que Falange y José Antonio son historia, sólo historia y nada más (y nada menos) que historia. En lo que se refiere al partido, creo que pocos dudan que fuera la adaptación a España de un fenómeno político-ideológico propio de los años 30. Después de 1945, este fenómeno –los fascismos– resultó barrido, y si en España pudo persistir, fue por la circunstancia de que existió un gobierno conservador-autoritario en los siguientes treinta años. Pero la muerte de los doctrinarios y la desaparición del fenómeno a nivel internacional, convirtió a Falange en algo cada situado más fuera de su tiempo.
Fue sólo a partir del nacimiento del FES cuando empezó a desvincularse los términos “falange” y “José Antonio”. Se pensaba que lo primero estaba irremisiblemente lastrado y contaminado por tics fascistas durante el período histórico (1933-36), por su participación al lado del franquismo y por el oportunismo demostrado por algunos de sus exponentes. En cambio, las referencia a José Antonio, a poco que se realizaran con un poco de sutileza y se manejara hábilmente el índice temático de las Obras Completas –encontrando en cada momento la cita necesaria y aduciendo, finalmente, que siguió una “evolución” para excluir otras citas incómodas– se podía defender mejor el ideal, no falangista, sino “joseantoniano”. Error. Y error de bulto.
Primero porque el pensamiento y la biografía de José Antonio demuestran que impregnó su pensamiento y su obra en Falange Española. Falange era lo que José Antonio quería que fuese. En los años 50 y 60 todavía no se habían expurgado suficientemente archivos y textos y era posible sostener la existencia de un “José Antonio ideal”, frente a un “José Antonio real”. A no olvidar, por ejemplo, que no fue sino muy tardíamente (a principios de los años 70) cuando quedó confirmado que Falange se adhirió por medio de Giménez Caballero al primer encuentro internacional fascista de Montreux (a pesar de que José Antonio redactó una nota para la prensa española desmintiendo su presencia) y estuvo presente en el segundo encuentro de Montreux. Aún después de conocerse el texto de su intervención y de conocerse todos los particulares de por qué fue allí y lo que obtuvo, todavía hoy, existen falangistas que consideran que todo esto son patrañas y falsificaciones.
Los “joseantonianos puros” nos dicen que José Antonio era “personalista” (sin explicar ni de dónde procedía está influencia, ni a cuál de los personalismos se adhirió). Nos hablan de una rápida evolución que le condujo desde la vicesecretaria general de la Unión Monárquica en 1930 al “personalismo social”, ¿cuándo? “en su última etapa de evolución”, responden. Error.
Es mucho más cierto que en José Antonio existió una creciente observancia de las reglas del juego de la política (“no decir lo que se hace, ni hacer lo que se dice”: por ejemplo), llamó “buñuelo de viento” al fascismo italiano, pero acudió a Italia a pedir un subsidio (algo de lo que quedan abundantes rastros documentales) cuando Renovación Española interrumpió sus aportaciones. Y salió en defensa de la Italia fascista cuando la Sociedad de Naciones intentó imponerle sanciones por la invasión de Abisinia. Es más, comprometió al partido a finales de 1935 en esa campaña en defensa de la invasión de Abisinia (lo cuenta David Jato en La Rebelión de los Estudiantes). Los argumentos utilizados por Sigfredo Hillers (Falange y fascismo) para desmentir todo esto, son pobres y parten de datos parciales y erróneos.
