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La dimisión de Tsipras hunde al populismo en Grecia

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Tsipras
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Por Erik Encinas Ortega para elmunicipio.es

Una vez más, el pueblo griego se ve obligado a participar en otros comicios anticipados, lo que confirma el fracaso rotundo de Syriza, el partido de Alexis Tsipras, que llegó al poder solo hace siete meses.

En cualquier caso, esto ratifica que en la política las propuestas irrealizables de corte populista terminan por tener consecuencias catastróficas para la estabilidad del país. Con su dimisión, Tsipras admite la imposibilidad de aplicar, en el marco de la UE, el programa político y económico con el que sedujo a los electores en enero y que condujo al país a un corralito financiero. Además, con la disolución de su Gobierno, el líder de la Coalición de la Izquierda Radical reconoce su propio fracaso personal, porque la actual situación de Grecia deriva también de la torpeza con la que dirigió desde el principio las negociaciones con la troika. Que al final solo han servido para generar su derrota ante Grecia y la Unión Europea. Aunque en su comparecencia de ayer Tsipras se presentó como el político que ha «salvado el país», algo que evidentemente es una mentira, y que únicamente le permite justificarse ante los medios de comunicación. También ha dicho a Europa «que la austeridad debe terminar”, pero la verdad es que su gestión al frente de la crisis ha perjudicado todavía más la situación de Grecia.

La soberbia y la actitud provocadora con la que se dirigieron durante las conversaciones él y su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y la precipitada convocatoria de un referéndum anti europeísta, que quisieron utilizar como elemento de chantaje terminaron por desesperar a sus socios comunitarios y a sus dos principales acreedores, el FMI y el Banco Central Europeo. Porque lo único que consiguieron con esa votación es ganar el apoyo de los sectores más radicales de la sociedad griega, y empeorar sus relaciones con Fondo Monetario Internacional y el BCE.

La aplastante victoria electoral que obtuvieron, lo colocó al borde de la mayoría absoluta, y eso hizo creer a Tsipras que podía realizar lo que le diera la gana. Así como poder implantar sus criterios e incumplir sus compromisos económicos, abriendo una doble crisis de gran inutilidad: la primera, de credibilidad europea ante los inversores internacionales; la segunda, política, en el seno de una UE que se dividió entre quienes pretendían ceder a sus peticiones y quienes optaban por la salida de Grecia de la zona euro. Finalmente, Tsipras tuvo que cambiar, destituir a Varoufakis como ministro de Finanzas y firmar un tercer rescate financiero (en el que no participará el FMI) por valor de 86.000 millones de euros para los próximos tres años, con el que país deberá afrontar fuertes recortes y profundas reformas estructurales. Gracias a la firma de este acuerdo, Grecia fue salvada de la quiebra, ya que recibió ayer de los países de la eurozona 13.000 millones, con los que pudo hacer frente al vencimiento de un pago de 3.400 millones al BCE y destinar el resto a cubrir devoluciones de créditos y facturas atrasadas. Otros 10.000 (de los 26.000 que completan el primer tramo de las ayudas) serán destinados a recapitalizar la debilitada banca helena. Los 3.000 restantes sólo los recibirán cuando se implementen las «acciones prioritarias» que les exigen sus socios, como la congelación de las pensiones, el aumento de los impuestos y la privatización de muchos de los servicios públicos.

Pero si este tercer rescate sirve de algo, solo permitirá pagar deudas, y a largo plaza nada más, porque los griegos no pueden pagar las cantidades millonarias que deben a sus acreedores. Sin embargo, la bola se va haciendo cada vez mayor, y eso también ha provocado la ruptura de la coalición que mantenía a Tsipras en el poder. El presidente griego vio cómo un tercio de sus diputados votaba en contra del acuerdo con la UE y tendrá que hacer frente a una escisión en su partido. Si finalmente decide presentarse a las elecciones el próximo 20 de septiembre, la fecha más probable de las elecciones, tendrá mucho más difícil su reelección, ya que una parte importante de su electorado considera que se ha rendido a las exigencias de Bruselas. Por lo tanto, lo más probable es que ni vuelva a presentarse otra vez.

No obstante, si el líder heleno consigue desembarazarse del ala más izquierdista, radical y euroescéptica de Syriza, podría llegar a formar una coalición de Estado que, con propuesta más moderadas, podría obtener otra vez el respaldo de una parte de la sociedad griega. En definitiva, Tsipras debe ser consciente de que la inestabilidad de Grecia no sólo es negativa para sus ciudadanos sino que también lo es para toda la UE, cuya unidad política y económica es ahora más necesaria que nunca. Porque de otra forma estaremos condenando al fracaso a todos los países de la eurozona, y eso solo provocaría desilusiones, rupturas, derrotas, salidas del euro y de la Unión Europea.

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