Pero hay algo más: José Antonio y su partido, se comprometieron en la vía insurreccional tempranamente. Primero –en Gredos– José Antonio propuso un “golpe” en solitario. Todos los que acudieron a aquel encuentro recuerdan que se aludió a que al frente de los falangistas se pondría “un general”, añadiendo varios autores “que todos entendieron que se trataba de Sanjurjo”… Sanjurjo, el general monárquico que solamente dos años antes había improvisado un golpe de Estado que le llevo al exilio en Portugal. Luego José Antonio en persona multiplicó sus contactos con generales monárquicos amigos de su padre (Mola, Goded y Franco). Sondeó a los carlistas, cuando el ejército vaciló, para valorar la posibilidad de una insurrección con ellos. Incluso estando en prisión estos contactos prosiguieron: contactos para promover una insurrección junto a otras fuerzas de derecha…
Políticamente, el José Antonio de 1936 había “evolucionado”, si por evolución se entiende una mayor sutileza, un mayor realismo y una tendencia a negociar con otras fuerzas… de derechas, por mucho que en el programa apareciera un Punto 27. Algo que se percibe inmediatamente si, en lugar de tener en cuenta permanentemente las biografías canónicas, se leen libros escritos por historiadores profesionales. Políticamente no hubo apenas evolución entre 1931 y 1936 ni en José Antonio ni en Falange. Es cierto, que el “humanismo” del que hacía gala José Antonio (y mucho más las condenas que realizaba la jerarquía católica de la “estatolatría” fascista) le impedían reconocer la superioridad y preeminencia del Estado sobre el individuo. Un elemento esencial de la doctrina del fascismo. Pero ese matiz doctrinal, no le impedía entrevistarse con Mussolini y recabar ayudas.
Podría seguir así durante cientos de páginas, pero mi tesis final es que José Antonio y Falange nacieron políticamente a la derecha; que existió una asimetría entre las relaciones que tuvieron con la derecha y las que tuvieron con la izquierda y que la inmensa mayoría de falangistas procedían de la derecha y solo una escasa minoría de la izquierda. Si en la primavera de 1936 ingresaron en FE-JONS, entre 15 y 20.000 antiguos miembros de las JAP, no parece que fueron más que unas pocas decenas las que procedían de la izquierda. Con Goicoechea o Ansaldo había amistad… con Prieto simple “cortesía parlamentaria” y con Pestaña apenas un par de encuentros que no terminaron en nada concreto.
Falange y José Antonio se alzó contra la República y contra las izquierdas junto a otras fuerzas de la derecha, de la extrema-derecha, junto a la Iglesia y el ejército… y no con la izquierda en defensa de la República. Vale la pena no olvidarlo. Tal es la realidad que se percibe –con todos los matice que se quiera– en la historia de la Falange anterior a la guerra civil.
Mitificar a José Antonio y deslindarlo de la historia de FE-JONS no parece la mejor opción. Y esta es la cuestión: o se asume la totalidad de lo que fue el partido falangista durante el período histórico y se interpreta cada episodio, o bien se prescinde de la filiación histórica, evitando nombre, símbolos, uniformes, cánticos y programas que remitan a “Falange Española” y al “nacional-sindicalismo”. Lo que no puede hacerse es utilizar unos pobres subterfugios que básicamente son: 1) deslindar al “jefe” de su “obra (lo que hicieron buena parte de los franquistas), 2) situar la discusión solamente en el terreno ideológico, evitando cualquier referencia histórica (lo que hizo el FES), 3) negar como falsificación deliberada los datos históricos no integrables en una interpretación “humanista”, “democrática” y “progresista” (lo que hizo FE-JONS-auténtica).
El historiador, a la vista de la documentación existente, trata de insertar “lo historiado” dentro de la “historia” de su tiempo. Si a un falangista se le dice que no existe ningún texto joseantoniano para avalar el que el fundador fuera “republicano” y ni siquiera existen huellas de anti-monarquismo, más allá de los reproches elegantes a Alfonso XIII y a la monarquía “gloriosamente fenecida” (¿Por qué utilizar el término “glorioso” cuando el que cabía era “bochornoso”?), lo negará: pero si busca en las Obras Completas la referencia anti-monárquica definitiva, comprobará por sí mismo, que está… ausente.
Alguien dirá que “siempre nos quedará la doctrina”. No, la doctrina falangista, tal como la presentó José Antonio ya no responde a las exigencias del momento histórico presente. Es, indudablemente, un pensamiento anticapitalista… pero el capitalismo de los años 30 queda muy atrás respecto al capitalismo globalizador moderno. Frente aquel capitalismo, los sindicatos ofrecían un defensa… frente al capitalismo globalizador, los sindicatos son completamente inútiles. Inevitable recordar que el “sindicalismo” es la columna vertebral del falangismo. Quita el espinazo del ser humano y verás lo que ocurre.
Si de lo que se trata es de demostrar una “vertiente social”, en los años 30 eso era algo novedoso (la unión de “lo nacional” con “lo social”). Hoy ya no lo es. Pedir la nacionalización de la banca y/o del crédito tampoco supone nada definitivo en un momento de financiarización de la economía y de moneda única europea.
¿Y qué decir de “lo nacional”? Este es otro problema, porque en los años 30 el patriotismo reformulado por la Generación del 98, mantenía todavía su vigencia. El problema de nuestro país es que ese pensamiento no se ha actualizado desde entonces y, hoy, ya no responde a las exigencias de la modernidad. En un momento en que los seis mayores fondos mundiales de inversión mueven más recursos financieros que una nación europea de tamaño medio, es evidente que la “dimensión nacional” ya no está adaptada para afrontar el neoliberalismo.
Dice Eduardo López Pascual que los que nos afamamos por negar la “ideología predicada por José Antonio” hacemos mucho más daño al movimiento “que todos los adversarios juntos”… Exageraciones, porque siempre es mucho mejor que te recuerden las limitaciones actuales del pensamiento nacional-sindicalista los “amigos” (que no “camaradas”) que los enemigos declarados. Yo creo que, más bien, quien hace un daño irreparable es aquel que, llamándose falangista, desconoce su historia o tiene de ella una versión de prontuario o catecismo, por no aludir a aquel otro que adaptan el pensamiento de José Antonio y del nacional-sindicalismo a sus propios intereses, conveniencias y visiones parciales del nacional-sindicalismo. Si vimos como alguien presenta a Ramiro Ledesma como “nacional-bolchevique”, hemos visto también quienes han presentado a José Antonio como “franquista”, “doctrinario más que jefe político” u “hombre de izquierdas”… Lao-tsé decía que la justicia era como el timón, hacia donde se le da gira. Eso también puede aplicarse a la consideración biográfica de los personajes… pero viajar al fondo de su “auténtico” rostro es la mejor tarea que puede asumir alguien que sienta simpatía por tal o cual personaje histórico.
¿Alguna conclusión? Varias y por este orden:
1. Falange, el nacional-sindicalismo, el pensamiento de José Antonio pueden y deben ser examinados como fenómenos históricos de su tiempo que la particular historia de España después de 1939 hizo que se pudiera prolongar la sigla unas décadas más, cuando ya había desaparecido el mismo impulso en toda Europa.
2. Falange, el nacional-sindicalismo y el pensamiento de José Antonio eran la respuesta de un sector de nuestra sociedad a la situación de caos republicana: hoy la situación es muy diferente a aquel tiempo; luego la respuesta debe ser igualmente diferente.
3. Fue el franquismo quien instauró el “culto joseantoniano” que ha podido proyectarse, paradójicamente, hasta nuestros días incluso en falangistas no franquistas o incluso anti-franquistas, pero el personaje del que nos habla ese “culto” tiene solamente un remoto parecido con el personaje real que fue José Antonio Primo de Rivera.
4. Finalmente, el dilema para los falangistas es solamente uno: hacer política o hacer testimonialismo (testimonialismo joseantoniano, testimonialismo nacional-sindicalista, testimonialismo falangista, testimonialismo patriótico, testimonialismo sindical, etc.).
Si lo que quieren es hacer política, ni la doctrina enunciada en los años 30 les va a servir hoy para mucho, ni van a poder rescatar la figura de José Antonio deslindándola de otros doctrinarios de la época, ni podrán por todo ello podrán nunca despegar… Y esta es la triste realidad que sugiere la lógica y el sentido común y que considero mi obligación transmitir a los amigos que militan hoy en el ambiente falangista.
© Ernesto Milá – ernesto.mila.rodri@gmail.com
Ernesto: no tengo ni idea de lo que vas, primero porque no tienes el valor de identificarte y segundo porque en el fondo me importa un carajo. A tus conclusiones obtenidas después de una sarta de tergiversaciones, verdades a medias, refritos manipulados de datos históricos y lecturas superficiales mal digeridas, te diré y además en el mimo orden: 1º. La doctrina nacionalsindicalista y el pensamiento de Jose Antonio por supuesto que se pueden examinar como fenómenos históricos, ¿acaso cualquier otra no se puede examinar de la misma manera? o ¿es que la que tu tienes, que ni lo se ni me importa, se encuentra más allá de la posibilidad de un análisis histórico?, me sorprendería sería el primer caso en la historia de las ideas políticas. La diferencia se encuentra en el grado de verdad que permanece en cada una de ellas con el paso de la historia, y el grado de verdad del nacionalsindicalismo es extraordinariamente elevado. Y la verdad es eternamente joven y actual. 2º. Insisto en el tema de la verdad, a la que tu faltas con demasiada frecuencia. La verdad es que el caos del sistema actual es parangonable al de la república, evidentemente con sus peculiaridades contingentes fruto del momento histórico, o ¿es que has visto alguna vez que la historia se repita punto por punto? ,no, ¿verdad? pero se repite. El mar de fondo viene a ser el mismo, y no voy a entrar a detallar lo que todos sabemos, sólo te diré que se ataca a la Verdad, a la Justicia, a la persona y sus valores eternos desde todos los ángulos posibles, incluido el tuyo. 3º. Sigues faltando a la verdad, los falangistas no rendimos culto a ninguna persona. el único culto que rendimos, los que somos cristianos es al Señor nuestro Dios. Como personas biennacidas, y ser agradecido es de ser biennacido, agradecemos y reconocemos su clarividencia política, doctrinal y filosófica, y su ejemplo ,coherencia y sacrificio personal; y, con nuestras limitaciones tratamos de seguir su pensamiento, al que consideramos de plena actualidad, y su ética y estilo. Afánate en otro empeño, no eres el primero, ya ha habido muchos otros antes que tu, que han pretendido ensuciar la figura de Jose Antonio, y ya ves lo que han conseguido, nada. 4º. Como tu mismo no te defines no se que clase de «política» o peor, me da la impresión que abyecta «politiquería», haces tu. Los falangistas si hacen POLITICA, así con mayúsculas, que es una de las artes mas nobles de los humanos, según Aristóteles, el arte del bien y de la justicia, precisamente lo que no hacen el resto, entre ellos probablemente tu. Y sin nada más que decirte, porque creo que no te mereces más, me despido hasta nunca, sin ni siquiera un saludo.
No suelo contestar las salidas de tono. Y no va a ser esta la ocasión en la que lo haga, especialmente cuando alguien dice que no me identifico después de poner nombre y apellidos y email ¿que quieres DNI y dirección fiscal? En cuanto al resto de tu «respuesta» es lo de siempre. Lo dicho, uno no está el domingo por la tarde para perder el tiempo.
No sueles pero has contestado. No te identificas políticamente, que es a lo que me refería y lo sabías. Lo eternamente de siempre y bastante cansino es lo tuyo. Y ya te advertí que no perdieras el tiempo en aquello que muchos otros han intentado, aunque, por contra, el domingo sea el mejor día para hacerlo; el resto de la semana te aconsejo que lo emplees en cuestiones más productivas para ti y para España.
Sigo tu consejo…
Alabo tu decisión.